Carlos Santibáñez Andonegui
La obra que nos ocupa: Trasiego, de Alejandro Sandoval Ávila, fue presentada en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia. La recepción de Trasiego estuvo a cargo de Víctor Roura y Claudia Hernández de Valle-Arizpe. Víctor Roura, (coordinador de secciones culturales de importantes periódicos nacionales, director de la colección La Furia del Pez) recordó en su intervención los tiempos en que el maestro Fernando Benítez, constreñido por presiones de trabajo y de época, no siempre podía tomar en cuenta como debiera a los nuevos valores, no había espacio suficiente para ellos y en ocasiones, tenían que pasar inadvertidos, lo que con la apertura en fechas más recientes, se ha corregido un poco, gracias a la gestión cultural que ligada al autor de la obra que nos ocupa, se ha llevado a cabo cuando menos en parte. Víctor Roura en sus palabras deja un testimonio de amigo y compañero de lucha, más que un análisis técnico riguroso, el cual está a cargo de Claudia Hernández de Valle-Arizpe. De esta manera, Roura, autor de libros como Reflexión tardía, Negros del corazón, Apuntes de rock/ Por las calles del mundo, El viejo vals de casa, Polvos de urbe, Diaria escritura, Desde el mirador, Un látigo en mi alcoba, Cuento para Melissa, La ira de Dios es mayor, Nombres con mujer adentro, entre otros,) aportó el ángulo humano y emotivo que entraña la llegada de Trasiego a nuestras letras. Fue interesante oírlo de viva voz, sin guión y sin ensayo previo, prácticamente entre amigos.
Por su parte, la poeta Claudia Hernández de Valle-Arizpe, abordó la temática del poemario a partir de la intención del autor, por asumir una perspectiva madura ante la obra, una visión a partir de los cincuenta. Sus palabras aciertan en el blanco. La crítica no es solamente atacar, sino entender y deslindar lo logrado de lo que va en camino de plasmarse.
Algo en que no estoy muy de acuerdo, es que después de los cincuenta predomina la nostalgia. Yo todavía albergo la esperanza de que la canción aquella de la “señora de las cuatro décadas”, se va a ampliar a “señora de las cinco décadas”, porque en verdad si muchos de nosotros estamos bien cuidados, a los cincuenta todavía tenemos mucha batalla que dar.
Confiesa Alejandro en el prólogo: “El día que amanecí con cincuenta años fue diferente por la agitación que embargó a la familia, a las hijas en especial”. Bueno, yo creo que los cincuenta le van bien. Qué va de verse así como pasado de moda u objeto de nostalgia, y tan alto de estatura que es el maestro, no se despide en modo alguno, no lo hará ni siquiera a los ochenta. Pero lo que es de agradecer en literatura es que esta vivencia le haya permitido lo que todo creador emprende alguna vez: el recuento, la relectura.
Volver la vista atrás, depura y enriquece. Dice el autor “me condujo a la memoria de pasajes de mi vida que tenía perdidos, casi borrados”.
Su selección vuelve a poner sobre la mesa el valor de la autenticidad, tan traído y llevado en la materia. ¿Es la autenticidad un problema estético? En el caso de Alejandro Sandoval, es una constante en su vida y en su obra. Muchos lo tienen presente por sus novelas. Ediciones Sin Nombre le publicó Playas del Este y luego reunió, en un solo volumen, Sin muerte ni fulgor (2005), tríptico narrativo conformado por La justa fatiga, Piel de hormiga y la mencionada Playas del Este…
Reconocido es, asimismo, por su literatura para niños, como Un elefante sin circo, el ensayo Fronteras iniciales y la antología Ávidas mareas, Veinte años de poesía en México. Pero si para algunos era una sorpresa hablar de Alejandro como poeta, hoy sabemos que la poesía fue su primera vocación, recogida en frutos como Los héroes y los demás (1984), Agua Zarca (1996), La llama y el torrente (2000), entre otros, de lo cual da buena cuenta en este nuevo libro: Trasiego, en el que el autor acude con su cita a una nueva demanda de la autenticidad. ¿Qué es lo que vale?, ¿qué es lo que queda en la obra de un creador? Hay un momento de la vida en que se escucha por primera vez la terrible oración: “La muerte habrá de llegar”. Puede parecer pesimista, pero la poesía arranca de ese momento. Sin la conciencia de la finitud, no hay poesía. Así de fácil. Dice el poeta: “Despojados de las culpas/ habremos de llegar ante una hoguera/ en la cual arderán nuestros mejores años”. Y entonces se comprenderá que “el mediodía fue un vestido blanco”.
Alejandro Sandoval Ávila, Trasiego, (Recuento después de los 50). Ediciones del Ermitaño, Minimalia, www.solareditores.com, (Colección La furia del pez, número 13), portada: Sergio Vicencio, formación: Shirley H. Illoldi, cuidado editorial: Elizabeth González, México, 2013.
Carlos Santibáñez Andonegui, (México, 1954), es poeta, editor,
becario del inba y del fonca en más de una ocasión, y también crítico literario, cuenta con dos carreras:
lengua y literaturas hispánicas y Derecho (unam) y seis poemarios
publicados hasta el momento.
En la actualidad se desempeña como maestro de poesía del inba.


