Mercado negro de los contubernios
José Elías Romero Apis
En estos tiempos no se trata de imaginar si va a pasar algo o todo seguirá igual. Lo cierto es que ya pasó y que en algo tenemos que actuar. A lo largo de la vida habremos aprendido. Lo primero, que todo es sumergible y es destructible. Lo segundo, que es conveniente aplicarse, con la mayor rapidez, al control de daños con base en un diagnóstico y cálculo muy certero y preciso. Tercero, que iniciemos el salvamento y el rescate.
Esto nos obliga a poner en claro varias reflexiones o teoremas. La primera es que los mexicanos estamos viviendo una era de corrupción incontrolada. Sin prejuzgar sobre cuáles hayan sido hechos verdaderamente delictivos y cuáles sean meras calumnias, lo cierto es que llevamos varios años inmersos en un batidillo de escándalo pestilente.
El asunto es más que peligroso y ésta sería la segunda reflexión. Porque en la historia política de la humanidad ha existido un itinerario que ha sido infalible hasta nuestros días. Se enuncia con el siguiente axioma. A los periodos de descomposición política y de corrupción incontrolada los sucede la entronización de la dictadura. El fenómeno dictatorial puede presentarse en tres formas básicas. El de dictadura social, el de dictadura militar y el de disolución estatal. La Revolución francesa, la rusa, la china, así como los sacudimientos de Libia, de Irán, de Egipto, de Siria y de muchas otras latitudes son consecuencias dictatoriales derivadas de grandes etapas corrupcionales.
Una tercera reflexión. La dictadura emerge partir de la necesidad del reestablecimiento de la gobernabilidad. En esto no podemos ser ingenuos. La falta de gobernabilidad no es un mero error sino, muchas veces, un producto deliberado de la corrupción, la cual medra y se fortalece en la medida en que decae la gobernabilidad.
Si enlistáramos a todos los que les conviene que México tenga menos gobierno y menos eficiente, no nos alcanzaría una plana entera. Algunas potencias extranjeras, partidos políticos, políticos resentidos, el crimen organizado, el narcotráfico, el ambulantaje, el sistema de concesiones, el sistema de licitaciones, el régimen aduanero, el negocio de la seguridad y muchos otros más que nos llevan a la conclusión de que la ingobernabilidad tiene precio y que vale mucho en el mercado negro de los contubernios.
Como una cuarta reflexión habremos de responder a quién correspondería la revitalización de la salud política de la república. La primera respuesta nos aconseja que a los partidos políticos. Pero estamos viviendo tiempos en los que algunas de las principales organizaciones políticas mexicanas se encuentran en crisis de identidad, de confiabilidad y hasta de respetabilidad.
Sólo queda una alternativa. Que emerjan y sepamos aprovechar las bondades de las organizaciones de participación ciudadana y de acción organizada.
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