Sedena dice que finalizó el acopio de las mismas
Félix Fuentes Medina
En comunicado oficial, la Secretaría de la Defensa Nacional informó la conclusión del acopio de armamentos en la totalidad de los municipios de Tierra Caliente, Michoacán, pero las autodefensas afirman que ni se han desarmado ni lo van a hacer, si el gobierno no detiene a los tres principales Caballeros Templarios.
Así transcurren dos guerras en Michoacán: la mediática y la de tiroteos y ejecutados. Los periodistas que arriesgan sus vidas en Apatzingán, Nueva Italia, Uruapan, Tancítaro y otros municipios reportan que cuando los soldados se cruzan con las autodefensas, éstas bajan sus armas o las ocultan y cada columna sigue su camino. No hay desarme.
Los Caballeros Templarios abandonaron Apatzingán, su principal centro de operaciones, y se encuentran en zonas selváticas montañosas, en espera del retiro de los militares, lo cual sucederá en breve, suponen.
Por la presencia militar, los Templarios están a la expectativa en Michoacán, pero el secretario de Seguridad Pública de Hidalgo, Alfredo Aedo Mayorga, los culpó de seis atentados a tiendas y gasolineras en Tula y Tizayuca, de ese estado. Es la táctica del terror “cucaracha”.
A su vez, las autodefensas ocupan residencias y otras propiedades que se habían agenciado los Templarios. De éstos —se informa— la mayoría se aparta del cultivo y tráfico de drogas para centrar sus ilícitos en la extorsión o cobros de piso. Los secuestros constituyen otra elevada fuente de ingresos.
Habitantes de Apatzingán y demás municipios de Tierra Caliente dominados por los Templarios relatan sucesos escalofriantes. Ni las tortilleras escapan de las cachetadas si se niegan a entregar el poco dinero de sus ventas. Los médicos cierran consultorios y huyen. Peor les va a agricultores de limones y aguacates de no entregar la mitad de sus ingresos.
Numerosos jefes de familia fueron ejecutados por impedir secuestros y ataques a sus hijas menores de edad. Dueños de gasolineras y transportistas son víctimas preferidas de los Templarios. Si oponen resistencia las estaciones de servicio y los camiones son incendiados.
Mucha gente dejó de ir a misa y al menos 400 mil familias emigraron en los últimos años a Estados Unidos y a la periferia del DF. Por esto ya no cabemos en la zona centro, y las autoridades callan.
El cura de Apatzingán, Gregorio López, usa grueso blindaje para ofrecer sus oficios y hace ocho días fue advertido por la policía federal de que tres ocupantes de una camioneta blanca se disponían a ejecutarlo.
El mismo sacerdote afirmó que besará los pies del presidente Peña Nieto si detiene a los principales miembros del cártel templario, Servando Gómez Martínez, La Tuta; Nazario Moreno, y Enrique Plancarte Solís. Por ello es odiado y porque denunció cinco asesinatos de dos mujeres adultas, un hombre como de 30 años, un niño de dos años y una recién nacida.
El homicidio múltiple sucedió antes de que el secretario adjunto del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Monte Alejandro Rubido García, presumiera la suspensión de la violencia en Tierra Caliente y la captura de 38 presuntos delincuentes, entre ellos José Atilano González, Pedro Silva y Jesús Vázquez, El Toro. De los principales cabecillas nada se sabe.
Tal vez tenga éxito el gobierno federal con la designación del comisionado federal de Seguridad en Michoacán, Alfredo Castillo, quien se ufanó de la integración de un equipo, como el de futbol de Barcelona, y quiere parecerse al extécnico de ese conjunto, Pep Guardiola, quien obtuvo seis campeonatos.
Castillo cobró fama con el homicidio que quedó en la penumbra de la niña Paulet. De procurador de Justicia del Edomex pasó a subprocurador de la PGR y de allí saltó a la Procuraduría del Consumidor, donde ordenó clausuras al por mayor de hoteles, restaurantes y antros. Incluso quiso cerrar el estadio Azteca. ¿Meterá goles a los Templarios?