Michoacán

La Ley es dura, pero es la Ley.

Carlos Alberto Pérez Cuevas

No existe en este momento ningún argumento que valga para no asumir la responsabilidad que le corresponde al gobierno de la república para involucrarse e intervenir en la resolución de una vez por todas de los problemas de inseguridad que vive el estado de Michoacán; cada vez vemos que los problemas crecen y la autoridad está ausente, ahora han surgido miles de ciudadanos inconformes que pretenden hacer justicia por su propia mano ya que sienten que las autoridades los han dejado solos a su suerte.

Las autodefensas de Michoacán nos ponen frente a un dilema, por un lado, sin duda, existen ciudadanos honestos, trabajadores, legítimamente cansados de las extorsiones y abusos de la delincuencia organizada que quieren hacer algo, inclusive contraviniendo la Constitución y las leyes mexicanas todo por la necesidad de defenderse y vivir en paz y tranquilidad; por el otro lado, un caldo de cultivo para que las mismas células de delincuentes se disfracen de buenos ciudadanos para financiar y pagar armas, vehículos  y lo que se necesite para atacarse entre ellos.

Las autoridades se tardaron más de un año en reaccionar e inclusive tuvieron errores muy graves como el de brindar protección a José Manuel Mireles, líder de las autodefensas michoacanas, o expresar en voz del secretario de Gobernación que el gobierno reconocía su incapacidad para hacer uso de la fuerza y de facto daba validez al actuar de estos grupos civiles armados.

Pero bien dicen que nadie escarmienta en cabeza ajena, y si no conocemos los antecedentes de estos males, difícilmente podremos hacerles frente. Esto que hoy se vive en Michoacán, no es nuevo en el mundo; en Colombia entre los años 1987 y 1991 tuvieron sus primeros antecedentes con unos grupos de civiles armados llamados “Las Autodefensas” que presumían defender al pueblo, pero que en realidad habían surgido en torno a grupos del narcotráfico, la mayor presencia y fuerza de éstas, se dio en el departamento del Putumayo hacia 1998 y actuaban en dos ejes, uno de presencia y control en lo rural y otro en los cascos urbanos, hasta nombre se pusieron, los Combos y los Masetos respectivamente.

Al paso del tiempo quedó demostrado que las autodefensas colombianas nunca fueron grupos de ciudadanos que se organizaron para defenderse del embate de la delincuencia, sino que fueron creación de los mismos carteles del narcotráfico para combatirse entre sí, bajo el amparo de una ficticia participación ciudadana; el financiamiento de armas e infraestructura siempre fue con recursos ilícitos de la delincuencia, este caso debe estudiarse por las autoridades mexicanas.

En México, qué bueno que el gobierno de la república decidió entrar a Michoacán y que el gobernador Fausto Vallejo despache en Tierra Caliente, pero no será suficiente si no devuelven la paz y la tranquilidad a todo el estado y si no controlan a las autodefensas que ya han dicho que no entregarán las armas porque están en pie de guerra.

En el Putumayo estaban al servicio de los delincuentes, y surge una pregunta: ¿en Michoacán, al servicio de quien están las autodefensas?

 

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