La Ley del Talión puede hacer metástasis
Teodoro Barajas Rodríguez
El 2013 fue un año atípico, a nivel federal se concretaron diversas reformas legales que esperemos traigan aportaciones benéficas en la realidad, aunque tales resultados están por verse, no obstante así como el gobierno autoelogia este tema, otro requiere de una intervención inmediata o nos alcanzará la noche: la inseguridad que prevalece en diversos espacios de México y es cada vez más preocupante; es inaplazable su atención expedita que ofrezca soluciones.
Michoacán clama atención urgente o los baños de sangre resultarán imparables entre grupos del crimen organizado y las denominadas autodefensas, ambos grupos al margen de la ley, cuyo accionar siembra pánico y evidencia los grandes vacíos institucionales.
Hace aproximadamente una década que la violencia creció en niveles insospechados en Michoacán, no se trata de asuntos aislados sino recurrentes y con ello parece que retrocedemos en el cavernoso túnel del tiempo a la antigüedad, para aplicar la Ley del Talión, ese enfoque de justicia retributiva que legitimaba el derecho a la venganza.
Se entiende que nuestra legislación vigente establece que el Estado mexicano debe perseguir a los infractores y administrar justicia, el monopolio de la violencia legal lo tiene ese ente de creación humana, sólo que en la práctica parece que se fracciona esa responsabilidad con los poderes fácticos.
El presidente Enrique Peña Nieto sólo una vez visitó la entidad en la que nacieron personajes de la talla de José María Morelos y Pavón, así como Lázaro Cárdenas del Río; estuvo el mandatario poco tiempo con motivo de la emergencia derivada de los desastres naturales que sacudieron la Tierra Caliente y la Costa michoacana, vino, vio y se fue, sin que hasta la fecha se haya dignado voltear su mirada hacia acá.
Las confrontaciones entre grupos de autodefensa y células del narcotráfico cada vez reportan más muertos, los ilícitos deben ser combatidos por los órganos y estructuras mandatadas para ello porque de lo contrario los grandes vacíos se llenarán con más impunidad, todo ello puede generar estallidos sociales de más alta escala y peores consecuencias.
En Michoacán se comenzó con los operativos conjuntos en la gestión de Felipe Calderón Hinojosa, en Morelia se padeció el primer acto terrorista de los tiempos modernos, pese a anuncios e intentonas contra la inseguridad ésta no ha sido extirpada.
Se presumen logros en materia económica, reformas para modernizar el estado, pero se debe poner el acento en la seguridad, porque ésta tiene una conexión lógica con la gobernabilidad, sin tales premisas no hay democracia que valga.
Un estado que aglutina una cantidad impresionante de violencia acusa un serio padecimiento social que se traduce en un cuerpo socavado, enfermo y plagado de una gran disfuncionalidad. Michoacán urge una coordinación eficaz entre los actores involucrados o la revivida Ley del Talión puede hacer metástasis.
