Un caso (vergonzoso) en Michoacán
Teodoro Barajas Rodríguez
Los últimos visos de autoridad se diluyen en los diversos ámbitos de la vida nacional, esto es una fotografía de cuerpo entero del momento por el que atraviesa nuestro país y particularmente Michoacán; no nos referimos exclusivamente a la impunidad en términos de la vida pública sino a otras situaciones que ofrecen un panorama mucho más deleznable por la naturaleza de lo que implican.
El 4 de febrero en una escuela primaria pública, la Hermanos Serdán, en Morelia, se suscitó un caso penoso: tres niños de siete años, quienes llevaron a las instalaciones del plantel una revista pornográfica, atacaron sexualmente a una de sus compañeras de clase de la misma edad, ello en sí mismo es una alerta, un hecho inadmisible. De no haber una respuesta que se traduzca en tratamiento psicológico profesional a los infantes, los citados agresores serán potencialmente unos delincuentes peligrosos.
La autoridad del plantel, quien por lo visto no tiene control de la disciplina, minimizó el hecho que se divulgó en los medios de comunicación morelianos; Hasta la citada escuela se apersonaron el presidente de la Comisión de los Derechos Humanos del Estado y personal de esa instancia para investigar los hechos, y deslindar las responsabilidades a que haya lugar. La Secretaría de Educación del Estado señaló que se aplicarían las sanciones correspondientes.
No obstante, y más allá de lo que una institución de educación básica influye en el proceso formativo de los niños en edad escolar, es tarea fundamental de los padres de familia inculcar, fomentar y promover los valores más elementales que en la niñez son piedra de toque en la formación de los futuros ciudadanos.
La agresión a la menor no puede quedar impune desde cualquier punto de vista y mucho menos aceptar que se trata de un hecho aislado porque si de algo está enfermo México es de impunidad, ese soslayo a toda legislación, a todo orden civil. En todo caso habría que revisar de manera urgente el entorno familiar de los infantes agresores, pues su conducta hace trascender un probable abuso previo hacia ellos en ese contexto; se entiende que los seres humanos son en gran medida producto del hogar, de la educación inicial, por lo que se deberá revisar con los especialistas el porqué de sus motivaciones a todas luces patológicas. Será importante entonces que se investigue quiénes y cómo son los padres y familiares cercanos de los citados niños.
Para colmo de males, antes de este bochornoso incidente ya se había registrado otro problema en la misma escuela, un alumno de cuarto grado amenazó con lesionar los genitales de sus compañeros blandiendo unas tijeras, ¿Cómo es posible que en el mismo centro escolar estos dos casos evidencien una conducta a todas luces inapropiada para niños de esa edad? ¿Cuántos más habrá que no han trascendido? ¿Y en otros centros escolares? Me pregunto si en esta ocasión las autoridades educativas asumirán cabalmente su responsabilidad o como siempre le apostarán al olvido.
