DE POLÍTICA RAZONADA

 

¿IFE o INE?/II y último

Carlos Alberto Pérez Cuevas

Los dos argumentos planteados para la desaparición del Instituto Federal Electoral (IFE) y la creación del Instituto Nacional de Elecciones (INE) son atendibles y en cierta medida importantes, pero no solucionan la problemática que se vive en cada proceso electoral; concentrar todas las funciones, actividades, procesos electorales y personal, desapareciendo o integrando los organismos electorales locales de las 32 entidades del país en uno solo, no generará ahorros considerables, en razón de que tendrán que contar al menos con 32 representantes en las entidades, 300 representantes en los distritos federales, sumar todos los distritos locales y las juntas municipales del país, aunado a que cada nuevo organismo viene acompañado de más burocracia, sin descontar lo que costará capacitar en el nuevo modelo a los funcionarios y a la ciudadanía; el argumento del ahorro no resuelve el problema.

El segundo argumento es la falta de autonomía de los organismos, ésta tiene que garantizarse indistintamente de si se continúa con el IFE y los organismos electorales estatales o se crea el INE como una única instancia nacional encargada de todos los procesos electorales en el país, porque lo peor que puede pasar con una reforma coyuntural sobre las rodillas es acabar con la falta de autonomía local y el involucramiento de los gobernadores, para pasar a una falta de autonomía nacional y el involucramiento de las fuerzas políticas nacionales o el Ejecutivo federal.

La desconfianza de los mexicanos en sus autoridades los ha llevado a tener árbitros de los árbitros, generando más costo y burocracia. Ahí está como ejemplo la reforma electoral del año 2007 que fue presentada como la panacea que solucionaría todos los problemas político electorales, sólo sirvió para violar derechos fundamentales; las prohibiciones de contratación de espacios en medios de comunicación fueron burlados por gastos fuera de la ley, creación de infomerciales, pago de entrevistas y publicaciones como si se tratara de noticias y no de propaganda.

Si el problema es de independencia de los organismos locales, la solución está en la forma en cómo se eligen consejeros y funcionarios, aunque lo mismo pasa a nivel nacional con el IFE, la fórmula de elección de consejeros está agotada, porque está sustentada en un ramplón reparto de cuotas según el peso político electoral del momento, con lo cual los consejeros le deben el cargo a los partidos políticos  y les vale un soberano cacahuate los ciudadanos.

La autonomía se construye logrando auténticos institutos electorales ciudadanos  indistintamente si son nacionales o locales, con consejeros que tengan que cuidar nombre, prestigio y trayectoria; que no le deban a alguien en lo particular el cargo, sino a la suma de consensos y voluntades políticas plurales que lo hacen más fuerte. Se logra autonomía generando un sistema electoral de carrera, desde el cargo más modesto hasta el de consejero, valorar que sean por oposición y con la participación de sectores de lo sociedad o académicos.

Queda claro que los procesos electorales serán eficaces, limpios e imparciales cuando se dejen de hacer reformas a modo de unos cuantos.

 

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