La Política Me Da Risa
Se van destapando las cloacas
Yazmín Alessandrini
Siempre que en México se hace presente la tragedia, como en esta ocasión sucedió con los meteoros Ingrid y Manuel, la luz y la sombra se hacen tangibles al postrarse en aquéllos a quienes les toca sufrir las feroces consecuencias inherentes a la devastadora fuerza (en este caso de la naturaleza) de estos percances. Por un lado, conmovidos por el dolor humano, millones de mexicanos, sin importar su condición, prácticamente se sacan la camisa del torso y se quitan el plato de sopa de la boca para cedérselos a sus hermanos en desgracia y, como Dios les da a entender, despliegan esa brutal solidaridad que nos caracteriza como nación; sin embargo, por el otro lado, poco a poco, conforme “las cosas toman su curso”, se van destapando las cloacas o van a saliendo a flote un sinfín de situaciones en las que la llamada mano política tiene mucho que ver: irresponsabilidad, corrupción, simulación, desinterés… el etcétera es kilométrico.
¿Qué puede más en nuestro México lindo y querido, la solidaridad o la corrupción? Si nos vamos hacia el lado ciudadano, indudablemente siempre será la solidaridad el precepto que se imponga; pero si nos vamos hacia el lado político, lamentablemente la corrupción será la “cualidad” sine qua non.
La ayuda humanitaria para los damnificados está fluyendo en velocidades y cantidades que no se veían desde los días de los sismos de septiembre de 1985. En Guerrero, Sinaloa, Oaxaca, Tamaulipas, Michoacán, Veracruz, hay niños, adultos y ancianos que lo perdieron todo; pero también en esas entidades hay mexicanos poseedores de una humanidad inaudita capaces de dar hasta lo que no tienen, convirtiendo sus acciones en verdaderas lecciones de humildad hacia nuestra indiferente clase política.
A mitad de semana, Eduardo Sánchez, subsecretario de Normatividad de Medios en la Segob, informó que la Policía Federal ha trasladado más de 217 toneladas de víveres a diversas localidades donde se requiere esta ayuda. También hizo un recuento en materia de albergues, personas trasladadas y movilización de personal de las Fuerzas Armadas.
Lo que sigue es tan o más importante que ayudar a los damnificados: encontrar a aquellos responsables cuya negligencia criminal provocó que los efectos de Ingrid y Manuel se magnificaran. Aquí entran aquéllos que se pasaron de listos y construyeron asentamientos irregulares en zonas de altísimo riesgo; también habrá que investigar a aquellas voraces desarrolladoras de vivienda que sacaron raja de la necesidad de miles por tener una casa y, por supuesto, aquellos funcionarios y exfuncionarios de los tres niveles de gobierno que, acostumbrados a “arañarle al presupuesto” mandaron a construir obra con materiales de paupérrima calidad.
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