Liturgia

 

Problema sistémico

 

Teodoro Barajas Rodríguez

El cinismo es la costra que se expande en la actividad pública, salpicada de impunidad y malas artes, erosiona cada vez más la credibilidad porque la ética es la asignatura ausente en muchos casos que ejemplifican el desencanto así como el guiño permanente a la corrupción.

El diario Reforma publicó una nota informativa en la que daba cuenta de los presuntos abusos de algunos diputados federales que gestionaban recursos públicos a los gobiernos municipales exigiendo el pago de un diezmo por tales servicios prestados. Problema sistémico.

Esto parece ser una raya más al tigre en cuanto a la imagen y desprestigio de nuestros representantes populares que ocupan el último sitio en materia de popularidad. Son tan predecibles sus actitudes, distantes de un quehacer auténticamente legislativo, su función principal radica en hacer leyes no en las gestiones que regularmente son utilizadas para abonar el terreno de la próxima elección.

En la nota de referencia, la presidenta de la Federación Nacional de Municipios de México y alcaldesa de León, Guanajuato, Bárbara Botello señaló que muchos ediles le han corroborado la información en el sentido de ser presionados por diputados para asignar obra pública a sus contratistas favoritos o para pagar un diezmo. Entonces los alcaldes están en una posición desventajosa porque viven expuestos ante dos mafias, la de los cárteles y la otra que conforman algunos representantes populares.

Sin duda, los presidentes municipales viven horas complicadas en diversos puntos de la geografía nacional, en Michoacán algunos no despachan en sus oficinas al estar amenazados, en otras latitudes afrontan el acoso y extorsión de los legisladores gestores de más impunidad.

La función principal de un diputado es hacer leyes, cosa que muy pocos abordan, su compromiso suele estar sujeto a intereses de partido pero no con sus representados, su praxis cameral regularmente es mediocre, las inasistencias abarcan una larga lista.

Las quejas contra diputados que solicitan el diezmo arbitrario se han localizado en Aguascalientes, Yucatán, Veracruz y Guanajuato.

Ahora es imperativo retornar a las antiguas formas políticas de los griegos, surtidores del diseño antropológico de occidente, en aquellos lejanos años de los grandes filósofos los ciudadanos informados acudían a la plaza pública, al ágora, en el que las discusiones en torno a la cosa pública fueron interés común, el cemento unitivo para conocer problemas y proponer soluciones.

Aquellos que permanecían indiferentes fueron llamados idiotas —idiotes— por estar desconectados de la vida pública. Los actores políticos tradicionales en México están rebasados, el cinismo es ya lugar común, la ideología hace mucho la mandaron de vacaciones porque no es rentable como el pragmatismo que asegura tajadas interminables de poder, combustible, codicia.

No existen varitas mágicas ni panaceas, pero sí pueden inducirse los cambios.