Entrevista a Marco Lara Klahr/Periodista de investigación

Moisés castillo

Hace tres siglos, el escritor escocés John Arbuthnot decía que la mentira política es el arte de hacer creer al pueblo falsedades saludables con un buen fin. Y en la recta final de su sexenio el presidente Felipe Calderón, en el marco de su quinto informe de gobierno, presumía la muerte de Nazario Moreno Gonzáles, alias El Chayo, fundador de La Familia Michoacana.

“Nazario Moreno, principal líder delictivo, responsable del adoctrinamiento y uno de los fundadores de la organización criminal La Familia, fue abatido por fuerzas federales en diciembre de 2010”.

Dos años y medio después, el exmandatario felicitó vía Twitter al presidente Enrique Peña Nieto por el abatimiento de El Chayo y compartió por esa red social el comunicado que emitió el pasado 9 de marzo Alejandro Poiré, exsecretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional del gobierno calderonista, en el cual admite que los datos en su momento “no fueron lo suficientemente precisos”.

Hay que recordar que, a finales de 2010, el coordinador regional de la Policía Federal, Luis Cárdenas Palomino, aseguró que, tras la muerte de Nazario Moreno, La Familia Michoacana quedaba debilitada en su organización, así como en la parte financiera.

“A partir de la muerte de Nazario, La Familia Michoacana, como la conocimos, quedó completamente desarticulada”.

La versión que empujó el entonces secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, fue la verdad oficial sin ofrecer ninguna prueba científica, ya que el cuerpo del también conocido como El Más Loco había sido recogido por los integrantes de la organización delictiva luego del enfrentamiento con agentes federales.

La narración del combate, avalada por García Luna, se sustentó en declaraciones de algunos detenidos y testigos de federales que participaron en la balacera. El propio Calderón detalló que capos de La Familia organizaron una fiesta y la Policía Federal detectó aquella celebración navideña. El documento oficial de los hechos llegó el 10 de diciembre de 2010 al secretariado técnico del Consejo Nacional de Seguridad.

Tras la primera muerte de El Chayo, Enrique Plancarte Solís, Servando Gómez Martínez, La Tuta, y Jesús Méndez Vargas, alias El Chango Méndez, se disputaron el control de La Familia Michoacana. Los desacuerdos provocaron una ruptura entre los mafiosos. En marzo de 2011, mediante mantas, La Tuta y Kike Plancarte dieron a conocer la organización criminal llamada Los Caballeros Templarios.

Prevaleció la verdad “mediática” como señala el investigador Ernesto Villanueva sobre la verdad comprobada. Si se pensaba que con el caso Florence Cassez se terminaba el show calderonista, pecamos de ilusos. ¿Basta con una felicitación vía Twitter para no asumir responsabilidades? ¿La versión calderonista fue una verdad mal entendida? Dicen que los más tontos son los que más mienten, y en esa condición quedaron Calderón y sus muchachos.

Por otra parte, el comisionado para la Seguridad en Michoacán, Alfredo Castillo, explicó que era un secreto a voces que El Chayo seguía vivo, y usó de coartada el reporte de su muerte para seguir operando desde la organización de Los Caballeros Templarios.

“Pensaría que pudo haber sido una coartada en cuanto a que posiblemente haya quedado herido, se haya dado primero esa información y los audios hayan dejado ver que esta persona había fallecido y, posteriormente, pues el mayor beneficiario de estar en el anonimato era él y siguió jugando con este juego, hasta que después relajó los mecanismos de seguridad y se filtró la información de que seguía vivo.”

Castillo además detalló que la estrategia de El Chayo era trabajar de forma clandestina y que fueran sus colegas Servando Gómez y Enrique Plancarte quienes dieran la cara.

De Nazario sólo quedan los llamados Chayocorridos, entre los más famosos está el interpretado por Melissa PlancarteLa Princesa de la Banda, hija de Enrique Plancarte, titulado Mis soldados son guerreros: “No soy narcotraficante —dice la letra—, soy jefe de una familia, mi territorio es sagrado, fui elegido desde arriba, si persiguieron a Cristo, qué tiene que me persigan”.

 Desde Jalisco, Los Originales de San Juan le escribieron una canción a Nazario Moreno tras el anuncio de su muerte en 2010: “El Chayo murió —dice el corrido— en la raya defendiendo a La FamiliaEl Chayo dejó un legado por todito Michoacán, Los Caballeros Templarios por su gente han de pelear, ellos no quieren la guerra sólo quieren igualdad”.

Falsedad deliberada

En su libro Cosas de familia. ¿A dónde fue Nazario? (Debate, 2012), el periodista Marco Lara Klahr reveló en su notable reportaje que nunca murió Nazario Moreno y se pregunta porqué el gobierno calderonista miente de forma irresponsable.

“Felipe Calderón, Alejandro Poiré y las instituciones emisoras del comunicado conjunto habrían transgredido diversas normas legales. Sus afirmaciones sobre la supuesta muerte de Moreno González pueden constituir los delitos tipificados en el artículo 7º, fracciones VI y VII del Código Penal Federal, que además representan una de las excepciones del artículo 108, párrafo segundo de la Constitución Política federal. En ese mismo delito podrían incurrir los miembros responsables de la Policía Federal, el Ejército y la Marina Armada de México encargados del operative.”

En entrevista, el autor de Extorsión y otros círculos del infierno (Grijalbo, 2013) afirma que el responsable principal de la supuesta muerte de El Chayo en diciembre de 2010 es el expresidente Calderón.

“Este caso pone en evidencia a un gobierno que mintió de manera deliberada, reiterada, pone en evidencia a medios de comunicación y periodistas sometidos a la información oficial. No le dicen al público: nos equivocamos, ni nos comprometemos a verificar la información que publicamos. Pone en evidencia la incapacidad del gobierno y periodistas de rectificar.”

¿Cómo interpretas la “doble” muerte de Nazario Moreno González?

Observo que son escasas las voces que proponen responsabilizar legalmente al expresidente Felipe Calderón y a su vocero, entre otros funcionarios, por mentir. Es posible documentar la mala fe. Mentir tiene implicaciones de orden legal. Un servidor público que miente y lo hace de mala fe debe tener consecuencias no sólo mediáticas, sino del orden legal. Por otra parte, el papel de los medios queda en entredicho. Son claras las consecuencias para la democracia y el derecho a la información de los ciudadanos en la medida en que los periodistas nos limitamos a publicar noticias de una sola fuente, nos limitamos a reproducir información oficial. Esto tiene implicaciones en el derecho ciudadano a la información, tiene implicaciones en el crédito-descrédito en la reputación de los periodistas y los medios. Escucho voces dentro del gremio “es que yo lo dije”. Pero no es lo mismo decirlo que demostrarlo. Me temo que los periodistas en México decimos mucho más de lo que somos capaces de demostrar.

Y en ese sentido camina tu reportaje sobre El Chayo

En Cosas de familia demuestro que Nazario Moreno está vivo, a menos de que alguien crea en los zombies. Mi libro publicado a finales de 2012 es una evidencia documental, tiene efectos probatorios, y tiene la argumentación jurídica del investigador Ernesto Villanueva. Desde diciembre de 2012 demostramos que Nazario Moreno estaba vivo y eso no tuvo ninguna consecuencia legal hacia los responsables de la mentira deliberada, y tuvo apenas una replica insignificante en esa misma industria mediática que se dice sorprendida de que no estuviera muerto.

Calderón no tiene escapatoria

El senador Javier Lozano señala como responsable a Monte Alejandro Rubido, actual titular del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad y exsubsecretario de Seguridad Pública, de proporcionar información errónea al expresidente Calderón. ¿Qué otros funcionarios estarían implicados?

Lo que está haciendo Lozano es salpicar y distraer la atención. No hay la menor duda de que Rubido tenga responsabilidad. Pero la responsabilidad principal, porque lo dijo públicamente, es de Felipe Calderón, él es responsable de sus palabras. No creo que sea una persona incapaz, es responsable de lo que dice. Alejandro Poiré, su vocero, es responsable de lo que dijo también. Hay que recorrer la historia del asunto: hay una operación militar entre los días 8 y 10 de diciembre de 2010 en una comunidad de Apatzingán. El gobierno federal en voz de Calderón y Poiré dicen que murió Nazario Moreno, versión que apuntala la DEA. Después aparece un boletín conjunto de las instituciones que actuaron en el operativo policiaco-militar y ese boletín es muy general y repite las palabras que había dicho Poiré. Ambiguamente dice “elementos de información”, no precisa si son personas o datos de inteligencia. Además es un boletín largo, muy absurdo.

Digamos que nunca se mostraron pruebas periciales…

Pedí información a las instituciones implicadas vía el IFAI y todas dijeron que no tenían ni un solo dato que confirmara que el señor Nazario Moreno está muerto. O el absurdo: la PGR me remite a la SIEDO que depende de la misma procuraduría. Finalmente llego a la Presidencia y me dicen: sí hay una tarjeta informativa que está reservada 12 años, en la que se había basado el presidente Calderón para dar la versión. ¿Por qué está reservada esa información? ¿Por qué no existe la tarjeta? Me parece que el expresidente Calderón no tiene escapatoria, no puede decirse que no actuó de mala fe. Lo que hice en año y medio con solicitudes de información, enfrentándome al burocratismo demoniaco del IFAI, el presidente Calderón pudo haberlo hecho en dos horas. Significa que él tenía la información  y no dudo que él tuviera la versión de la muerte, pero es claro que la información que tenía no era veraz porque ni la PGR ni nadie tiene la información. Eso contraviene el código civil, porque para dar por muerta a una persona se necesita por lo menos un documento —si no hay manera de reconocer a la persona—, el MP o una autoridad debe dejar constancia de la muerte.

¿Cómo queda el gobierno de Calderón en una guerra que lanzó precisamente en Michoacán hace más de seis años?

Desde el principio insistí en que lo que se llamó la guerra contra el narco tenía dos objetivos: uno, militarizar la seguridad, y por otra parte, emprender una guerra mediática. Los operadores comunicacionales del presidente Calderón contaban con el hecho de que los medios en México publican información de una sola fuente, no verifican la información y se quedan conformes si los dejas entrar a fotografiar cadáveres, escenas violentas, y están dispuestos a publicar toda suerte de datos sean falsos o reales que detallen un supuesto hecho. Imagínate, el presidente Calderón logró lo que ningún presidente había logrado: someter a la revista Proceso sin una llamada, dándole portadas hasta convertirla en una revista de nota roja. Y lo mismo hizo con los noticieros de TV, montajes mediáticos basados en mentiras, falsas acusaciones, recreaciones de supuestos hechos. Esto muestra claramente que su estrategia era mediática y que contaba con medios acríticos y sumisos.

 

Chabacanería religiosa

Por otra parte, con la muerte real de Nazario Moreno, ¿se puede hablar del fin de Los Caballeros Templarios? ¿Cómo debemos valorar este hecho?

Lo que está pasando en Michoacán rebasa por mucho la muerte de Nazario Moreno, o la segunda muerte de El Más Loco. Michoacán entró en un proceso intensivo de paramilitarización que se está disfrazando cuando se habla de autodefensas, y que se está replicando en otros estados. Denota un cambio de estrategia del gobierno federal para generar nuevos equilibrios regionales, incorporando a un agente armado con una supuesta legitimidad y lucha social, que son los paramilitares. Temporalmente tienen contra la pared a Los Caballeros Templarios y a La Familia Michoacana —sigo sin tener en claro si son una escisión o dos marcas que podrían tener la misma cabeza o podrían estar en Michoacán las dos, y en el Estado de México, una—, pero esas organizaciones han demostrado históricamente una gran capacidad de reorganización y reagrupamiento. Tienen una enorme capacidad financiera a través del puerto de Lázaro Cárdenas. Además cuentan con una enorme base social y no se acaba fácil.

Me imagino un escenario donde convivan, en una suerte de pax mafiosa, grupos de origen de Los Caballeros Templarios y de La Familia Michoacana con grupos paramilitares y cuerpos de seguridad del estado. Todos medrando en ese ambiente, generando equilibrios. En un nuevo orden de ese tipo probablemente habrá menos violencia, pero las actividades delincuenciales y las segmentación territorial de Michoacán relacionada con la extorsión, tráfico de migrantes, y todos los giros criminales, no van a cambiar. Es decir, la muerte de Nazario Moreno no es más que parte de ese proceso de reconfiguración de fuerzas en Michoacán.

¿Cómo definirías a un personaje tan polémico como Nazario Moreno?

Me permito dudar de la seriedad de versiones periodísticas que sobredimensionan el componente religioso de ese personaje. Me parece que —yo he leído los libros de Nazario— tenía un visión muy chabacana y superficial de la religión. Mezclaba todo tipo de personajes desde Kalimán hasta Buda. No diría que fuera un charlatán, sencillamente era un manipulador. Todo manipulador se cree sus mentiras. A mí la visión religiosa de Nazario Morena me recuerda toda una corriente de la fe y la prosperidad que probablemente adquirió en Estados Unidos. Pero pienso que era una cobertura para delinquir y manipular. Todos los testimonios que tengo de personas que no eran miembros de la organización, y que eran extorsionadas y citadas a las reuniones con él, van en esa dirección. Pero evidentemente eso era una cobertura detrás de la cual estaba una manipulador, un hombre sin escrúpulos y con una enorme capacidad de ejercicio de la violencia hacia los demás.

 

Sigue la impunidad en Michoacán

En tus libros mencionas que la impunidad, las extorsiones, los exilios reflejan una realidad aplastante. ¿Cuál será el futuro de Michoacán donde Los Caballeros Templarios controlan gran parte del proceso productivo?

Cuando las políticas públicas de seguridad se enfocan en el aspecto punitivo, no hacen más que generar más violencia y más delito. Delinquir en Michoacán no tiene consecuencias penales, puede tener consecuencias de confrontación con otros poderes fácticos, pero no tiene consecuencias penales. La impunidad en Michoacán sigue siendo generalizada. El sistema penal en Michoacán, que está en proceso de reforma, tiene todas las dificultades de todos los estados. Pero Michoacán tiene la particularidad que es un estado tan segmentado por paramilitares, narcos, policías y militares asociados con el crimen organizado, funcionarios públicos de los tres niveles con nexos con los narcos. En todo ese polvorín, lo que resulta es que la población está totalmente vulnerable a cualquiera de estas fuerzas. Al final tendrás un nuevo orden que es al estilo Colombia: no violencia aparente pero una terrible violencia estructural.