Sus funerales, su herencia y la “travesura” de Obama
Frida Modak
La muerte de Nelson Mandela abre un nuevo capítulo en la historia de Sudáfrica, y la pregunta es si hay y quién es el podría tener los títulos para ocupar su lugar, lo que no es fácil si se analiza la trayectoria del desaparecido líder.
También es importante retroceder algunos siglos y llegar hasta el siglo XV, que marca la entrada de los europeos en África como colonizadores, lo que dio lugar al establecimiento de gobiernos cuya visión se centraba más que nada en las riquezas naturales que existían en esos territorios.
El oro y los diamantes eran el tesoro más codiciado, el petróleo vendría después y en la actualidad es la riqueza más ambicionada por los que aparecen como los hipotéticos nuevos colonizadores, como lo vimos en la guerra contra Libia y como lo estamos viendo en Siria, considerada como puente para acceder a Irán.
Mirada en ese contexto pasado y presente, la comprensión de la realidad que enfrentaba, determina que Mandela alcanzara el liderato que le permitió dirigir la gesta independentista de su país en términos muy diferentes a los que se dieron en otras naciones africanas, como ocurrió, por ejemplo, en lo que fue el Congo belga, donde la violencia de los europeos no tuvo límites.
De ahí que la pregunta del momento sea cómo será Sudáfrica en esta nueva etapa, considerando en particular las críticas que se le formulan al actual presidente Jacob Zuma, al que se le atribuyen manejos financieros poco claros.
Su herencia
Para el pueblo sudafricano, Mandela es el hombre que le abrió las puertas a una forma de vida en la que han alcanzado su condición de seres humanos, la que les era negada de hecho y de derecho en los tiempos de la dominación inglesa.
Son muchos los que no han logrado grandes beneficios en el plano económico, pero su calidad de vida es otra y así lo refleja el siguiente párrafo de una nota publicada en el diario Reforma, fechada en Johannesburgo y firmada por Jaime Velásquez:
“En las calles de Soweto, el antiguo gueto negro de Johannesburgo, ese mismo lugar que vio la lucha encarnizada contra el apartheid, las terrazas están llenas de gente con sus mejores galas.
“El día después de la muerte de Nelson Mandela los vecinos de esa antigua barriada sin agua ni electricidad muestran su agradecimiento al hombre que los liberó, sin arrebatos políticos sino con una cerveza en la mesa y un smart phone en la mano”.
Y en este punto se registra una interesante coincidencia con lo que señala el reciente informe de Latinobarómetro al apuntar que en nuestros países el segmento que sólo tiene para comprarse una comida al día, tiene y usa el teléfono celular como medio de comunicación, los teléfonos fijos son incosteables para la mayoría.
Los sudafricanos piensan que se van a producir muchos cambios que esperan que sean para mejor, y en el camino iniciado por Mandela, de quien una joven expresó: “Es Jesucristo para nosotros”, pero las dudas surgen en torno a quiénes son sus sucesores en el gobierno.
Quienes compartieron con Mandela esta experiencia desde un comienzo tienen claro que se hicieron algunas concesiones como forma de lograr el cambio por una vía no violenta, lo que no fue fácil, pero mientras unos lo aprueban hay otros que lo cuestionan y no falta quien estime que traicionó la lucha.
Las informaciones que han circulado en estos días muestran otros aspectos que deberían preocupar, como la actitud de nietos de Mandela, que por ese hecho han ganado elecciones y accedido a puestos de mediana importancia, pero se sienten merecedores de trato privilegiado.
Mandela y Fidel, Obama y Raúl
En el acto de homenaje a Mandela realizado en el estadio Soccer City, participaron dos figuras que por el hecho de saludarse en forma amistosa centraron la atención de los presentes y de los que desde distintas latitudes seguían los acontecimientos.
El saludo y el apretón de manos con que se saludaron fue considerado como normal y propio de gente civilizada por el presidente cubano, pero tanto la prensa como algunas personalidades quisieron darle otro alcance.
Lo que sólo algunos recordaron fue que Mandela estuvo en Cuba en 1991, poco después de ser liberado, y que ahí nació una fuerte amistad personal entre él y Fidel, lo que fue recordado por la prensa europea, así como las palabras que pronunció el líder sudafricano al llegar a La Habana:
“Antes de que digamos algo, me tiene que decir cuando irá a Sudáfrica”, y agregó: “Hemos tenido visitantes de una amplia gama de personas. Y nuestra amiga Cuba, que nos ayudó a entrenar a nuestra gente, nos dio recursos que mantuvieron nuestra lucha, preparó a nuestra gente como médicos. Usted no ha venido a nuestro país. ¿Cuándo va a venir?”
Lo sorprendente, entonces, habría sido que el actual presidente cubano no estuviera en una ocasión como esta.
La “travesura” de Obama
La prensa internacional ha mostrado una imagen del mandatario estadunidense que tal vez hubiera parecido simpática en otra ocasión, pero que en esta oportunidad resultó una falta de respeto inconmensurable en un acto en el que se le rendía homenaje a una figura como la de Nelson Mandela.
Más cuestionable aún, por tratarse de un hombre no sólo de muchos méritos como Mandela, sino que además encarna la lucha de la raza negra por el respeto a sus derechos, que es lo que no pocos piensan que también debería representar Obama, le guste o no.
La molestia evidente de su esposa, que lo acompañaba en ese acto, pareciera mostrar a un Obama con algunas cualidades que no se le conocían, al menos públicamente y si bien eso ya no va a dañar su carrera política, que toca a su fin y está bastante a mal traer, el episodio muestra una cara poco grata de quien gobierna el país que presume de ser el más importante y poderoso.

