Entrevista a Antonio de la Cuesta/Investigador del CIDAC
Moisés Castillo
¿Por qué insiste Carlos Salinas en tratar de borrar la historia? Quizá, como dice Lorenzo Meyer, el expresidente tiene el síndrome de Santa Ana: ante el fracaso de su gobierno, no se quiso ir nunca de la política. Quiere defenderse de la historia, pero los hechos son contundentes.
Inició su sexenio 1988-1994) con una ilegitimidad aguda tras el fraude electoral de 1988, y concluyó con el llamado error de diciembre. Prometió llevar a México al primer mundo, pero el salinismo provocó la peor crisis económica que ha tenido el país. Presumió la paz social y apareció el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. Fue 1994, año de sangre con los asesinatos de Luis Donaldo Colosio, José Francisco Ruiz Massieu, el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, si bien este último se produjo en 1993. La tragedia de Salinas: ser el político mexicano más odiado.
Sin duda, la historia para Salinas no es más que una exposición de crímenes y dolores, como escribió Voltaire. Por eso trata de contar su historia, su verdad, en libros gigantescos que parecen enciclopedias. Por eso culpa de todos los males a Ernesto Zedillo, el economista que llevó a Raúl Salinas a la cárcel por enriquecimiento ilícito; arremete contra los neoliberales y neopopulistas, y sigue ofreciendo soluciones para que México sea una nación moderna. Enrique Peña Nieto, entonces candidato presidencial, pintó su raya del exmandatario porque sabía de su nula calidad moral. “No lo está. Nunca ha estado. Lo juro.”
El lunes pasado, el periódico El Universal publicó una entrevista con Salinas donde asegura que intentaron descarrilar su gobierno ante el proceso reformador que impulsaba. En este sentido, su discurso gira un poco el eterno complot de Andrés Manuel López Obrador. Es decir, todos se equivocaron, menos yo.
“Pero [logramos] ofrecer paz, diálogo y mantener la circunstancia institucional para llegar, dentro de la inmensa dificultad, dolor y tragedia, a una elección presidencial que ha sido de las menos controvertidas, donde los mexicanos, muchos dicen ‘es que salieron a votar por temor’, ¡no! Salieron a votar masivamente como un acto de responsabilidad y dijeron ‘si hay reto, si hay problema, a las urnas vamos todos’, y una transmisión pacífica y constitucional del poder al final del año muestra que quienes estaban en contra del proceso reformador no lograron ni revertir las reformas ni tampoco derribar el gobierno.”
El discurso que le dolió a Salinas
Al último presidente poderoso que tuvo México le sigue doliendo aquel discurso de Luis Donaldo Colosio del 6 de marzo de 1994: “Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla”.
Con el regreso del PRI a Los Pinos, Salinas quizá pensó que tendría alguna injerencia en la administración federal, pero al parecer el presidente Peña Nieto dio un golpe de timón al aceptar la renuncia de Francisco Rojas, el más salinista del gabinete, de la Comisión Federal de Electricidad. Lejos quedó aquella imagen de cercanía de Peña Nieto con Salinas en la toma de posesión como gobernador del mexiquense en 2005. Tres años después, Salinas declaró al diario inglés The Financial Times que el gobernador del Estado de México representaba a una nueva generación de políticos que encabezaba la renovación del PRI.
Algunos analistas políticos coinciden en que las recientes declaraciones de Salinas evidencian un distanciamiento irreversible con Peña Nieto, sobre todo en lo que respecta a los beneficiarios reales de la reforma energética y en los movimientos en el gabinete.
Ha trascendido en la prensa que Luis Téllez, jefe de Oficina de la Presidencia y secretario de Energía en el gobierno de Ernesto Zedillo, impulsa a su gente en la burocracia del sector energético. Hay que recordar que el actual presidente de la Bolsa Mexicana de Valores acusó en 2009 a Salinas de robarse la mitad de la partida secreta en su sexenio. La tecnocracia no se renueva ni se transforma.
La intervención de la diputada federal Luisa María Alcalde, en la comparecencia del secretario de Hacienda en septiembre de 2013, es ilustrativa de cómo los grupos de los expresidentes tratan de influir o, en su caso, mantener y conseguir privilegios.
“Secretario Videgaray, usted y sus socios planean aprobar esta reforma energética con una sola finalidad: hacer negocios. Imagínense que un mes y medio después de ser nombrado Lozoya Austin como director general de Pemex, tan sólo un mes y medio después, Pemex adjudicó de manera directa, sin licitación, la primera fase del gasoducto Los Ramones, un proyecto de megainfraestructura gasífera con un costo de más 2 mil millones de dólares. Ese megaproyecto se le adjudicó nada menos que a Sempra, ahora llamada Ienova, ahora dirigida en México por Carlos Ruiz Sacristán, compañero de Lozoya Austin en OHL. ¿Quieren saber a qué empresa signó Pemex para llevar a cabo el armado financiero? A Protego, de Pedro Aspe (mentor de Videgaray). Ni un mes y medio llevaban Lozoya y usted en el cargo y ya habían llevado a cabo el primer negocio relacionado con el petróleo.”
Salinas sigue influyendo
Para Antonio de la Cuesta, investigador del Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC), no es extraño que gente cercana a Salinas influya en el actual gobierno federal.
“Salinas es el hombre que encabezó este cambio de régimen sobre todo en el aspecto económico. Si uno revisa la burocracia en la Secretaría de Hacienda, es una burocracia que tiene muchos años y con vínculos de gente que estuvo ahí en sexenios de Miguel de la Madrid, pasando por Salinas y Zedillo. No hay mucha diferencia en las redes que se crearon en esa época del salinismo con las que permanecieron con Fox y Calderón, y que prevalecen hasta la fecha. Personajes como Pedro Aspe, Jaime Serra Puche siguen siendo influyentes. No me extraña que el que encabezó a todo ese grupo continúe con una influencia importante en el gobierno de Peña Nieto, sobre todo con el regreso del PRI.”
¿Cómo interpreta esta reaparición de Salinas? ¿Busca una vez más justificar el fracaso de su gobierno?
La historia no se puede cambiar, pero es un exceso llamar fracaso a la administración de Carlos Salinas. Los efectos posteriores a una serie de decisiones que se tomaron durante 1994, tanto en lo político como en lo económico, sí tuvieron consecuencias graves. Los puntos de inflexión, sin duda, son el movimiento zapatista y el asesinato de Luis Donaldo Colosio, después la disputa interna en el PRI. Muchas veces se le achaca al expresidente ser el culpable de aquellas turbulencias internas, pero no estoy tan seguro de que él sea la fuente de todos los males. Sin duda, es una figura controvertida, un personaje fuerte dentro de la historia contemporánea de México. Sí creo que es un parteaguas, sobre todo en términos de manejar la política, el tema económico y las relaciones con el extranjero. A él le tocó un momento crucial en la historia del mundo. Le tocó el cambio drástico con la caída del Muro de Berlín, y una manera distinta de concebir el mundo. Carlos Sainas entra en esa generación que si bien no genera el cambio, sí le da sostén sobre todo en América Latina.
Entonces está de acuerdo en que ese “1994” fue una respuesta a los intereses afectados por el “proceso reformador” que impulsaba su gobierno.
Creo que sí. A pesar de la satanización que se suele hacer de Salinas e insinuar que él tuvo cierta participación en lo que le sucedió a Colosio. Pensaría en un momento dado que pudo ser al revés: Colosio, a pesar de aquel famoso discurso que tanto se recuerda donde da una pista de que habrá un cambio en el sistema político, significaba la continuidad del salinismo.
Zedillo no es el único culpable
El “error de diciembre” tiene nombre y apellido, según Salinas. ¿Ernesto Zedillo es el gran culpable?
Salinas incurre en el mismo error en el que caen sus detractores: culpar a una sola persona del desastre económico de 1994-1995. La crisis económica surgió por una serie de factores, de decisiones que se tomaron de manera inadecuada que propiciaron esa crisis financiera. Zedillo no es el único culpable, ni Salinas, de todo lo que pasó.
¿Fue un síntoma de que el sistema político del antiguo régimen se estaba agotando?
Creo que sí. Además él inicia con una peculiar apertura política con este tema de las concertacesiones. El PAN gana su primera gubernatura en 1989 con Ernesto Ruffo, luego viene la concertacesión en Guanajuato de 1991. Competían Ramón Aguirre por el PRI, Porfirio Muñoz Ledo por el PRD y Vicente Fox por el PAN, y terminan dándole la gubernatura a Carlos Medina Plascencia, alcalde de León. Sabemos que el PAN tuvo victorias electorales a nivel estatal, el PRD sufrió una persecución muy dura durante el sexenio salinista, pero era la apertura a la manera priista, como el PRI la entendía.
¿Cuáles fueron los principales aciertos y errores del salinismo?
Uno de sus principales aciertos fue la negociación y firma del Tratado de Libre Comercio. La negociación fue una labor ardua por parte del expresidente y sus colaboradores, en el sentido de que México no significaba un atractivo para los Estados Unidos. Se subió a un barco que era el TLC y que Washington había firmado con Canadá, pero realmente la simetría que había en términos políticos, económicos y sociales con México no lo hacía demasiado atractivo. Y Salinas lo supo vender muy bien. Finalmente tenemos una herramienta comercial a la que se le han achacado males, y el causante del aumento de la pobreza. Pero también es un instrumento que México no ha aprovechado a cabalidad por sus propios problemas estructurales, más que por la naturaleza misma del TLC.
¿Y su peor pecado?
Se le salió de control el ámbito interno de su propio partido y el riesgo de perpetuarse en el poder. Salinas en su momento tuvo un prestigio como presidente bastante alto. La imagen del país era inmejorable, nos estaba vendiendo un futuro sumamente promisorio con el TLC y su programa insignia Solidaridad. Después se fueron revelando algunos malos manejos en los recursos públicos. Pero la imagen de Salinas sobre el futuro de México antes del 1994 sí daba señales de que estábamos por el camino correcto. En 1994 hubo un mal manejo en cuanto a las alianzas políticas que provocaron que todo el panorama para el presidente se tornara turbio. Ése creo que fue su principal error. Dar una imagen de perpetuidad. A pesar de que empezó una apertura política sui géneris y no del todo transparente, Salinas pudo haber dado ese paso que al final lo dio Zedillo: permitir que la democracia decidiera una alternancia. Sabemos lo que sucedió en 1994 con la elección y la extraña candidatura y comportamiento del panista Diego Fernández de Cevallos, retirándose por un buen tiempo en pleno proceso electoral. El mal manejo político a final de su sexenio fue su más grande error.
Y también Zedillo reaparece…
La tecnocracia priista, como se le conocía al grupo político que gobernó de 1982 a 2000, terminó por privatizar un sector estratégico para el país: las redes ferroviarias. El gobierno de Ernesto Zedillo abrió al capital privado los ferrocarriles nacionales, y sólo dos empresas controlan este medio de transporte: la estadounidense Kansas City Southern pagó mil 400 millones de dólares por tener el control del ferrocarril centro-noreste; KCS es dirigida en México por José Zozaya, y opera 40% de la carga que se transporta por ferrocarril en México y casi el 60% de la que viene de Estados Unidos.
Por su parte, Ferromex conserva la otra mitad de la red ferroviaria, y opera la zona pacífico-norte y las del sureste, luego de la adquisición de Ferrosur a Carlos Slim. Esta empresa la encabeza Rogelio Vélez, y su accionista mayoritario es Germán Larrea, el llamado Rey del cobre. Aquí es donde Zedillo juega un papel importante: el expresidente trabaja actualmente para la trasnacional Union Pacific, dueña de una parte de Ferromex, y cabildea intensamente en el Congreso de la Unión para tratar de frenar en el Senado el dictamen que reforma la Ley Reglamentaria del Servicio Ferroviario e incrementar la competencia. Es decir, echar para atrás el plan de la administración de Enrique Peña Nieto de impulsar el tren de pasajeros y usar la red ferroviaria que sólo el duopolio lo usa para el transporte de mercancías.
Zedillo, como parte del Consejo Directivo de Union Pacific, busca resguardar los intereses del gigante del transporte estadounidense que se traducen en el 26 por ciento de las acciones de Ferromex. La Ley Reglamentaria ya se aprobó en la Cámara de Diputados y, de ratificarse en el Senado, tanto KCS y Ferromex tendrán que compartir su infraestructura.
—Según los diputados, la reforma a la Ley del Servicio Ferroviario en ningún momento viola los títulos de concesión de 1997.
—80 por ciento de los 23 mil 804 kilómetros del sistema ferroviario en funcionamiento es operado por dos concesionarios: Kansas City Southern y Ferromex, los cuales gozan de exclusividad en el manejo de las vías como monopolios regionales.
—Desde que se desincorporó del Estado el servicio ferroviario sólo se ha incrementado en 40 kilómetros la red.
—Legisladores denuncian presiones del embajador de Estados Unidos en México, Anthony Wayne, y del expresidente Ernesto Zedillo, quien es consejero de Union Pacific, accionista de Ferromex-Ferrosur.
—Las concesiones actuales tienen vigencia por 50 años, con 30 de exclusividad, pero la reforma modifica la competencia.
—Permitiría la entrada de nuevos competidores, quienes, tras construir nueva infraestructura, podrían circular por toda la red pagando cuotas a los concesionarios actuales.
—Será obligación de las compañías instalar y dar mantenimiento a semáforos, barras, campanas eléctricas y otras formas de señalización en los caminos que crucen las vías.
—Los actuales concesionarios tendrían que permitir el paso a sus competidores con el cobro de una tarifa.
—La falta de mantenimiento de las vías y el bloqueo a otros competidores serán causales de rescisión de concesiones.
La Secretaría de Comunicaciones y Transportes busca inversiones para los siguientes proyectos ferrocarrileros:
—México-Toluca
—Tren ligero de Guadalajara
—México-Querétaro
—Transpeninsular Yucatán-Quintana Roo
—Ampliación del Metro Chalco-La Paz y Ecatepec-Martín Carrera
—Construcción de otra línea de Metro en Monterrey
—Extender el Suburbano hasta Huehuetoca