La democracia ganó terreno

Teodoro Barajas Rodríguez

Estadista, congruente y con una aportación definitiva para derribar el muro del racismo en Sudáfrica, así fue Nelson Mandela; su figura es un estandarte vivo contra la opresión, la injusticia y todas esas manchas que salpican a la humanidad de tantos padecimientos.

Indiscutiblemente al abordar las grandes biografías del siglo XX, allí tiene un sitial Mandela, un espacio preciso en el que se fabrican esperanzas, futuro y un replanteamiento de utopías para trasmutarlas en realidades.

Fue un activista contra la discriminación racial que bañó de sangre Sudáfrica en el siglo XX, fue el faro de luz en una noche carente de estrellas, cerca de treinta años estuvo cautivo en prisión aunque siempre fue un hombre libre, parece paradójico pero sus ideas tuvieron alas cuyo vuelo nadie detuvo, ni los grilletes, ni la exclusión.

Mandela es el estandarte vivo de la fraternidad, el reconocimiento a su obra es unánime aun de aquéllos que en principio le persiguieron. Estuvo al frente del timón de su país. Sudáfrica y el mundo se enriquecieron desde el nacimiento del gran Nelson Mandela.

La opresión en el mundo, la discriminación y otros lastres maridados con el odio aún permanecen como reflejo de la vileza, de la condición humana tan contradictoria como inefable; el esfuerzo de Mandela adquiere una gran envergadura porque su lucha pacífica dejó una honda huella que no se quedó anclada en el anecdotario porque cambió las condiciones sociales de su país e influyó en el concierto internacional.

Personajes como Nelson Mandela, Mahatma Gandhi, Martin Luther King y la Madre Teresa de Calcuta son el gran referente a favor de la paz en justicia y libertad, el siglo XX les vio nacer y millones de ojos atestiguaron el pensamiento luminoso traducido en libertad.

A este mundo plagado de políticos ruines de todos los signos y orientaciones le hará falta el bálsamo de paz que fue Nelson Mandela, aunque la obra de este hombre universal es legado imperativo para seguir la ruta de la emancipación del hombre.

La discriminación no se ha logrado abatir, sólo que la lucha librada por tantos ciudadanos del mundo sí la han disminuido, por ello la democracia ganó terreno; el respeto a los derechos humanos es la exigencia clara e inaplazable en el siglo XXI, no es posible otra vía si hablamos de libertad.

El mundo pierde a uno de sus más claros referentes de libertad, cuya lucha irradió por los cuatro puntos cardinales porque el mensaje de paz, igualdad y fraternidad es intemporal.

Madiba se fue pero de alguna o muchas maneras se queda porque su congruencia encendió las luces que se opusieron a la oscuridad de la tiranía sin beber jamás del caliz del odio ni la amargura. Mandela fue y es infinito.

Gracias Nelson Mandela por los afanes, por una lucha tenaz que calibró tu espíritu para quedarse entre nosotros, en este mundo atiborrado de inercias, codicia, maldad pero también de esperanzas y viento fresco derivados de tu praxis que se cimentó en la congruencia.