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Sedena: aquí no se presenta ese mal en las tropas

Bernardo González Solano

Como suele suceder en la novísima terminología usual de los medios de comunicación —impresos y orales—, el cine de Estados Unidos ha servido, una vez más, para que una enfermedad moderna: el síndrome (o trastorno) de estrés postraumático circulara libremente como si todo el mundo fuera psiquiatra o médico especialista en desórdenes mentales propios de los veteranos de guerra que tomaron parte en los últimos conflictos bélicos del Tío Sam en Afganistán, Pakistán, Irak o donde mejor le plazca.

El mejor ejemplo de un enfermo de estrés postraumático fue John Rambo (el personaje acorralado de la popular saga cinematográfica cuyo primer film First Blood se rodó en 1982), representado por el forzudo actor estadounidense Michael Sylvester Gardenzio Stallone, mejor conocido como Sylvester Stallone (6 de julio de 1946). Aunque en esta película jamás se dice que Rambo es un enfermo de estrés postraumático, todas las matanzas y barbaridades que realiza en estos filmes son producto del síndrome de estrés postraumático.

Las cifras

Para entender un poco el tamaño del problema, resulta que según los últimos estudios el estrés postraumático afecta al 13.8% de los soldados gringos que regresan de una misión bélica. Uno de cada cinco veteranos de esas guerras exóticas, en Irak o Afganistán —400 mil hombres y mujeres—, sufre depresión grave o ese tipo de estrés: una mezcla tóxica de depresión, desesperación, ataques de pánico, dolores psicosomáticos, ira e insomnio. Un informe reciente del ejército de Estados Unidos                                             dice que el índice de suicidios entre los soldados en activo pasó de 9.6 por cada 100 mil en 2004 a 24 en 2011. Hasta junio del presente año, había más militares muertos por suicidio que en combate.

El trastorno mental se ha convertido en la lesión más característica de las últimas guerras del imperio y los números hablan por sí solos: cada día se suicida un soldado que retornó de una zona de guerra. ¿En qué falla la atención a los excombatientes del ejército estadounidense? Los expertos dicen que el sistema está desbordado y no hay suficientes especialistas para tratar a los soldados que sufren desórdenes mentales al volver de la guerra.

El presidente Barack Obama vio la luz de alarma y decidió invertir más en la atención psicológica para los veteranos de guerra y militares aún en servicio. Apenas el 31 de agosto de 2012 publicó un decreto de ley para otorgar más fondos; entre esa fecha y el pasado mes de marzo se incrementó en un 50% la capacidad de atención y el año anterior se invirtieron 5 mil millones de dólares en servicios de salud mental. Nada más. Y está en marcha una campaña nacional para la prevención del suicidio con el fin de conectar a los veteranos y militares en activo con los servicios de salud mental.

De cara al problema del estrés postraumático entre los combatientes estadounidenses, lo cierto es que, a menudo, los militares recelan de la asistencia que les pueden ofrecer los especialistas civiles.

Y, según los expertos en el asunto, el suicidio se ha convertido en la causa de muerte más frecuente entre los militares de Estados Unidos que la guerra en sí. Así, se sabe que el número total de soldados que se suicidaron desde que volvieron de Afganistán supera la cantidad de militares muertos en combate allí.

 

Proyectos pilotos de ayuda

Los problemas mentales son una de las causas principales que empujan a los veteranos a buscar ayuda en el Departamento de Asuntos de Veteranos, dependencia del gobierno federal de la Unión Americana. De ellos, el síndrome de estrés postraumático es el trastorno más frecuente por encima de la depresión y el abuso de drogas.

Perla Schnurr, vicedirectora ejecutiva del centro nacional para el estrés postraumático, declaró a BBC Mundo que “el síndrome es un problema muy significativo entre los veteranos y el personal militar puesto que es uno de los trastornos más comunes que afecta a los individuos que viven una experiencia traumática durante el servicio militar, como por ejemplo la exposición a una zona de guerra”.

Dada la relevancia del problema, en los últimos meses se han establecido 15 proyectos piloto en siete estados de la Unión Americana donde se encuentra el Departamento de Asuntos de Veteranos en los que proveedores de salud mental ayudan a los excombatientes a tener acceso a servicios de salud mental a tiempo. Por ello, se han contratado a mil 600 proveedores de salud mental y 248 nuevos especialistas del ramo. Cabe mencionar que el trastorno de estrés postraumático no es el único mal que afecta a los soldados y militares en servicio. Hay muchos que sufren lesiones cerebrales que provocan que los dolores y las secuelas se vuelvan tan insoportables que deciden terminar con sus vidas. Pero, quien padece el estrés no puede dejar de pensar en el hecho traumático e incluso lo revive. Actualmente, el estrés postraumático afecta al 13.8% de los militares que regresan de una misión bélica. En 2010, el ejército estadounidense diagnosticó con ese mal a 10 mil 756 soldados, en comparación con 4 mil 967 en 2005.

 

El caso de los soldados mexicanos

Aunque el problema del síndrome de estrés postraumático entre las tropas del ejército mexicano no tiene ni punto de comparación con el del vecino del norte, el tema ha llamado la atención de periódicos como La Jornada, que en su edición del lunes 4 de noviembre publicó un reportaje firmado por Jesús Aranda, que dice que “hasta la fecha, la Sedena no ha aceptado oficialmente que el incremento en las cargas de trabajo, el aumento en el número de días que los militares eran enviados a destruir cultivos ilícitos y la creciente participación en enfrentamientos armados con miembros de la delincuencia organizada haya influido en que se presentaran casos del llamado «estrés postraumático»… Además, no registra que algún general hubiera sido tratado, e indica que en los primeros ocho meses del presente año hubo un tendencia a la baja en el número de soldados atendidos. El 13 de mayo pasado, La Jornada publicó que la Sedena reconocía que no contaba con «médicos militares especialistas en psiquiatría castrense o de guerra» para atender los casos de estrés postraumático, que es un padecimiento al que están expuestos los soldados que participan en combates, sufren lesiones o accidentes o que simplemente tienen traumas por haber matado (a delincuentes) o visto morir a un compañero en acción”.

Asimismo, este periódico informa que “en los años recientes se incrementó sustancialmente la problemática de militares que sufren trastornos psicológicos. De 2006 a la fecha, 20 mil 469 elementos de las fuerzas armadas recibieron atención especializada  y de éstos, 159 pasaron a retiro por estos padecimientos, según cifras de la Secretaría de la Defensa Nacional… De ser un problema prácticamente inexistente en 2006, y de alcanzar su máxima incidencia en plena «guerra» contra el narcotráfico, el número de soldados atendidos por este problema ha disminuido en los ocho primeros meses del presente año”.