Miles de brasileñas dejaron en sus casas los sujetadores de sus biquinis y ocuparon las playas de Río de Janeiro para exigir la legalización del topless, una iniciativa que ha generado un intenso debate sobre la legislación vigente que considera a esta práctica como un “atentado al pudor”.
La convocatoria para el llamado “toplessazo” se diseminó por las redes sociales y llegó a sumar más de 8 mil adhesiones y promesas de participación, pero a la hora de dejar sus senos desnudos sólo aparecieron unas pocas mujeres.
Aun así, la protesta generó un debate que se extendió por internet, la prensa y la televisión, en el que hasta numerosos juristas exigieron una modernización del Código Penal brasileño, que data de 1940 y contiene artículos en “defensa de la moral”, lo que para muchos, hoy, ha quedado desfasado.
“El Código Penal fue hecho para otro mundo y mucho de lo que era obsceno en aquella época ya ha dejado de serlo”, declaró el abogado Leonardo Ribeiro da Luz, especialista en derechos civiles.
La discusión generada desde el momento en que se divulgó la convocatoria, hace unos 15 días, ya tuvo un primer efecto en la política y el concejal Elton Babú propuso un proyecto de ley que permita la práctica del topless en las playas cariocas.
Sin embargo, la presidenta de la Comisión de Defensa de la Mujer de la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro, Tania Bastos, consideró que “para eso existen las playas nudistas”, que en la ciudad son pocas y están en sitios alejados.
El “toplessazo” fue promovido por la actriz Cristina Flores y la productora cultural Ana Ríos, quienes aprovecharon el primer día del verano carioca para protestar contra la “arbitrariedad” que, según sostienen, supone esa prohibición.
Cristina dijo que decidió promover la protesta después de que fue víctima directa de esa normativa en noviembre, cuando tuvo un altercado con la policía mientras posaba con los senos desnudos para un fotógrafo en la playa de Ipanema, en el marco de un trabajo para divulgar una obra de teatro.