Diplomacia pragmática

Hay quien cruza el bosque y

sólo ve leña para el fuego.

León Tolstoi

José Fonseca

En Cuba, el presidente Enrique Peña Nieto tendió el puente hacia América Latina, el puente que hace más de una década se dañó porque las relaciones internacionales de México estuvieron contaminadas de prejuicios ideológicos.

Eran los años de la guerra fría cuando Fidel Castro y su hermano Raúl, con el Che Guevara declararon abiertamente comunista al régimen cubano, lo cual llevó a todos los países latinoamericanos a romper relaciones con Cuba.

Sólo México mantuvo la relación. Y por momentos, era el único conducto para cualquier diálogo con el gobierno cubano, salvo, claro, la antigua Unión Soviética.

Apelando a su pasado, el gobierno mexicano, encabezado por Adolfo López Mateos condenó la instalación de misiles rusos que amenazaban el territorio de Estados Unidos, pero se negó a votar por una opción militar que implicaba la invasión del territorio cubano.

Ése y muchos otros gestos de pragmatismo de México le fueron útiles cuando, incitados por al contexto internacional, cientos de jóvenes se unieron a las guerrillas marxistas. Éstas no encontraron apoyo de Cuba, como el resto de las guerrillas marxistas del continente. Las guerrillas mexicanas se quedaron aisladas, con un relativo apoyo de la antigua URSS y de Corea del Norte.

En muchos otros lances, la diplomacia mexicana ha actuado con pragmatismo en su relación con el régimen cubano, a pesar de las presiones ejercidas por los cubanos en el exilio norteamericano, apoyados por poderosos congresistas estadunidenses.

Fue pragmatismo lo que llevó el gobierno mexicano a crear el Grupo Contadora para intentar la pacificación de una convulsa Centroamérica, lo cual le acarreó la animadversión hasta de la Casa Blanca.

Con sus claroscuros, la relación de México con el régimen cubano ha sido buena. Y es una relación que ha contado con el respaldo de la mayoría de la opinión pública mexicana.

La relación se enfrió cuando aquel malhadado “comes y te vas” del expresidente Vicente Fox, llevado de la mano por una política exterior que consiguió el milagro diplomático de enemistarlo con Cuba, al mismo tiempo que lo enemistó con Estados Unidos luego de una tibia solidaridad después de la tragedia del 11 de septiembre de 2001.

Ahora Cuba está en un proceso de transición. Raúl Castro intenta repetir en Cuba el milagro de una apertura económica sin apertura política que realizó otro gobierno comunista, el de la República Popular de China.

El tiempo, si no sus enemigos, seguramente derrotará a Fidel y Raúl Castro. Eso hace impredecible cómo será la transición cubana sin ellos. Será un acontecimiento que alterará la geopolítica continental.

México no puede ser espectador de ese proceso. Debe estar cerca de él, porque así lo dictan sus intereses.

Sólo el simplismo ideológico más ramplón ha criticado el acercamiento del presidente Peña Nieto a Cuba, el relanzamiento de las relaciones con la isla caribeña y con el resto de los gobiernos latinoamericanos.

 

                                                                      jfonseca@cafepolitico.com