RETRATO HABLADO
¿Qué define el carácter nacional?
Roberto García Bonilla
Las explicaciones sobre lo propio es una manera de re-situarnos ante los otros y naturalmente ante nosotros mismos. Es una manera de observar, aceptar y verbalizar aquello que nos distingue de los demás y que, sin advertirlo, de manera constante, lo proyectamos. La suma de rasgos y comportamientos definen nuestra personalidad y ya colectivamente configuran nuestra identidad. ¿Existe, en verdad, una psicología que define lo mexicano? Esa delimitación, por supuesto, abarca el comportamiento social y colectivo.
El “carácter nacional” forma parte de la integración colectiva a lo largo del siglo XIX desde los afanes criollistas hasta la influencia del positivismo, entre los inicios y las postrimerías de esa centuria. Lo cierto es que el deslinde de los mexicano es una construcción cultural con muchos matices: desde los más superficiales y coloreadas que dan una imagen estereotipada, por no decir acartonada, de nuestra identidad hasta las más hondas reflexiones en las que se integran psicología, antropología, sociología e historia y sus confluencias interdisciplinarios. Cultura, mito, símbolos, poder y idearios políticos confluyen y gestan un híbrido que se ha diseminado, alterado y actualizado de acuerdo con las necesidades de sus difusores (los políticos) que no son, por supuesto, quienes han meditado sobre el tema. La mexicanidad y lo mexicano, sobra decirlo, es una subjetividad cuya vertiente más honda fluye en el pensamiento filosófico y cultural.
En el siglo XX Samuel Ramos (El perfil del hombre y la cultura en México, 1934), Octavio Paz (El laberinto de la soledad, 1950) y Emilio Uranga (Análisis del ser mexicano, 1952) son acaso los textos más relevantes sobre el tema; el de Paz es el más conocido y el de Ramos provocó comentarios polémicos relacionados, entre otras ideas con la inferioridad del mexicano. El texto de Uranga no es tan conocido, sobre todo, por las nuevas generaciones.
Emilio Uranga (1921-1988) es uno de los filósofos más importantes de su generación. Formado en la UNAM, en cuya Facultad de Filosofía y Letras se encontraron nacientes pensadores de la época. En 1948 se creó el grupo Hiperión que integraban Emilio Uranga, Jorge Portilla, Luis Villoro, Salvador Reyes Nevárez, Fausto Vega y, el mayor de ellos, Leopoldo Zea quien, entonces, ya era profesor. En opinión de Villoro, el más inteligente de todos era Emilio Uranga.
Fue ésta una generación con la exigencia de concentrarse en temas nodales de su tiempo; primero estudiaron el existencialismo, pero entre 1949 y 1952, estudiaron sobre una filosofía de lo mexicano. El poeta Eduardo Hurtado, en el prólogo de Análisis del mexicano y otros escritos sobre filosofía de lo mexicano (1949-1952), observa a Hiperión y su búsqueda indagatoria como uno de los resultados más significativos en el pensamiento iberoamericano del siglo XX. Esta vertiente forma parte de la tradición del pensamiento latinoamericano. “Vista desde una perspectiva cultural, la filosofía de lo mexicano es, acaso, la idea más alta de la mexicanidad gestada durante la posrevolución mexicana. Una idea de mexicanidad compleja que respondía a una realidad no menos compleja: un país mitad rural y mitad urbano, en donde las creencias y costumbres ancestrales convivían con un proceso de crecimiento y modernización.”
El pensamiento de Uranga tiene, entre tantos, algún abrevadero en las circunstancias, en el contexto sociocultural que lo alimentaron. No es fortuito que en 1949 Uranga publicara en Cuadernos Americanos (enero-marzo) “Ensayo de una ontología del mexicano” y que medio año después Octavio Paz publicara en la misma revista (septiembre-octubre) “El laberinto de la soledad: el pachuco y otros extremos”. Y Análisis del ser mexicano está dedicado al autor de Piedra de sol.
Paz y Uranga describen en esencia al mestizo mexicano, no al indio, no al criollo puro (del mismo modo que los personajes de Rulfo no son indios sino mestizos y, acaso, algunos descendientes, generaciones atrás de criollos). Hurtado señala las virtudes de El laberinto… concebido por un gran poeta; y las de Análisis del ser… serán las de un gran filósofo. “Las dos obras se complementan de manera extraordinaria. Es una lástima que sólo una de ellas haya permanecido en la memoria pública.”
El texto de Uranga, con rasgos humanistas, se conforma de una “Introducción” más tres apartados: “Filosofía”, “Historia” y “Poesía”. Se propone “el proyecto de operar transformaciones morales, sociales, religiosas con ese ser”. Teoría, comportamiento y cambio se enlazan. Este proyecto es asimismo una indagación sobre una ontología de lo mexicano; parte de cimientos teórico ontológicos, es decir, la interrogación es catalizador de las ideas, se fortalecen y adquieren rostro con la intuición. La exposición, rodeada de preguntas y respuestas implícitas, se centra en categorías que conducen a una comprensión teórica del mexicano. Las delimitaciones nos llevan, son caldo de cultivo de la reflexión; Uranga sostiene que lo mexicano se define como accidental: aquellos rasgos que habían definido al mexicano (virtudes, defectos, atavismos; generosidad, hermetismo, cerrrazón, etc.) son accidentales. La ontología del accidente de Uranga “es una aportación en sí misma, más allá de su aplicación al mexicano [quien] tiene la oportunidad única de asumirse como accidental y de realizarse como tal”. Porque lo cierto es que “la accidentalidad, la zozobra son las condiciones más profundas de la condición humana”.
Esta antología, realizada por Bonilla Artigas en su colección Las Semanas del Jardín —creada por Adolfo Castañón como una contribución de la creación y pensamiento del latinoamericano— contiene todos los textos que sobre lo mexicano escribió Uranga, cuyo corpus ha sido injustamente relegado por prejuicios en torno al filósofo y porque la filosofía de lo mexicano hace años dejó de ser un tópico de moda.
rgabo@yahoo.com
Emilio Uranga, Análisis del ser del mexicano y otros
escritos sobre la filosofía de lo mexicano (1949-1952),
Bonilla Artigas Editores, México, 2013.

