El retorno de los ex
Mireille Roccatti
La muy reciente reaparición pública en las últimas semanas de algunos expresidentes de la república permite ocuparse del tema del papel político que corresponde a quienes, al terminar su mandato, transitan de semidioses a enemigos públicos. Es de todos conocido que las reglas no escritas del viejo sistema político mexicano les imponía un silencio total frente a las acciones de gobierno del sucesor, a cambio de la impunidad sobre su propia actuación. La ruptura de regla, implicaba la persecución feroz y sin concesiones de la camarilla y después hasta de la familia, pasando por exilio forzoso disfrazado de encargo diplomático.
Actualmente, de los expresidentes vivos encabeza la lista por orden de antigüedad don Luis Echeverría Álvarez, quien por su edad se encuentra físicamente en declive, aunque se insiste en que continúa nadando diariamente y quien después de enfrentar arraigado en su domicilio el proceso penal por los excesos acaecidos en la denominada “guerra sucia”, prácticamente vive recluido. En su caso por su hiperactividad y pretendida injerencia en la vida política, fue enviado a la UNESCO por su sucesor y posteriormente de embajador a las Islas Fidji, el lugar más lejano de México. Cuando años después el presidente Salinas lo acusó de complotar en su contra, produjo esa perla de la picaresca política al afirmar que “no coordino ni a mis nietos”. La historia en su devenir va aclarando los claroscuros de su gobierno.
El expresidente Carlos Salinas de Gortari, quizás el más controvertido de todos, no desiste de su activismo frenético por aclarar su papel ante la historia, mediante libros, entrevistas y declaraciones que poco le ayudan, como el reciente sainete protagonizado con su antigua amigo Camacho Solís. Ante Salinas, no hay grises, o es alabado o es detestado y convertido en némesis de un sector de la izquierda, se insiste en atribuirle un poder que no tiene o en sobredimensionar su influencia en la vida política, hace unos años hasta le achacaban poderes telúricos que ocasionaba que temblara cuando regresaba a México. Una vez finiquitado su autoimpuesto exilio, con su proverbial habilidad política se ha encargado de estar presente en el escenario político e incluso con sólo asistir a un evento social hace sentir —y es lo que perciben los observadores— que es un hombre de poder; aunado a que muchos actores políticos y económicos mantienen con él contacto e interactuación. El último episodio referido, y que se ventiló en El Universal, resaltó por su falta de timing político.
El expresidente Zedillo, en términos de las antiguas reglas no escritas, es quien mejor se ha desempeñado como ex, ha guardado prudente distancia y silencio, aun en casos delicados como la demanda judicial en las cortes norteamericanas por el caso Acteal, a todas luces armada perversamente en su contra. Su reciente reaparición casualmente cuando se discuten temas de política pública y adecuación jurídica para el sector ferroviario ha motivado suspicacias y acusaciones de tráfico de influencias, dado que trabaja desde hace años en el Consejo de Administración de una de las grandes compañías ferroviarias a las que otorgó en su gestión las concesiones para prestar ese servicio, y recordemos el viejo dicho de que las casualidades casuales en política no existen. Es el ex menos odiado por la opinión pública.
En el caso del primer presidente panista, el inefable Vicente Fox, a pesar de que sus despropósitos, locuacidades y gracejadas resultan inocuos para la vida política del país, el principal escozor lo causa en el propio PAN, que terminó por expulsarlo, sin que ello implique que en el imaginario colectivo lo desliguen de ese partido. Será muy difícil que se olvide el protagonismo de su mujer y la corrupción de la prole de ésta. Sus recientes pronunciamientos sobre la legalización de la mariguana o sobre un Fondo de Inversión para participar en la explotación de hidrocarburo, sólo generó rechazo, carcajadas y burlas. La verdad nadie se lo toma en serio.
Finalmente Felipe Calderón; está tan reciente su salida del gobierno que lo que permanece en la sociedad es un rechazo casi total a su estrategia militarista, el horror por los muertos y desaparecidos. Se le percibe ocupado en apoderarse del PAN para imponer a los integrantes de su facción en las candidaturas del futuro inminente y sobre todo construir la candidatura presidencial del 2018 para su consorte. En términos generales, para concluir podemos afirmar que en el ánimo colectivo predomina la vieja sentencia ranchera de que “quien ya bailó que se siente”.