Entrevista Rosalía Vidal Zepeda/Profesora-investigadora del Instituto de Geografía de la UNAM
Nora Rodríguez Aceves
Más que buscar culpables, la lección que nos dejan los fenómenos meteorológicos Ingrid y Manuel es que nos hace falta fomentar la cultura de la prevención, prepararnos más, entender cómo se hacen las cosas, cómo funcionan los fenómenos atmosféricos y tomar cada uno nuestro papel.
“También debemos aprender que debemos ser humildes ante la naturaleza y aceptar que hay fenómenos que no se pueden controlar, nos duelen los 200 muertos que dejaron estos eventos, pero el huracán Pauline dejó 200 muertos hace 16 años, lo cual nos hace reflexionar sobre qué ha pasado. Y he llegado a la conclusión de que hace 16 años había alrededor de 5% menos de la población. La población crece mucho en este país y como ya no hay donde habite pues construyen en zonas peligrosas y ése es un problema fuerte y ahí ya entramos al territorio más social, de la pobreza, de la urbanización, muy elemental con casas que no son de buena construcción, entonces son muy vulnerables a todos estos fenómenos”, señala Rosalía Vidal Zepeda, profesora-investigadora del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (IG-UNAM).
De acuerdo con lo publicado por la prensa nacional, “en los últimos 50 años, México no había sido afectado por fenómenos meteorológicos que se presentaran al mismo tiempo en océanos diferentes, como ocurrió con Ingrid en el Golfo de México y Manuel en el Pacífico”.
Dado el grado de emergencia sufrida, en días pasado, como consecuencia de los diferentes huracanes o tormentas tropicales que afectaron buena parte del territorio nacional se puso en marcha el Plan DN-III-E en los estados de Guerrero, el más afectado por Ingrid y Manuel, Veracruz, Hidalgo, Sinaloa, Nuevo León, Tamaulipas, San Luis Potosí, Jalisco, Colima, Oaxaca y Michoacán.
En este sentido, Rosalía Vidal comenta a Siempre! sobre estos fenómenos naturales que, de acuerdo con declaraciones de las autoridades federales, devastaron dos terceras partes del país. “Desde el punto de vista climatológico éstos son fenómenos naturales que son constantes, que visitan todos los años en el país, que a veces tienen implicaciones que pueden llegar hasta las ciudades del centro del país y otras solamente en los municipios costeros, pero en esta ocasión desgraciadamente se conjugaron aquí varios elementos que dieron como resultado esta serie de desastres, dos tormentas tropicales actuando al mismo tiempo, una en el Golfo de México y otra en el Pacífico, no es muy común, pero sí se han presentado en algunas ocasiones.”
Nos confiamos
Sin embargo, “la magnitud que tenían estas dos tormentas quizá fue lo que hizo que nos confiáramos un poco, sobre todo la población en general, porque escuché en los noticieros, en los medios, que una depresión tropical iba a impactar la costa del Pacífico, ya estaba en las costas de Oaxaca y avanzaba hacia Guerrero, con dirección hacia Jalisco, y por el lado del Golfo de México ya estaba, era la tormenta tropical Ingrid; Como sabemos, para que llegue a ser huracán tiene que tener vientos mayores a 120 kilómetros por hora; los fenómenos atmosféricos tienen una clasificación que dan los meteorólogos, lo que nos faltó fue un poco de cuidado en nuestra cultura climatológica, de hacer un seguimiento, sobre todo las personas que iban a viajar, las personas que viven en las zonas que iban a ser impactadas, les hace falta mucha cultura para hacer ese seguimiento de ir revisando los boletines que se emiten dos veces por día en distintas fuentes como la Comisión Federal de Electricidad, la Comisión Nacional del Agua, que están avisando que los fenómenos se están acercando. Desde luego, ése es su trabajo y lo hacen ya muy bien, porque están afianzados en programas internacionales donde se conocen las reglas para hacer estos seguimientos y emiten alertas de que habrá lluvia, pero ellos no pueden saber la cantidad de lluvia que caerá; no es que no se pueda saber, sí se puede, pero la cantidad de tormentas que se presentan en nuestro país hace prácticamente imposible hacer el seguimiento de cada tormenta, es como seguir cada nube de desarrollo vertical que tiene 10, 15 kilómetros”.
“Los americanos tienen métodos para con radares saber las cantidades de agua que soltarán, pero no sirve de nada que avisen o saber dos horas antes del evento que caerán entre 100 y 200 milímetros, porque a esa hora qué se puede hacer y más si es por la noche o la madrugada. La preparación debe ser con antelación, por eso digo que lo que nos hace falta es una cultura de prevención, no ya cuando tenemos los fenómenos encima de nosotros empezar a tomar medidas.”
Por ejemplo, “si las personas saben un poco sobre los fenómenos meteorológicos, al ver que si yo voy a dirigirme hacia Acapulco y hay dos fenómenos fuertes en la carretera que voy a cruzar, voy a pasar por en medio de los dos, quizá no voy a Acapulco, aunque también es muy difícil que los medios de comunicación den unas alertas muy fuertes para que nadie vaya a los centros turísticos, y ¿si después la lluvia no es tan importante como en este caso fue?, se quejarán todos los del sector económico, todos los del sector turístico, porque estamos frenando el turismo para un fin de semana largo que ha sido promovido para obtener recursos, para que haya ingresos, entonces sí es un tanto cuanto complicado”.
Pero “aquí lo que pasó es que Manuel e Ingrid, las dos tormentas, llegaron en el momento en que iba a iniciar el fin de semana, el viernes en la noche, y desataron una serie de tormentas, de lluvia, puntuales, locales, pues al girar las bandas nubosas van dejando aguaceros muy fuertes, pero no eran los primeros de la temporada, eso fue lo peor, ya había habido muchísima lluvia todo el mes de agosto y septiembre, y desde junio, julio, ya los suelos estaban saturados, los ríos muy llenos, las presas también, entonces esto fue como la gota que vino a derramar el vaso”.
Sí hubo alerta oportuna
Sobre el debate de si se dio o no la alerta a tiempo para poder evacuar a la población que estaba en riesgo, la doctora en geografía por la UNAM, explica que “éste es un desastre natural que tiene implicaciones en todos los lugares que son vulnerables, es decir, que tienen algún peligro de desastre, por eso les llamamos vulnerables, pero en realidad ahí están los boletines y quien quiso los pudo ver, y quien ha leído algo sobre el impacto de huracanes sabe que estos fenómenos son destructivos por el viento, por la lluvia, por la cantidad de agua que traen, sobre todo en las laderas, en las cercanías de los arroyos y ríos y en las costas”.
“Los avisos —reitera— ahí estuvieron siempre, el problema es que no se puede dar una alerta máxima, es como con el volcán Popocatépetl, no se puede saber en qué momento una emanación de cenizas, de las que hace 30 veces por día, será la anterior a una verdaderamente explosiva y fuerte, no se puede desalojar Amecameca porque vendrá una explosión del Popocatépetl si 30 veces al día está explotando. Por eso, los científicos lo que hacen es medir los temblores, medir la frecuencia, las dimensiones de las emisiones; y aquí también, en el caso de huracanes, medir la velocidad del viento, la presencia de los fenómenos, las imágenes del satélite, porque esto está tomado desde un satélite fuera de la tierra que nos está dando cada hora una imagen, una fotografía de cómo va avanzando el fenómeno. Estos fenómenos avanzaron a nueve kilómetros por hora, iban despacio, sin embargo son constantes y van a llegar y van a afectar, no sabemos su trayectoria exacta, no sabemos si van a impactar en un lugar o en otro, sí los conocemos cada vez más, pero es imposible dar una alerta como la que ahorita se piensa”.
Para ilustrar lo que explica, la doctora Rosalía Vidal muestra a este semanario un mapa de la república mexicana con una gran cantidad de líneas trazadas que atraviesan el país a lo largo y ancho, es “la cantidad de huracanes que han impactado la costa del Pacífico en los últimos 60 años, cada línea es un huracán, es una trayectoria, y de aquí los que han sido verdaderamente destructivos no pasan de unos 10, y son muchísimos, son cientos, por eso, es imposible dar una alerta para cada uno de ellos porque nos pasaría lo que en el cuento de Pedro y el lobo, de 10 alertas que se dieran a la mejor nueve eran falsas o no eran tan importantes como para evacuar a la población”.
Por eso, “es la cultura de protección, de prevención, lo que se debe fomentar y que nos sierva esto para aprender que no importa nada si nos dan el aviso muy, muy drástico de que mañana lloverá muy fuerte, usted tiene que salirse de su casa con lo más indispensable, salirse de su casa porque vive en una ladera porque están en peligro, pero desgraciadamente si no suceden estos desastres la gente no obedece”.
Aunque, “ahorita sí están obedeciendo y cuando vean también algunas alertas en esa zona de desastre el año próximo la gente sí se irá a los refugios, pero pasan muchos años para que vuelva a impactar un fenómeno tan fuerte como este. El huracán Pauline es de octubre de 1997 y también fue durante cuatro o cinco días que se estuvieron dando las alertas a toda la costa del Pacífico, pero quién se iba a imaginar que iba a impactar tan fuerte a los cerros que están en la Sierra Madre del Sur, que están en la bahía de Acapulco, y que organizó también un desastre tremendo hace 16 años”.
No estábamos preparados
No obstante, ”los habitantes de las costas de Guerrero ya habían olvidado ese impacto y ahora se vuelve a repetir, llega un nuevo fenómeno y nos toma otra vez totalmente desprevenidos porque no hemos preparado los canales de desfogue para las cantidades de lluvia necesaria, seguimos habitando en las orillas de las zonas inundables, zonas de pantanos, como decíamos, donde el agua sigue su cauce; y luego, ahora sí fue un evento muy fuerte de lluvia, porque se cree que cayeron arriba de 400 milímetros, igual que en el Pauline, fue la cantidad de lluvia y quizá más. Imagínese esa cantidad de agua, el récord en Acapulco creo que era de 50 milímetros de lluvia en una hora hasta 1953 cuando llegó Pauline en 1997 rompió ese récord, pero para duplicarlo, casi lo triplicó con 120 milímetros en una hora, y hoy creemos que volvió a romper el récord, aunque todavía no tenemos bien los datos de la cantidad exacta que cayó en una hora, pero en un día cayeron 400 milímetros, esas cantidades de agua no hay quien las maneje, porque si hubiera no se habría dado el desastre de Nueva Orleans, los tifones en Bangladesh, tengo un dato donde hubo 145 mil muertos por un tifón, o sea que aquí en realidad estamos, digamos, de alguna manera bien, tenemos una cultura de prevención elemental, si se quiere ver así, pero ya hay algo, sin embargo falta muchísimo”.
“Este fenómeno nos vino a demostrar que no estamos preparados para eventos tan grandes y la mala noticia que le tengo es que el panel de investigación en cambio climático mundial dice —en eso están de acuerdo todos los meteorólogos del mundo— que los fenómenos atmosféricos muy muy catastróficos, muy grandes, se están reproduciendo cada vez más por el calentamiento global, por lo tanto el océano, que es la fuente de calor que alimenta los huracanes, cada vez producirá más cantidad de tormentas, y con Ingrid y Manuel aprendimos que no es necesario que sea un huracán categoría cuatro para que nos haga destrozos, éstos apenas eran un huracán categoría uno y una tormenta tropical, y aún así hicieron desbordar todos los ríos”.
“Claro que también depende, repito, de la fecha en que se presentan, porque cuando ya es el fin de la temporada y ha llovido mucho —este año llovió mucho—… yo creo que la gente rogó mucho que lloviera porque había habido sequías en México durante cinco años, eso también hay que tomarlo en cuenta y vamos a ver los periodos de retornos de los grandes fenómenos, y tratar de prepararnos más, ahorita no es el momento de encontrar un culpable, esto no es de culpables, esto es más bien de prevención en todos los miembros de la sociedad.”
Cultura de prevención
La especialista en materia de geografía física-climatológica señala algunos puntos importantes que deberían tomarse en cuenta para empezar a fomentar esta cultura de la prevención, “cuando empieza la temporada de huracanes, que es el 15 de mayo de todos los años, se debería empezar una campaña de cultura, de educación, en escuelas, en medios de comunicación, de divulgación general, donde se recuerde, así como recuerdan cada año el sismo de 1985 y lo repiten y vuelven a pasar las escenas de cómo quedó la ciudad de México y no permiten que se nos olvide, porque quieren eso, quieren que tengamos prevención y nos hacen a veces evacuaciones intempestivas para ver en cuánto tiempo desalojamos, pues igual es la cultura climatológica, meteorológica; necesitamos saber que vienen los huracanes, que viene la temporada, saber cuántos han impactado en cada lugar, quizá se necesita trabajar mucho con los maestros, con los libros de texto para que en cada estado se sepa cuántas veces han impactado los huracanes, qué daños han ocasionado, cómo se deben prevenir, cuáles son los lugares peligrosos para que no te vayas a vivir ahí o por lo menos estar pendiente de cuando venga un evento de esta naturaleza y estés dispuesto a tomar tus pocas pertenencias y quitarte de la zona peligrosa. Pero toda esa cultura lleva mucho tiempo y esfuerzo en la parte educativa, es mucho muy importante la parte de la difusión, que los medios quieran invertir unos minutitos en prevenir y en enseñar a la gente”.
Con más de cuatro décadas de labor ininterrumpida en la Universidad Nacional, la investigadora del Instituto de Geografía y galardonada en 2011 con la Medalla al Mérito Benito Juárez, Rosalía Vidal considera que en estos momentos las autoridades “están jugando su papel bien, porque cuando yo estudié la carrera de geografía hace 40 años, la prevención era nula, y hoy yo veo que el Ejército y que todos están mucho muy actualizados, y nos ha servido mucho haber tenido con bastante frecuencia problemas de este tipo, de sismos, de volcanes y de ciclones, porque nos hemos ido preparando, es como los japoneses: los japoneses tienen una cultura magnifica con los sismos, sin embargo, vea lo que les pasó con el maremoto, es que hay fenómenos de la naturaleza que, por más que la sociedad y el Estado estén preparados, nos rebasan”.
Entonces, “sí estamos trabajando, lo que pasa también y que hay que tomar en cuenta es que somos uno de los países más poblados del mundo y con mayor número de montañas, es muy importante que conozcamos estos mapas de las sierras del país porque estamos, como decía el barón de Humboldt, es como si arrugáramos una hoja de papel y hay montañas por todas partes, hay millones de laderas y miles de cauces de ríos; entonces sí, todo va muy bien cuando hay vegetación natural, pero la hemos talado toda, hemos degradado mucho, y ahora los bosques que antes detenían los derrumbes ya no los detienen, los manglares que antes detenían un poco la embestidas de los ciclones ya no los detienen porque ya no están, pero eso es de la civilización sobre la ecología, vamos destruyendo, el ser humano se apropia de la naturaleza y no la respeta, pero la naturaleza vuelve a tomar su sitio, donde había un cauce de un río, tarde o temprano volverá a correr agua, eso debemos aprenderlo y son lecciones que tenemos que aprender todos”.