Carmen Galindo
No recuerdo si fue Jaime Labastida o Gonzalo Celorio, Presidente y Secretario respectivamente de la Academia Mexicana de la Lengua, quien me dijo que el más reciente Diccionario de la Real Academia Española, había admitido ¿tres mil? ¿o mil? latinoamericanismos. Una cantidad que sin que yo pueda precisar la cifra es el mayor número de palabras de nuestras tierras aceptadas en el diccionario oficial de la lengua española.
Luis Fernando Lara obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Arte 2013 en el área de Lingüística y Literatura. Y es el que coordina el proyecto de investigación de El Colegio de México que cristaliza en el Diccionario del español que se habla en México. Primero, se publicó un volumen con carátularoja y con 750 palabras que son las que los lingüistas postulan emplea un niño que cursa la primaria. Más tarde, apareció otro, que se supone es para estudiantes de secundaria. Ahí me perdí, ignoro si aparecieron más, pero su consulta es por decir lo menos fascinante.
Imagínese usted que junto al significado de la palabra gallo, como ave doméstica, macho de la gallina y sus características, aparece, pues se trata del español de México, la expresión de ir de gallo o llevar gallo como equivalente de serenata, y el resto de nuestros modos de hablar: sentirse uno muy gallo, comer gallo alguien, ser alguien un gallo duro de pelar, ser alguien pico de gallo, dejar a alguien como gallo desplumado, parecer alguien gallo y también en menos que canta un gallo, dormírsele a uno el gallo, otro gallo me cantara o salírsele a alguien un gallo al hablar o al cantar y otras más hasta el gallito con el que, al menos yo, jugaba badmington en mi lejana adolescencia.No sé qué piense usted, pero es, de verdad, emocionante.
En el Diccionario de la Real Academia leo: al gallo que canta le aprietan la garganta, alzar uno el gallo, bajar el gallo, cada gallo canta en su muladar, como el gallo de Morón, cacareando y sin plumas. Expresiones que elijo porque no son habituales en México, aunque, es obvio, lo son en España.
La ch, la ll y la ñ
La Real Academia Española decidió hace un tiempo que no se iban a tomar en cuenta, por constar de dos letras, la ch y la ll, y que, por lo tanto, no tendrían entradas en su diccionario. Esto que parece simple, tiene, como resultado que, por ejemplo, las bibliotecas que acepten como buena esta norma, tengan que reclasificar sus acervos, pues deja de regir el orden alfabético anterior. El diccionario del español usual en México decidió no seguir a la Academia y aparecen como entradas las tradicionales ch, ll y. por supuesto, la ñ, a la que todo el mundo hispánico, cuando las computadoras la quisieron borrar del teclado de los ordenadores, se negaron rotundamente con el argumento, mañoso pero eficaz, de que español se escribe con ñ.
Y ya que mencioné la ch, hay que decir que en esta entrada aparece la palabra chamba, con el significado de trabajo u ocupación, y estos usos que nos son familiares: pedir chamba, dar chamba, estar sin chamba, mucha chamba, andar sin chamba- Estos usos, que son los del diario, se marcan en el diccionario con la palabra coloquial.
Independencia o no
El escritor Martín Luis Guzmán propuso excluir a la academia mexicana de la tutela de la real academia española. Para su sorpresa, sus compañeros académicos, se negaron de modo rotundo. Cuando leí esto, me pareció de momento inverosímil, luego recapacité que, en última instancia, la academia es un intento por mantener unida la lengua sin que cada uno jale por su lado y se acabe en la separación.
Ciertamente, hay necesidad de que las academias de los distintos países hispanohablantes no dejen que España sea la dueña y señora de la lengua, por más que hasta el momento detenta la hegemonía. Losidiomas dependen por un lado de los pueblos que los hablan que no obedecen las reglas y por el otro, de otro grupo no menos desobediente que son los escritores, de César a Fernando Vallejo por mencionar a dos iconoclastas.
Antes, el criterio de la Academia era normativo; ahora es descriptivo. Es decir, antes se decía cómo hablar o escribir: hoy se toma nota de cómo se hace. La rienda está cada vez más suelta y Luis Fernando Lara y su equipo no son la excepción, no tratan de decir cómo se debe hablar el español en México, sino de atrapar al vuelo cómo se habla, y eso es una tarea por decir lo menos, de romanos. El premio a Luis Fernando Lara es más que merecido.
Al echarle un ojo al diccionario, me tropecé con la palabra collage, un galicismo, en la cual se ponen de ejemplo al español Picasso y el mexicano Fernando García Ponce.