CAFÉ POLÍTICO
Dependerán de la habilidad negociadora de priistas
Cuando la lucha entre facciones es intensa,
el político se interesa, no por todo el pueblo,
sino por el sector a que él pertenece.
Thomas Macaulay
José Fonseca
Quizá, como algunos piensan, el Pacto por México empieza a agotarse. Personalmente no lo creo, porque, a pesar de los rezongos de panistas y perredistas, el acuerdo político les ha dado a los partidos de oposición un espacio privilegiado para dialogar y negociar con el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.
Los amargosos argumentos de que se hace a un lado al Congreso son tonterías, porque aunque haya acuerdos en el Pacto, al final del día esos acuerdos pueden —y han sido— rectificados por los senadores y diputados, quienes tienen la última palabra a la hora de aprobar cualquier iniciativa.
Una vez aprobadas, con innumerables cambios, muchas de las reformas propuestas por el gobierno peñista, queda la más importante: la reforma energética.
Los panistas aprovechan la coyuntura favorable. Saben que en el Congreso hacen falta sus votos para aprobar los cambios constitucionales contenidos en la propuesta de reforma energética del gobierno del presidente Peña Nieto.
No es crítica, pues torpes serían en no aprovechar una circunstancia favorable. Por eso han condicionado su apoyo a la reforma energética a que antes se apruebe una reforma político electoral.
En la misma línea, aunque con argumentos distintos, los perredistas amagaron con salirse de las negociaciones en el Senado; pero poco duró su propósito: cuando se dieron cuenta de que la negociación de la reforma política electoral está en sus últimas etapas, decidieron volver a las mesas del diálogo.
HabrÌa sido un grave error dejar esa reforma sólo en manos de los senadores priistas y panistas. No pueden darse ese lujo cuando tienen que rendir cuentas en el interior de su partido, donde la influencia pejista amenaza con desangrar la nómina de militantes del PRD.
Así, cada uno de los partidos de oposición ha colocado al PRI entre dos fuegos. Habrá, sin duda, reforma político electoral, pero será descafeinada, sin los ribetes de parlamentarismo que pretendían el PAN y el PRD.
Un ejemplo es el tema de la reelección. Una vez llegada la hora de decidir, los partidos le pondrán candados que impedirán que se salgan del carril partidista los senadores y diputados que busquen la reelección.
No hay duda de que habrá reforma energética. Cuán profunda dependerá de la habilidad negociadora de los senadores priistas, quienes tienen la formidable tarea de conciliar y reconciliar a las facciones panistas, tan distraídas en sus pleitos internos.
jfonseca@cafepolÌtico.com
