Entrevista a José Manuel Mireles/Consejo de Tepalcatepec
Antonio Cerda Ardura
Tras los hechos del 26 de octubre en Apatzingán, Michoacán, cuando un contingente de integrantes de los grupos de autodefensas de los municipios de Buenavista-Tomatlán y Tepalcatepec, que se manifestaban contra la delincuencia, fue recibido con disparos y granadas por presuntos integrantes de la banda de Los Caballeros Templarios, la vida en esa ciudad ha vuelto a una relativa calma, asegura a Siempre! José Manuel Mireles Valverde, líder del Consejo Ciudadano de Autodefensa de Tepalcatepec.
El luchador social acepta que los grupos civiles que están defendiendo el estado, levantados en armas, no son legales, pero sí legítimos, porque están actuando en defensa de sus vidas, su productividad, sus empresas y sus familias.
Mireles, quien personalmente se encarga de los heridos en esta lucha, pide a los habitantes de Apatzingán que salgan a la calle, a disfrutar su ciudad con confianza, y que presten oídos sordos a los extorsionadores, ya que el Ejército y las fuerzas federales mantendrán su presencia hasta librar el estado de los grupos criminales.
El cambio es posible
Muchos ciudadanos de la república mexicana se han comenzado a preguntar si es que nuestro país está viviendo una guerra civil, particularmente en Michoacán, en donde hay una buena cantidad de pobladores armados. ¿Es correcta esta visión?
Pues hay un error muy grande, porque en la guerra civil debe haber dos bandos: uno es el pueblo y el otro es el gobierno, según tengo entendido. No. Nosotros no estamos en guerra contra el gobierno. Nosotros solamente tenemos el firme propósito de erradicar definitivamente de Michoacán el crimen organizado, en cualquiera de sus modalidades, llámense esos grupos: Caballeros Templarios, La Familia o Los Zetas. No queremos a ninguna gente de ese tipo en nuestro estado.
El gobierno local y el federal han insistido en minimizar la gravedad de eso. ¿Siente que hay respuesta?
Empieza a haber respuesta. Antes lo minimizaban. Recuerde que el gobernador interino, Jesús Reyna García, decía siempre: “Aquí no pasa nada”, mientras nosotros enterrábamos 30 o 40 muertos por día. Para él no pasaba nada, a la mejor porque nació en una comunidad en la que lo normal era morir a manos de sicarios. Pero para los ciudadanos normales —y yo me considero normal— eso no es correcto. Es correcto que la gente adulta envejezca y encuentre su destino final, sólo después de haber cumplido su ciclo de vida. En fin… Ahora ya hay participación del gobierno federal, del comando militar, e, incluso, ya hay participación positiva del gobierno del estado. Pensamos que las cosas pueden cambiar y ojalá ocurra así pronto, porque nosotros ya tenemos mucho tiempo en esta guerra contra el crimen organizado. Si hay más ayuda del estado y de la federación, pues más rápido vamos a terminar.
El caso de Michoacán se ha ido politizando. Los diputados y senadores, por ejemplo, como Ernesto Cordero, acusan del problema michoacano al gobierno actual, mientras que todos sabemos que todo este conflicto de criminalidad se dio desde años atrás. ¿Cuál es la visión de ustedes?
Yo los invitaría a que vinieran a vivir un solo día a Michoacán para que se dieran cuenta de la realidad. Hasta ahora, nosotros no hemos permitido que nuestro movimiento social se politice, pero esa gente, como no tiene nada más qué hacer, pues todo lo quiere convertir en leña. Toda la nación ha visto que cuando estos señores no tienen de qué hablar, únicamente se duermen en sus curules. Y ahora, cuando hay de qué hablar, hasta se despiertan y se emocionan. ¡Pero que no digan tonterías como el señor [Ricardo] Monreal! Él afirmó esta semana que había un problema entre guerrillas de criminales. Es la opinión, muy estúpida, de alguien que antes tenía mi respeto, porque yo lo consideraba como un intelectual de la política nacional. Sin embargo, ahora vemos que ése es un defecto que sufren todos aquellos ciudadanos que nada más cambian de curul en cada periodo. Estos parásitos del sistema político nacional ya son en un periodo senadores y, en otro, diputados. Y ésa es la consecuencia: todos piensan lo mismo. Pero yo insisto en que vengan a Michoacán a ver la realidad. Aquí no hay asuntos políticos qué atender. Ninguno de nuestro movimiento pertenece a ningún partido político. Tampoco es miembro de ningún cártel. Y mucho menos defiende a algún cártel. Sólo estamos defendiendo a nuestras familias, nuestra propiedad y nuestras vidas.
El lunes, en el primer día que conversé con usted, me comentó que estaba atendiendo a una persona herida. ¿Qué ocurrió?
Fue un herido de bala. Mandamos a buscar una unidad de salud que nos hiciera el favor de atenderlo en Jalisco o en Colima. A pesar de que fue herido a 20 kilómetros de Apatzingán, que se recorren en 20 minutos, tuvimos que mandarlo a una distancia que representa 6 horas de viaje.
Usted afirma que estas personas están siempre en su trinchera.
¡Son cientos de trincheras en todo nuestro territorio, que ya tenemos levantadas en armas! Nuestra ciudadanía duerme en paz y, según dijo un sacerdote, ahora ya hasta mira telenovelas. Pero los que estamos combatiendo, estamos cuidando las trincheras de nuestros municipios las 24 horas, porque diariamente sufren dos o tres ataques en algún punto. Ésa es la situación. Yo aún tengo cinco heridos de los ataques de la madrugada del domingo en Naranjo de Chila (municipio de Aguililla, donde, en un enfrentamiento entre civiles y elementos de las fuerzas armadas, murieron 12 integrantes del grupo delictivo de los Caballeros Templarios, y un miembro de las autodefensas). Todavía tengo internados también a los dos heridos en los hechos de la plaza de Apatzingán. Pero son situaciones que hemos estado viviendo desde hace ocho meses. Si lo permitimos, probablemente después eso va a ser normal y vamos a estar como el señor Jesús Reyna García, señalando que “aquí no pasa nada, porque no hemos rebasado los 20 heridos diarios”. ¡No! Vamos a evitarlo. Nadie más debe salir herido. Nadie más tiene por qué estar lastimado. Para eso estamos tratando de acabar con nuestros agresores. Ésa es la verdad y vamos a continuar, primero Dios.
¿Usted atiende personalmente a la gente herida?
Exactamente. Pero también contamos con un buen equipo de médicos del pueblo. No tenemos especialistas, pero nuestros médicos son los que nos ayudan a atender a los heridos y a canalizarlos a los hospitales de segundo nivel en otros estados.
Legítima defensa
Dentro de la Ley Orgánica del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos hay un capítulo que se refiere a la existencia de Cuerpos de Defensa Rurales, es decir, una especie de ejército civil, aprobado y organizado por el gobierno de la república. En virtud de que en México se impugna la organización de civiles armados, como las autodefensas, ¿han pensado ustedes en someterse a la supervisión y mando de las fuerzas militares?
No sé cuál es ese ejército rural. Aquí no tenemos nada de eso. Somos civiles que estamos defendiendo nuestros derechos constitucionalmente. El artículo 10 de la Carta Magna establece muy claramente que todos los ciudadanos nos podemos defender cuando las instituciones encargadas de ello no lo hacen. Es cierto que estamos violando la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, porque algunos de nuestros compañeros portan armas de grueso calibre, pero nunca han sido las de uso exclusivo del Ejército, ni cuernos de chivo, ni R-15. Ellos tienen su propio armamento, aunque sí es de grueso calibre. Y también lo que la Constitución dice ya ha sido reconocido por gente muy importante de la Secretaría de Gobernación: que aunque nuestro movimiento social no sea legal, sí es legítimo. Estamos actuando en legítima defensa de nuestras vidas, nuestra productividad, nuestras empresas y nuestras familias.
¿Cuántas policías comunitarias o cuánta gente hay en Michoacán en actitud defensiva?
Mire, hay que contar a los habitantes de un pueblo, porque a veces se trata del pueblo completo. ¿Cuántas gentes andamos armadas? Nada más en Tepalcatepec tenemos una guardia de 3 mil hombres armados, las 24 horas. Coalcomán tiene otra guardia de 5 mil hombres armados, igual, las 24 horas. Buenavista tiene un cuadro armado de 2 mil o 2 mil 500 gentes, etcétera. Pero en el caso de ser atacados, como el domingo, cuando ocurrió lo de Naranjo de Chila, nuestros compañeros de guardia piden auxilio a toda la región. ¡Hubiera visto! Nosotros teníamos a 3 mil gentes en Apatzingán y cuando ya regresamos a Tepalcatepec, había otras 5 mil gentes armadas a la espera, para apoyar. Aquí entran mujeres, adultos y niños.
¿Tendría usted algún mensaje, para el resto de México, sobre lo que está ocurriendo en Michoacán?
Pues que no se dejen engañar por algunos medios de difusión que solamente dicen lo que se les ocurre con tal de ganar algún dato. Y, repito, los de la prensa deberían de venir a vivir un día o dos con nosotros. Así les dijimos a los del periódico El País, de España, y les tocó en suerte estar en medio de la balacera de Apatzingán. Ésa es la única forma de poder explicar la verdad a nivel nacional e internacional. Yo tengo muy presentes los comentarios del señor Eliseo Caballero (corresponsal de Televisa en Michoacán), quien dijo que nosotros huimos a las 4 de la tarde de Apatzingán, sin tomarlo, y que, en esa huida, para que nadie nos persiguiera, quemamos un montón de carros. ¡Señor: todos los coordinadores del movimiento estuvimos en la presidencia municipal de Apatzingán, reunidos hasta las 9 de la noche, con tres coroneles, acordando los puntos que ya se están cumpliendo! ¿Cómo es que se ponen a decir en pantalla todas esas estupideces, siendo una de las empresas de televisión de más respeto a nivel internacional? Nos extraña que tengan personas que en lugar de decir la verdad y de difundirla, porque ésa es su función, estén diciendo mentiras en contra de un movimiento clara y puramente social. No estamos de acuerdo con esos detalles. Apreciamos mucho el trabajo de otros noticieros que vienen con nosotros y que, después de ver la vida que llevamos, difunden la verdad. Nunca vamos a decir nada en su contra.
Golpe a la víbora
¿Cree que ustedes han avanzando en esta lucha contra los criminales?
Ésa es una muy buena pregunta. Ya le dimos en la cabeza a la víbora del crimen organizado de todo el estado de Michoacán. Le dimos en la pura cabeza al abrir las puertas de Apatzingán, porque, contrariamente a lo que señalan en forma errónea algunos medios, nosotros no nos hemos salido. Se están cumpliendo los acuerdos que hicimos con el comando militar y el gobierno federal. Hay trece puntos de revisión estratégica en esa ciudad, en los que hay entre 3 y 4 compañeros de las autodefensas y, claro, ciudadanos de Apatzingán, que ya se levantaron también para defender su pueblo. Hay infinidad de compañeros nuestros patrullando, acompañados por elementos del ministerio público federal y agentes federales, que están llegando directamente a las casas de los malandrines, cuya única chamba era antes pedir dinero, cobrar, extorsionar, violar y asesinar. Todo eso está pasando ahora y vamos a seguir avanzando. Nuestro objetivo es liberar todo el estado.
Entre los municipios que se han levantado contra el crimen, Apatzingán no está totalmente consolidado. Eso es muy cierto. Pero nosotros no nos hemos retirado. Esta semana un señor comandante me dijo: “Oiga, un compañero de ustedes, de tal fortín, se quiere retirar”. Y le respondí: “Perfecto, todos esos señores son voluntarios, nadie les está pagando por estar defendiendo a su pueblo y, aparte, tenemos el compromiso de relevarlos cada 24 horas. No es justo que estén todo el tiempo en un fortín”.
Por la otra parte, los cinco muchachos que murieron en las trincheras de San Juan, los únicos que reportó el ministerio público, traían sus bolsas de lunche, pero en lugar de tortas y refrescos, lo que llevaban era una bolsa con cristal y mariguana, que es con lo que les pagan los criminales. Yo no entiendo cómo hay jóvenes que se prestan a tomar las armas contra un pueblo que se está defendiendo, mientras reciben como paga drogas o mariguana. ¡No entiendo! Eso no es alimento; ¡eso no es vida!
Y aprovecho la oportunidad para decir a todos los pobladores libres de Apatzingán que ya se acabó el tiempo de pagar cuotas, de tener que pagar por vivir y que ya nadie los tiene que obligar a nada. Ya tienen patrullas de federales y militares, así como de personas de la misma ciudad, que ya se constituyeron como autodefensas o comunitarios, durante las 24 horas. Ya no están solos y no tienen por qué pagarle a nadie. Así es que salgan a las calles, disfruten de su ciudad, que es una de las más bonitas de Michoacán.
Ya está recuperada.
Ya es de nosotros, pero todavía la gente tiene temor. Aún la amenazan por teléfono. No obstante, nos llamó mucho la atención la respuesta de un compañero que vende refacciones. Le llamaron por teléfono y él descolgó con la bocina abierta. Se escuchó una voz que le dijo: “Óyeme, hijo de toda tu tiznada madre, ¿qué no te ordenamos que fueras a la marcha del domingo?” Y él contestó: “Yo ya no voy a ir a ninguna de las marchas a las que ustedes me obliguen, ni tampoco voy a pagarles nada de lo que me han estado cobrando”. Y la voz increpó: “Pues ahorita vamos a ir a partirte toda tu quién sabe qué”. Y el caballero le indicó: “Aquí los espero, vénganse rápido”. Y es que ya había cuatro o cinco patrullas de militares frente a la entrada de su negocio.
Es la verdad: ni el Ejército ni los federales se van a ir de Apatzingán, ni mucho menos los comunitarios de autodefensa. ¡El pueblo de Apatzingán está libre! Lo que necesitamos es que la gente de Apatzingán salga a las calles. Obviamente, con cierta prudencia. No hay ya francotiradores como los que nos atacaron a nosotros, sino muchachos contratados por los Templarios, que andan en moto y van a querer cobrar alguna cuentita de la gente que no les obedeció a partir del domingo, después de que entramos nosotros y tomamos posesión de la ciudad. Hay amenazas, pero ya no andan ellos armados y en camionetas buscando gente para joderla.
Así es que el pueblo de Apatzingán ya puede salir para disfrutar su ciudad, sus negocios, sus escuelas y de todo. Confíen en la presencia del Ejército, de los federales. No se van a ir. Llegaron para quedarse hasta que no quede ningún criminal en Apatzingán, que es el objetivo de todos los comunitarios.


