Susana Hernández Espíndola
¡El futuro ya está aquí! Si alguien pensó que los llamados drones o aviones robóticos no tripulados eran cosa sólo de películas o del ámbito militar, la gigantesca tienda de artículos electrónicos Amazon, ubicada en Seattle, Estados Unidos, ya planea un inédito y moderno sistema automatizado de entrega de productos a domicilio, el cual, mediante el uso de esos aparatos, probablemente va a revolucionar el comercio no sólo en las grandes urbes, sino en las áreas rurales donde el reparto por mensajería resulta más costoso.
Este sistema, bautizado como Prime Air, estará funcionando a más tardar en cinco años, y los clientes de Amazon, como cuando compran pizzas, sólo tendrán que esperar 30 minutos hasta que aterrice frente a su puerta un drone y descargue productos pedidos vía telefónica o por línea en la sucursal más cercana.
El pasado 1 de diciembre, en el programa estadounidense de la cadena de televisión CBS, 60 Minutos, el presidente de Amazon, Jeff Bezos, sorprendió a propios y extraños con el anuncio del nuevo sistema de entrega, el cual, además de generar muy buenas expectativas, también ha provocado un acalorado debate en materias de privacidad, espionaje y seguridad.
En Twitter y otras redes sociales se manifestaron preocupaciones porque los drones espíen y videograben a la ciudadanía desde sus ventanas, monitoreen a las personas en las sucursales bancarias, causen estropicios y hasta secuestren niños, lo que ha dado pie a propuestas legislativas para limitar desde ya el uso de esas naves e imponer regulaciones para que no puedan ser utilizadas con fines perversos.
Sólo imagine el lector qué pasaría, por ejemplo, en lugares como México, si la delincuencia organizada comienza a usar drones para perseguir a sus víctimas.
Por fortuna, en la actualidad, fuera del ámbito de la guerra y el espionaje “estratégico”, los drones son usados por las naciones para fines más benevolentes: en ambientes de alta toxicidad química y radiológicos producidos por desastres como el de la planta nuclear de Fukushima, Japón, o el de Chernóbil, en Rusia; monitoreo de plataformas petroleras; control de incendios; tareas de rescate, cartografía, agricultura, geología, hidrología, seguimiento de obras y evaluación de su impacto y planificación urbanística, etcétera.
Según Bezzos, quien recientemente compró el diario The Washington Post, la flota de drones de Amazon podría transportar pequeños paquetes de 1.6 kilos y funcionar en un radio de 16 kilómetros. Sin embargo, aún no hay una ley clara para el uso del espacio aéreo, por lo que el proyecto de esa empresa tendrá que lograr, primero, la probación de la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos.
El reparto de mercancías mediante drones tendrá que superar también los retos que plantean las probables colisiones entre esos robots, los obstáculos, los actos de vandalismo, las condiciones climatológicas adversas e, incluso, la mala información que aporten los clientes sobre las coordenadas en las que deberán aterrizar las pequeñas aeronaves.
Sin embargo, los sistemas diversos que hoy emplean drones poco a poco están involucrando e impactando la vida de la gente común y su presencia en la sociedad moderna es una realidad.
Drones universitarios
Un ejemplo formidable del uso de drones en la vida cotidiana es el que ocurre actualmente en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés): ese colegio da la bienvenida a sus nuevos alumnos guiándolos a través del campus hasta sus salones de clase, mediante el sistema de mini drones SkyCall.
Como el terreno de las instalaciones universitarias, mayor a los 168 acres, es un complejo laberinto de edificios, encontrar un salón equivale casi a hallar un grano de arena en la playa. Sin embargo, con este sistema futurista, creado por el Senseable City Laboratory, ubicado en Cambridge, cualquier estudiante, mediante una aplicación telefónica descargable llamada precisamente SkyCall, solamente tiene que solicitar ser guiado hasta su salón (identificado con un número) para que un pequeño robot volador aparezca y lo comience a llevar hasta su destino mientras, por medio de un altavoz, muestra los puntos de referencia a lo largo del camino.
“Tuvimos muchos estudiantes nuevos en el campus y vimos este proyecto como una buena oportunidad para probarlo”, aseguró Carlo Ratti, director del Senseable City Laboratory, al poner en marcha este proyecto, a principios de 2013.
“Es tan solo un paso más para utilizar SkyCall en situaciones más complejas, como misiones de búsqueda y rescate”, recalcó.
Volando a una velocidad de seis kilómetros por hora, el “cuadricóptero”, como se le llama al robot de cuatro hélices, puede viajar una milla (1.6 kilómetros) y tiene energía suficiente en su batería para mantenerse en el aire durante 15 minutos.
Los sensores de sonar incorporados garantizan que un SkyCall no chocará contra obstáculos. Y, en caso que el visitante se retrase, este helicóptero inteligente lo esperará hasta que lo alcance, de manera similar a como trabaja un guía de viajes de la vida real.
El dispositivo tiene una cámara incorporada, de manera que podría transmitir secuencias a otros, algo especialmente útil en las misiones de rescate, o podría enlazarse con el teléfono del usuario para darle una vista aérea del viaje.
“Los drones se han ganado una mala reputación por las implicaciones militares”, explicó Ratti, pero indicó que se espera que en el futuro SkyCall se pueda desarrollar en un amplio espectro de actividades, que van desde el turismo urbano hasta las labores de rescate de sobrevivientes de desastres aéreos o de otra índole.
Los juguetitos de Calderón
Si bien en México el periódico Reforma fue el primer medio de comunicación en utilizar un drone de la compañía mexicana de filmaciones Drones Skycam para cubrir la manifestación de los maestros de la CNTE, el pasado 1 de septiembre, al menos desde el 2009 el gobierno mexicano ya estaba usando esas aeronaves en la guerra del ex presidente Felipe Calderón contra la delincuencia organizada.
Las fuerzas armadas mexicanas cuentan actualmente con por lo menos siete drones, de los cuales uno de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y dos de la Policía Federal (PF) fueron presentados públicamente en los desfiles militares del 16 de septiembre de 2012 y 2013, respectivamente.
Se sabe que a la Sedena pertenecen los drones Hermes 450, G1 Guerrero y S4 Ehécatl, adquiridos por el gobierno de Felipe Calderón, y cuyas horas de vuelo sumaban, hasta el día del segundo de esos desfiles, un poco más de 110.
En el oficio número 0001938 de la Sedena, hecho público tras una solicitud al Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI), se indica que en el periodo del 30 de abril al 30 de julio del 2009 se materializó la compra de por lo menos una de estas aeronaves a la empresa israelí Elbit Systems (el Hermes 450), a un costo de 25 millones de dólares.
No obstante, la organización Wikileaks dio a conocer que para lograr esta venta, la empresa israelí pagó un supuesto soborno a funcionarios de la Secretaría de Gobernación, a cambio de que evitaran la adquisición de drones de la empresa jalisciense Hydra-Technologies, fabricantes de las naves G1 Guerrero, S4 Ehécatl y E1 Gavilán, entre otros, los cuales eran superiores en calidad como se había mostrado en las pruebas.
En marzo de 2012, Paul McLeary, de Aviation Week, reveló que había visto documentos de la Secretaría de Hacienda de México, con fecha del 20 de diciembre de 2011, referidos a la compra, por 50 millones de dólares, en partes para “aviones no tripulados para la Policía Federal”.
Al hacer hincapié en que la guerra contra los cárteles se hacía más “robótica”, McLeary dijo que se trataba de drones Hermes 900 de Elbit Systems. También Indicó que el Ejército poseía dos aeronaves Hermes 450, mientras las fuerzas policiales federales ya contaban con más de una docena de modelos más pequeños.
El Hermes 900 tiene más del doble de la resistencia de los 450, puede volar durante 40 horas, en comparación con las escasas 17 horas del mismo modelo y se eleva 15 mil pies aún más arriba.
“Eso significa”, sostuvo McLeary, “que las fuerzas de seguridad de México serán capaces de espiar a los cárteles por más tiempo, a mayor altitud y en silencio, sin la ayuda de los norteamericanos”.
También afirmó que no había indicios de que los aparatos voladores fueran a llevar armas. Porque “México probablemente no quiere correr el riesgo de incinerar a sus propios ciudadanos”.
La Secretaría de Marina (Semar) por su parte, trabaja desde 2011 en un proyecto de construcción de sus propios drones a través del Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico de la Armada de México.
Al momento, la Semar ha fabricado dos aeronaves no tripuladas, una VANT y una MiniVant, que costaron 4 millones de pesos, y cuyo mantenimiento anual asciende a 1 millón 250 mil pesos.
Estas aeronaves, que solamente han sido usadas en pruebas de campo y en las que no se prevé que se instalen armas letales, tienen un diseño aerodinámico, están manufacturadas con base en fibra de carbono y refuerzos en kevlar, y pueden elevarse a una altura equivalente a tres veces (675 metros) la Torre Mayor de la capital mexicana. También están dotadas de cámaras fotográficas y de video, con vistas diurna y nocturna para la detección de objetivos y el levantamiento de mosaicos fotográficos aéreos.
En su primer Informe de Gobierno el presidente Enrique Peña Nieto refirió que mediante el empleo de drones se llevaron a cabo 116 vuelos de vigilancia y reconocimiento aéreos en instalaciones estratégicas, con un total de 532 horas de vuelo.
Según artículos publicados en septiembre y el 1 de diciembre por The Washington Post, el interés del régimen de Felipe Calderón en estos robots voladores no tripulados surgió cuando se hizo público que drones estadounidenses se internaban en el espacio aéreo mexicano en el marco de presuntas operaciones contra el narcotráfico.
Tan entusiasmadas estaban las autoridades mexicanas con las características de los drones, que los miraban casi como juguetes bélicos, al grado que le pidieron expresamente al ex presidente George W. Bush colaborar con un mayor número de vuelos armados (con aeronaves Predator y Global Hawk) en la lucha contra la delincuencia. Sin embargo, debido a las constantes operaciones de la Unión Americana en Afganistán, Iraq, Yemen y Pakistán, esas incursiones en territorio mexicano fueron limitadas.
El diario sostuvo que si bien la Unión Americana recibió en 2009 autorización para sobrevolar los cielos mexicanos con un drone que intentaba rastrear a los responsables del asalto y asesinato de un agente de la Patrulla Fronteriza, la operación despertó suspicacias en el país, por lo que se pactó que el gobierno de Washington cediera a las autoridades mexicanas el control de esos vuelos.
Aunque se ignora si México disponía en ese momento de la tecnología adecuada para controlar totalmente, por su cuenta y desde su suelo a los aparatos, el diario sostuvo que “Calderón se enamoró de esa tecnología” y compró algunos de ellos, los cuales fueron usados en operativos contra el crimen organizado, como el que provocó la supuesta muerte del líder de “La Familia Michoacana”, Nazario Moreno González, el 9 de diciembre de 2010, pero de quien se dice que sigue vivo y hoy es el jefe de “Los Caballeros Templarios”.
Pese a que en un principio la Casa Blanca se mostró renuente a que México adquiriera ese tipo de aviones ante posibles afectaciones a la población civil, el primer indicio de esa compra quedó al descubierto ese mismo mes, cuando uno de los drones se estrelló en El Paso, Texas.
Misterioso contrabandista
La adquisición de drones durante la administración de Felipe Calderón fue tan furtiva y con tanta opacidad, que el 21 de noviembre de 2012 se informó que en el Aeropuerto Internacional Ben-Gurion, en Tel Aviv, un supuesto turista mexicano, del cual se desconoce su nombre, había sido detenido, el día 15, al tratar de ingresar de contrabando dos de esas aeronaves desmanteladas en piezas distribuidas en tres maletas.
Autoridades de la terminal aérea señalaron que el mexicano mostró un comportamiento sospechoso al ingresar por el carril “nothing to declare” (nada que declarar), por lo que se tomó la determinación de inspeccionar su equipaje.
El sujeto había logrado pasar sin problemas su escala en París, a donde llegó procedente de México, y los filtros de la aerolínea El Al. No obstante, en los retenes aduanales de Tel Aviv fue descubierto.
El individuo declaró que los drones pertenecían al gobierno mexicano, que los había comprado a la compañía israelí Aeronautics Defense Systems, en la ciudad de Yavne, ubicada a 20 kilómetros al sur de Jaffa, pero que se habían dañado y los llevaba a reparar. A pesar de ello, sólo portaba su visa de turista y ningún otro documento que respaldara su versión, ni quién o quiénes eran sus contactos, el lugar en el que se hospedaría y el tiempo en que permanecería en esa nación.
La propia compañía aseguró que no atendía reparaciones sin previa cita y que, además de que no había recibido ninguna solicitud de esa índole, tampoco había sido informada sobre la llegada del misterioso visitante.
Tras del intercambio de información y de comunicaciones entre la embajada de Israel en México y el gobierno de Calderón, a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores, el caso quedó cerrado sin que se proporcionara mayor información.
Licencia para matar
La supremacía estadounidense en materia de drones, ha sido acompañada siempre por acusaciones de que el uso de estos aviones en las operaciones de guerra contra el terrorismo ha ocasionado más bajas civiles que de agresores sociales.
Apenas a mediados de noviembre las organizaciones de derechos humanos Reprieve y CodePink sostuvieron que más de 700 ciudadanos yemeníes han muerto en brutales cruces con misiles lanzados por los drones norteamericanos.
Dijeron que desde el año 2011, con el incremento de la actividad militar en la persecución y exterminio de los miembros de la organización terrorista Al Qaeda en Yemen, las descargas de los robots estadounidenses han sido indiscriminadas y la población civil ha resultado muy afectada, en particular a partir del 7 de agosto de este año, cuando las misiones de guerra aumentaron.
Poco después de esa fecha, al documentar masacres en Afganistán, Somalia y Pakistán, además de algunas más realizadas por Israel, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) emitió un comunicado de censura.
En una reunión del Consejo de Seguridad sobre la protección de los civiles, la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh), Navi Pillay, condenó tajantemente los ataques con drones al indicar que, desde 2004, sólo en Pakistán han muerto 3 mil 500 personas con el pretexto de la lucha contra el terrorismo.
Pillay indicó que las operaciones en los países que han sido objeto de ataques de aviones teledirigidos provocan la muerte de civiles inocentes y conllevan implicaciones humanitarias.
Tras investigaciones presentadas en octubre en Washington, dos de las agrupaciones de derechos humanos más prominentes acusaron a Estados Unidos de haber dado muerte a cientos de civiles –incluidos niños y ancianas–, cometido crímenes de guerra y violado leyes de conflicto armado y derechos humanos en sus operaciones bélicas antiterroristas realizadas con drones.
Letta Tayler, investigadora de Human Rights Watch (HRW), señaló que desde 2009 Estados Unidos había perpetrado unos 80 ataques con esas armas en Yemen y matado a 473 personas (un mes después, como ya se mencionó, la cifra era de 700).
Por su parte Mustafa Quadri, de Amnistía Internacional (AI), denunció que el programa de asesinatos con aviones no tripulados daba a la Casa Blanca una licencia para matar fuera del alcance de los tribunales.
AI y HRW concluyeron que existe amplia evidencia de la violación a la ley internacional en estas operaciones.
El informe de AI, que señaló que los oficiales responsables deberían ser enjuiciados, documentó 45 ataques con drones efectuados entre enero y agosto de 2012 en la zona tribal de Waziristán, en el noroeste de Pakistán, e indicó que en varios casos se pueden suponer crímenes de guerra, ya que murieron civiles de manera indiscriminada, incluida una abuela de 68 años que se hallaba en labores agrícolas al lado de sus nietos, y un niño de 14 años.
HRW dijo que Estados Unidos ha violado leyes de conflicto armado y humanitarias al disparar contra blancos no legítimos o sin hacer lo suficiente para limitar las bajas civiles. En uno de estos ataques en Yemen, acusó, donde el objetivo supuestamente era un líder terrorista local, un drone atacó una camioneta y mató a 12 civiles. Un granjero de 23 años contó a HRW que llegó a la camioneta y vio que tres de los cuerpos, incluido el de una mujer con una niña sobre sus piernas y un hombre, eran su padre, madre y hermana de 10 años de edad.
En otro ataque con drones efectuado en 2009 contra un campamento beduino, murieron 14 presuntos terroristas, pero también 41 civiles, dos tercios de ellos mujeres y niños.
En forma paralela, el premier de Pakistán, Nawaz Sharif, apremió al gobierno estadounidense a poner fin a esos ataques, denotando, además, que son violatorios de la soberanía territorial.
Como reacción a esas acusaciones, el vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, enfatizó, el 22 de octubre, el compromiso del presidente Barack Obama con la transparencia. Si bien aseguró que la Presidencia de Estados Unidos sentía preocupación por los civiles muertos durante sus incursiones con drones, sostuvo que las operaciones antiterroristas de ese país son “precisas, legales y efectivas”. Negó a la vez que la Unión Americana actúe de manera contraria al derecho internacional y afirmó que hay una amplia brecha entre los cálculos de bajas de esas organizaciones y las del gobierno de Washington, aunque no aclaró cantidades.
Pakistán, como Calderón
A pesar de la queja de Pakistán en voz de Nawaz Sharif, en otro reportaje publicado por The Washington Post, el 24 de octubre, quedó en evidencia que esa nación (durante los mandatos de Muhammad Mian Soomro y Yusuf Raza Gilani) fue tan displicente con sus ciudadanos como lo fue Felipe Calderón al aceptar las operaciones con drones en México, ya que el diario reveló que el gobierno de Islamabad no sólo respaldó la incursión de robots voladores en su territorio, sino que algunas misiones fueron solicitadas de manera expresa.
El periódico citó documentos que describen decenas de bombardeos con drones en las Áreas Tribales bajo Administración Federal (FATA), ubicadas en la frontera con Afganistán y consideradas como un refugio de los talibanes, milicianos y líderes vinculados a la organización terrorista Al Qaeda. Solo que esos ataques, realizados entre diciembre de 2007 y septiembre de 2008, mataron a unas 3mil personas, entre ellas cientos de civiles, según cálculos independientes.

Los drones de la paz
Aun cuando el uso de drones se ha generalizado en Africa y países como Nigeria, Etiopía o Ghana han comprado esa tecnología, con un objetivo contrario al de los Estados Unidos –que en ese continente también ataca a terroristas-, la ONU inició, este 3 de diciembre, los vuelos de esos artefactos en misiones de paz y protección de civiles en la República Democrática del Congo (RDC).
Esa región, abundante en minerales y ubicada al oeste del Gran Valle del Rift, ha sido escenario de terribles conflictos donde han muerto millones de personas en las últimas décadas.
En meses recientes, las tropas de la ONU apoyaron a las fuerzas de la RDC en su campaña contra los insurgentes del M23
El despliegue de dos aviones desarmados no pilotados, los primeros de un total de cinco, ya bautizados como los drones “azules”, tiene el objetivo de que para marzo o abril próximos exista una operación de vigilancia sobre el este de la RDC las 24 horas del día.
“Los drones nos darán una información táctica muy precisa y en tiempo real que resultará muy útil”, señaló el jefe de la ONU para las misiones de paz, Herve Ladsous, al testificar el lanzamiento de las naves.
Los aviones, que llevarán a cabo misiones de reconocimiento y vigilancia, sobrevolarán las provincias de Kivu Norte y Kivu Sur y la frontera con Ruanda y Uganda, países acusados de apoyar a los insurgentes en territorio congoleño.
Estas aeronaves apoyarán a los casi 20 mil cascos azules que se hallan en la zona y proporcionarán información estratégica a los 3 mil soldados que forman la Brigada de Intervención, cuyo mandato les autoriza atacar para neutralizar a los grupos armados que operan en la región.
China, en pos del liderazgo
Desde septiembre pasado, China intenta, con drones que vuelan más alto y más rápido que el Predator estadounidense, arrebatarle la batuta al gobierno de Washington en esa materia.
Con el nombre codificado de BZK-005, China inició una mini Guerra Fría al poner en el aire un drone de alcance medio, capaz de volar durante 40 horas a una altura de hasta 8 mil metros con una velocidad de crucero de 170 kilómetros por hora.
El vehículo es superior a su contraparte norteamericano, cuya altura máxima de funcionamiento es de 7 mil 600 metros y su velocidad de crucero alcanza los 135.5 kilómetros por hora.
Por supuesto, la nave tiene fines militares ya que pertenece al Ejército Popular de Liberación y jugará un papel importante en la disputa territorial que existe entre China y Japón.
Aunque las Fuerzas Aéreas de Autodefensa japonesas han desplegado cazas de combate cerca de las islas Senkaku (Diaoyu en chino), con el objetivo de interceptar la nueva arma china, es probable que si tiene éxito poco va a repercutir en la fuerza de esa nación ya que, como ocurre con todo en China, el Ejército Popular de Liberación dispone de una de las flotas más amplias de drones en el mundo.
Divergencias en Europa
A pesar de que los Estados Unidos llevan la batuta en cuanto a estos formidables artefactos, la Unión Europea comenzó ya a dar pasos para contar con un sistema de drones a más tardar en siete años.
El 19 de noviembre pasado, en la reunión en Bruselas en la que participaron los ministros de Defensa de la Unión Europea, se encargó a la Agencia de Defensa Europea (AED) un estudio sobre los requerimientos militares y los costos de producción del futuro drone de vigilancia en esta región.
El portavoz de la AED, Peter Round, dio a conocer que el proyecto se llama Sistema Aéreo Pilotado por Control Remoto (RPAS, por sus siglas en inglés) con el que se pretende desafiar el dominio de los Estados Unidos en esta materia.
El prototipo será una nave no tripulada, de altitud media y de vuelo de larga duración, con tecnología de prevención de colisiones y un sistema automático de despegue y aterrizaje.
En el desarrollo de los componentes del aparato, que tendrá que estar listo a más tardar en 2020, participarán ocho países, entre ellos el Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y España, los cuales ya han firmado un acuerdo de inversión.
La AED no ha dado a conocer las características militares del drone europeo, pero se espera que sea sólo para cumplir con tareas de vigilancia, aunque no se descarta que sea capaz de llevar armas a bordo.
A pesar de esta iniciativa, no toda Europa está preparada para dar este salto tecnológico, pero también muy riesgoso si predomina el uso militar. A principios de noviembre, por ejemplo, los dos mayores movimientos políticos de Alemania firmaron un acuerdo para suspender la compra de vehículos aéreos no tripulados armados, bajo el argumento de que se oponen categóricamente a los asesinatos ilegales y con la insistencia de que se deben primero analizar escrupulosamente las directrices civiles y constitucionales y las cuestiones éticas bajo las cuales operarán estas aeronaves.






