Y ahora, las leyes reglamentarias

 

Cuidado con el hombre que no quiere

molestarse con los detalles.

                                                                      William Feather

 

José Fonseca

 

 

En las próximas diez semanas, el Congreso habrá de discutir, dictaminar y votar las leyes reglamentarias de las reformas constitucionales que fueron aprobadas el año pasado.

Se trata del detalle de cómo crear el marco jurídico para que todas esas reformas puedan traducirse en acciones de gobierno y se inserten en la realidad nacional. Y se probará que el diablo está en los detalles, en llevar a la práctica lo aprobado por senadores y diputados.

No será una tarea fácil. Aunque la aprobación de las leyes reglamentarias no requiere de mayoría calificada, sólo de mayoría simple, bien puede ser una tarea más difícil que las mismas reformas constitucionales, porque en el proceso intentarán influir todos los grupos de interés afectados por ellas.

Las leyes reglamentarias serán las que determinarán si, como se intentó al aprobar las reformas constitucionales, el Estado mexicano mantiene su preeminencia en el proceso cuyo objetivo es la modernización.

Su escrupulosa redacción determinará si el Estado mexicano puede alcanzar ese objetivo e impedir que los objetivos de las reformas se descarrillen, sea por una mala ejecución de las políticas públicas que de ellas derivan, o porque se diluya el objetivo de mantener una regulación enérgica, no inhibitoria de la actividad de los sectores involucrados, pero sí para que dicha actividad se realice ordenada y con certidumbre jurídica.

En el sector energético, por ejemplo, la actividad de las empresas multinacionales que lleguen a operar en el área petrolera debe ser regulada estrictamente, para evitarse las penosas experiencias de otras naciones, donde una mala regulación o una regulación mal aplicada han tenido como resultado que las multinacionales se llevan la tajada del león.

No se trata de que su operación en el área petrolera sea obstaculizada por una reglamentación excesiva, pero sí se impone la necesidad de crear y fortalecer los órganos reguladores, cuyos integrantes tengan como interés primordial la protección de los intereses nacionales.

Así de trascendente es la tarea que enfrentarán los senadores y los diputados, cuyas bancadas deben tomar en cuenta la protección del interés nacional, pero equilibrado con la indispensable flexibilidad para no ahuyentar a los inversionistas.

El tiempo, sólo el tiempo, mostrar si los senadores y diputados cumplieron con su trascendente tarea.

 

                                                     jfonseca@cafepolitico.com