Liturgia

 De modos y formas

Teodoro Barajas Rodríguez

Recién se conmemoró un año más de la masacre en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación se ha movilizado contra la reforma educativa, tenemos protestas con razón o sin ella que dejan saldos para el análisis.

En algunos casos, las protestas sociales terminan envilecidas porque no aportan propuestas claras, van por el rompimiento, muchos de los que instigan dichas acciones de eso viven, no hay fondo ideológico, simplemente la barbarie, la provocación y el quebranto a la legislación vigente.

Llama la atención la praxis cuestionable de quienes se asumen anarquistas, distantes en el fondo de la raíz del movimiento del 2 de octubre de 1968, ajenos en gran medida a las motivaciones de la CNTE, infiltrados para romper el orden, violencia y negación de las cosas.

Evidentemente nuestro país es otro que difiere en mucho de aquel modelo monolítico, presto a reprimir a la disidencia, si bien es cierto que el Estado tiene el monopolio legal de la violencia, en algunos casos se extremó el uso de la misma con los resultados conocidos, reprochables por su rudeza. La cerrazón fue rasgo característico.

En la actualidad son muchas las voces, los colores y matices, México caminó lentamente para tener una verdadera apertura producto de la presión social, no concesionada por los gobiernos de turno. Se puede debatir, criticar, cuestionar.

Sólo que las formas que algunos grupos utilizan no es la conveniente, vivir sujetos al martirologio para exaltar causas perdidas no es lo óptimo, agredir a ciudadanos, destrozar negocios y privatizar las calles tampoco es una manifestación cívica.

Muchas voces de la izquierda han reprochado el modo de conducción de los autonombrados anarquistas, quienes seguramente desconocen el talante de esa doctrina filosófica y política que postula vivir sin amo ni soberano.

En cualquier país del mundo, por ejemplo en donde las democracias gozan de cabal salud, las protestas al transformarse en episodios virulentos son sofocadas con fundamento en la ley, hablo incluso de Estados con tendencia de izquierda.

Algunos grupos parece que desean inocular el virus del desconocimiento a toda premisa legal para construir utopías que no tienen nada que ver con la verdadera doctrina como lo expresaba Pierre-Joseph Proudhon y muchos más que le dieron fondo a esa tendencia.

Existe un orden jurídico establecido, legitimado, que prevalece en nuestro país con el fundamento en nuestra Carta Magna, para algunos, los anarquistas por ejemplo, el Estado no debiera existir para dar paso a una sociedad autogestiva.

Por otra parte están quienes ven en la actividad política la maldición de la condición humana, por ello como lo refirió Thomas Hobbes en El Leviatán, se requiere de un estado sólido para evitar o al menos disminuir la guerra de todos contra todos porque es imposible abatirla.