Un México con hambre y sed de justicia sigue vigente
Teodoro Barajas Rodríguez
La historia de México en todas sus edades es un largo obituario, interminables nombres que sucumbieron ante la muerte, casi todos los héroes nacionales, muchos inventados por la historia oficial, cayeron abatidos para dar más sustancia a los actos consumados.
Hace 20 años un suceso conmocionó el país, el artero asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, aquel 23 de marzo en Lomas Taurinas parecían regresar los viejos años de la bola, la plenitud de los idus de marzo con el tinte trágico que demolió la certidumbre para dar paso a un tipo de violencia que suponíamos ya estaba distante.
El candidato del PRI que pocos días antes pronunció un discurso polémico porque tomaba distancia de los embadurnados lugares comunes de su partido caía acribillado por un hombre casi inexistente, carente de biografía destacada, un burdo sicario.
La condena fue unánime entre los simpatizantes y contrincantes del hombre nacido en Sonora, un acto así de execrable despertaba la capacidad de asombro hasta entonces adormilada, el entorno lucía difuso, tenso, nebuloso por decirlo de alguna manera.
Se han escrito tantas cosas desde entonces que la verdad puede ser que ya se haya dicho pero nadie la creyó, en primera instancia se nos dijo que se trató de un acto concertado, es decir una conspiración, pero inopinadamente se cambió la versión para decir que fue un asesino solitario quien accionó el arma homicida, es decir un trastornado megalómano.
Nunca se sabrá qué habría ocurrido si Luis Donaldo hubiese llegado a la primera magistratura, si estaría subordinado a quien fuera su jefe Carlos Salinas de Gortari o habría roto con éste para tejer alianzas con otras expresiones, quedó en ciernes, lo demás es dar rienda suelta a la especulación lógica por tantas líneas a considerar.
Un sector importante de la opinión pública señaló sin vacilaciones al entonces presidente Carlos Salinas de Gortari de la tragedia, o señalaban el entorno próximo al mandatario porque para una gran mayoría de mexicanos se trata simple y llanamente de un crimen de Estado, así lo plantea la película Colosio, el asesinato; y otras tesis que se comentan con un peculiar estilo hermenéutico.
Salinas de Gortari concentró mucho poder, para algunos resulta descabellado situarlo en la lista de sospechosos del atentado mortal porque tal suceso marcó su suerte para eliminarlo de la candidatura por la Organización Mundial de Comercio y su buen nombre en el extranjero se desplomó.
Ese año 1994 fue como uno de las plagas de la antigüedad: comenzó el Tratado de Libre Comercio a la par del levantamiento del EZLN en Chiapas, posteriormente el asesinato del priista José Francisco Ruiz Massieu que tuvo serias implicaciones políticas, y la ulterior detención de Raúl Salinas de Gortari, y como remate el trágico error de diciembre que pulverizó la planta productiva.
Luis Donaldo Colosio el 6 de marzo de 1994 pronunció un discurso para afirmar que veía un México con hambre y sed de justicia; lo que miraba sigue vigente.
