EN LA LÍNEA

 

¡Mentiroso!, le dice Jesús Zambrano

Félix Fuentes

Perdido en la palabrería y cada día con menos seguidores, Andrés Manuel López Obrador amenaza en sus sueños de poder con formular denuncias por “traición a la patria” contra legisladores que voten en pro de la reforma energética.

En su paranoia amaga el tabasqueño al presidente Enrique Peña Nieto con una condena de 40 años de prisión por proponer la reforma que abriría al capital privado en la extracción del petróleo. También navega en la confusión Cuauhtémoc Cárdenas, al apoyar de soslayo a López Obrador en la presunta traición a la patria.

Ambos debieran leer la Carta Magna y el Código Penal Federal y entender que una iniciativa presidencial, de cualquier orden, no implica traición a la patria porque, a final de cuentas, diputados y senadores son quienes la aceptan o la rechazan.

Y los legisladores están en su derecho de hacer leyes como crean conveniente, sin cortapisa alguna y menos bajo amenazas de dos expriistas que en cinco ocasiones fueron derrotados en sus aspiraciones presidenciales, tres Cárdenas y dos Andrés Manuel. El michoacano no debió bajar al nivel de las frustraciones.

Agotada su imagen y sin propuestas para impulsar el proyecto de Morena, López Obrador se ha colgado del petróleo y pretende vestirse de héroe si evita la presunta privatización. Alguno de sus congéneres debiera ilustrarlo sobre el desplome de Pemex, que en los primeros nueve meses de este año perdió más de 92 mil millones de pesos.

Agotados los mantos petroleros en tierra firme y en pozos de escasa profundidad acuática, hoy es necesario extraer el crudo en la profundidad de los mares, y Pemex carece de tecnología y recursos para tan magnas tareas.

Pemex dejó de extraer mil millones de barriles por día, a partir del gobierno del panista Vicente Fox. El botudo de Guanajuato y el también blanquiazul Felipe Calderón no emprendieron nuevas exploraciones y tampoco quisieron construir refinerías.

De lo anterior no dijo una palabra López Obrador en su momento, y el domingo pasado propuso una más de sus barbaridades: que el PAN y el PRD hagan una alianza para impedir la reforma energética, lo cual ya desechó el partido de derecha. Primero agrede a los legisladores y luego los incita a unirse.

López Obrador ha vituperado como nadie al panismo. No se cansa de decir que los blanquiazules y Calderón le robaron la elección del 2006. Y en la campaña para el gobierno del Estado de México, aún en calidad de perredista, recorrió los municipios de esa entidad y se opuso, vehemente, a una alianza del PAN y PRD.

No importó al tabasqueño que perdiera el abanderado de su partido, Alejandro Encinas, y en su mismo partido se preguntaban si esa cruzada fue gratis.

Tan contradictorio como es, El Peje afirmó que el PRD pactó para votar por la reforma hacendaria y el PAN se comprometió a apoyar la reforma energética. Por supuesto, no ofreció ninguna evidencia de sus dichos y le salió al paso uno de sus anteriores congéneres, Jesús Zambrano, quien lo tachó de mentiroso y falaz.

Zambrano comparó a Andrés Manuel con el filtrador de información estadounidense Edward Snowden, quien sí ofreció datos duros, dijo. Pero el “Snowden mexicano ni siquiera dice: aquí están las pruebas, tengo grabaciones, una película, lo que sea… es su dicho para sembrar insidia, una vil mentira para desacreditar al PRD”, señaló.

Sobre el supuesto acuerdo para votar las iniciativas presidenciales manifestó Zambrano que es “una clara y brutal mentira” de López Obrador. Así lo catalogan sus examigos de izquierda, de mentiroso. Pero todavía lo escuchan algunos en el Zócalo, su lugar favorito para denostar a sus adversarios. Es la plaza de su tumba política.