Gracias al trabajo de restauración que realizan profesores y estudiantes del Seminario Taller de Restauración de Escultura Policromada de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRYM), la “Virgen Dolorosa” escultura policromada de vestir, recobrará la movilidad del torso y brazos.

La pieza cuya antigüedad es de más de 200 años y que procede de San Bartolo Cuautlalpan en Zumpango, Estado de México,  era utilizada en la procesión de la Semana Santa, donde su teatralidad impactaba a la gente, pues sus brazos se acercaban a la cara como si estuviera llorando, sin embargo, el paso del tiempo hizo que el mecanismo se dañara y una invasión de insectos deterioró severamente la madera.

La escultura policromada cuyas dimensiones son 1.10 m x 50 cm de ancho y profundidad de 50 cm, está elaborada con distintos tipos de madera, esencialmente de colorín y caña, además de que posee algunos elementos de pino y su base es de cedro blanco.

Los especialista resaltarón que la pieza fue sometida a diversos análisis tanto de maderas y  fibras como de radiografías, aunque  estas últimas de poco sirvieron, porque de las ocho capas de policromía, al menos una es a base de plomo, lo que impidió ver su interior, por lo que le realizaron una tomografía axial computarizada que les dejó ver dos poleas y una placa que servía para accionar los brazos.

La intervención de la Virgen de la Dolorosa consistió en una limpieza mecánica y una físico-química con uso de alcohol, con lo que se eliminó el barniz verdoso que tenía. Se resanó con pasta de carbonato de calcio y pasta de aserrín de colorín.

Asimismo se reintegró la policromía en todas las partes resanadas, con el sistema operativo llamado rigatino (rayado de distintos tonos) se pegó la parte del ojo que tenía estrellado, se repuso el lóbulo de una oreja y el mecanismo que le daba movimiento.

Las piezas articuladas no son tan comunes y recuperar las de esta obra servirá para mantener la tradición, de ahí la importancia de La Dolorosa.