Odalys Buscarón

La unidad de la familia y las garantías del Estado para proporcionar a cada niño el derecho a un hogar y el desarrollo pleno, emergen como la piedra angular en la solución del fenómeno de la orfandad social en Rusia.

El elevado número de menores acogidos bajo el amparo del Estado se ha convertido en una tragedia, de la cual es consciente el gobierno y las organizaciones sociales, defensoras de la infancia y los derechos de la familia.

Tal es la preocupación, pues se trata de una cifra abrumadora, de infantes, a cuyos padres le han retirado los derechos filiales.

Según el plenipotenciario de los derechos del niño, Pavel Astajov, un 84 por ciento de los niños en orfanatos tiene vivos a sus padres biológicos, y el ciento por ciento cuenta con familiares.

Con sensibilidad ante el problema y responsable de la ejecución del ambicioso programa “Rusia sin huérfanos”, Astajov defendió la protección de la familia como la célula básica de la sociedad, en tanto premisa ineludible en la erradicación de la orfandad social.

La familia es el fundamento de la sociedad, en mi opinión es sagrada, porque ningún niño sale al mundo sin padre y madre. “El Estado tiene que atender sus necesidades, no destruirla”, afirmó Astajov.

Dijo convencido de que este grave problema de la infancia rusa tiene que ser rebasado, en primer lugar con el enfoque de no retirar los hijos a padres vivos.

Ilustró como un logro en este frente un ligero giro apreciado en 2009-2010, y en 2012, hacia una reducción de los casos, en un 30 por ciento, y en 45 por ciento de los padres que han querido recuperar sus derechos.

Soy partidario de dar oportunidad a los progenitores que rectifiquen su conducta -si no se trata de delitos graves- y priorizar la profilaxis, el trabajo preventivo.

“Es tiempo de levantar piedra sobre piedra y apoyar a la familia. Si hoy apoyamos a la familia, si apoyamos a los niños y a sus derechos a que estén con su familia, será en beneficio de la sociedad y del progreso de la nación”, subrayó el defensor del menor ante el Presidente.

Insistió en que el niño debe quedarse con sus padres y retirarse la custodia solo como último recurso, pero, al mismo tiempo, confesó su convicción sobre los necesarios cambios de la legislación vigente, en favor de la familia.

La orfandad social se combate, enfatizó, no permitiendo la apropiación de niños con padres vivos. Está comprobado que cuando se retira un menor de una familia se les crea traumas psicológicos de por vida.

Cuando un niño es separado de sus padres, en primer lugar, los conoce y los ama sin tener en cuenta lo que sean, si lo golpean, si son borrachos o bandidos, expresó el también jurista, quien dedicó varias jornadas a reuniones con representantes de organizaciones sociales, sensibles a esa problemática.

Astajov promueve la inclusión de entidades rusas no gubernamentales, defensoras de los derechos de familia y del niño, en un titánico pero necesario trabajo social de prevención.

Sociólogos, psicólogos, psiquiatras, activistas sociales y hasta escritores conceden importancia capital a la labor de prevención que ayude a detectar a tiempo los núcleos con problemas, y los niños en situación de peligro, para evitar la retirada forzosa de la patria potestad y la destrucción del núcleo familiar.

La tarea del Estado es ayudar a esas familias, garantizarles un mínimo de sostén material. En lugar de destinar dinero a las casas de recogida, debe asignarse a las familias con dificultades económicas, recalcó el defensor.

Coinciden en señalar los expertos la ausencia a escala social de un concepto claro de cómo enfrentar la conducta antisocial de algunos padres, sin llegar a medidas drásticas irreversibles.

Rusia sin huérfanos, ¿una utopía? 

Para Astajov, la realización del programa concebido por él y entregado al gobierno para su ejecución como parte de una política de Estado, muestra resultados en varias regiones de la Federación, que son alentadores.

A inicios de 2013 el número de huérfanos llegó a casi 650 mil, de acuerdo con la defensoría del menor. Rusia comprende más de 80 entidades administrativas, y por fortuna muchos de los gobiernos regionales tratan de solucionar de forma independiente los problemas relacionados con la orfandad social, y la preocupación por las familias y los niños.

Ha demostrado efectividad, pues en primer lugar se logró en algunos territorios (Tiumen y Kaluga) reducir la cantidad de orfanatos, informó.

Mi objetivo con el programa es cambiar cardinalmente la ruta del dinero (del financiamiento estatal) de los orfanatos a la familia, ayudar a quienes no tienen posibilidad de mantener a los hijos, enfatizó.

Agregó que el dinero que queda libre va directamente a la ayuda a las familias necesitadas, y ello es más ventajoso para el Estado.

El defensor ruso es ferviente partidario de reincorporar a sus hogares naturales a los menores que fueron adoptados, y de acabar en un futuro cercano con la práctica de adopciones a extranjeros.

Estados Unidos no envía sus niños al extranjero, y nosotros suspenderemos gradualmente las adopciones externas, aseguró.

Una batalla sin duda alguna es lograr que prevalezca un control social -consejo de padres y activistas- sobre el seguimiento de los problemas y un auténtico apoyo a la familia.

Pese a los esfuerzos y pasos emprendidos por el gobierno para adecuar las leyes nacionales a la convención internacional del niño, queda mucho por recorrer para perfeccionar la base legal en defensa de la familia rusa y de la infancia.