Nicolas Echaniz, programador, que desde pequeño tenía la idea de vivir en comunidad autosusentabe. “Recorrí comunidades en Uruguay, participé en la ecoaldea Chobita en Cañuelas. Cuatro años de autoconstrucción natural, apicultura y cultivo orgánico y desarrollo software libre. Así creció mi interés por alternativas comunitarias y sustentables”, dijo.
Echaniz estableció su casa con su novia, Jesica Giudice, en José de la Quintana, donde colaboraron con la creación de radio y centro cultural, además de poner en marcha la red digital comunitaria QuintanaLibre. Pero Echániz, idealista práctico que vivió en ecoaldeas durante 15 años, vio la oportunidad de construir cierta especie de internet cooperativa: él creó enlaces en la red de internet más cercana, y compró sencilla conexión, suficientemente potente como para abastecer a 70 familias.
Los usuarios compartían los bajos costes. En Argentina, donde el gobierno regaló computadoras portátiles a todos los niños de la escuela pública, es normal que los aparatos puedan los conecten inalámbricamente. Quintana recibió casi 300 computadoras para los niños , lo que facilitó que incluso familias pobres pudieran invertir la pequeña cantidad en la conexión a internet.
Como la cobertura telefónica en el pueblo es tan mala, los habitantes llaman a través de servicios VoIP gratuitos en la red local. En otras partes del mundo, los expertos evitan el problema de las licencias del espectro al construir redes caseras a través de WiFi.
En la mayoría de países, según tiempo.com.mx, no conceden licencias para la red inalámbrica, por lo que es posible crear pequeñas redes en bares u oficinas. Como la señas de WiFi decae a partir de varios metros, las grandes empresas de telecomunicaciones no ven en esta frecuencia amenaza comercial. Pero con la ayuda de equipo casero, como las “cantenas” (antenas construidas con latas) y routers con modificaciones la señal de WiFi pueden concentrar y ampliar a varios kilómetros. Es decir que, el pueblo entero puede tener conexión inalámbricamente con sus propios smartphones o computadoras. Y al crear cadena de dispositivos WiFi, cualquiera de estas redes puede acceder, además, a conexiones de internet hasta a 50 kilómetros de distancia.
Desde el éxito de Quintana, Echaniz y otros muchos otros trabajan conjuntamente bajo la supervisión de Altermundi, para enseñar a pequeñas comunidades argentinas a construir sus propias redes comunitarias. Pero también insta a quienes no están en conexión a que lo hagan ellos mismos: “No esperen y háganlo. La mayoría de lugares del mundo no tendrán cobertura debid0 a las grandes empresas. Pero si la gente toma estas herramientas, disponibles y bastante baratas, podrá c o n e c t a r s e por cuenta propia”.