Buenos augurios

Julio A. Millán B.

La banca de desarrollo se ha constituido como un importante instrumento para promover el crecimiento económico, mediante el otorgamiento de crédito, brindando asesoría y capacitación a pequeñas y medianas empresas e incluso grandes corporaciones. Su papel ha sido altamente relevante, tanto en épocas de crisis como de auge, en países avanzados o en vías de desarrollo.

En México, surge a partir de la legislación bancaria y crediticia, derivada de la nacionalización de la banca en 1982. Desde entonces, ha desempeñado un papel relevante en el otorgamiento de créditos, tanto a la iniciativa privada como al sector público en los distintos órdenes de gobierno. Según datos del Banco de México, al cierre de 2013 se tuvo un saldo de 492 mil 334.4 millones de pesos de 2010 de los cuales 56.9% corresponden al sector privado, 23.5% a estados y municipios, 16.7% al sector público y 2.9% a otros.

En lo referente al sector privado, la banca de desarrollo ha registrado un importante cambio en el destino del financiamiento. Mientras que en 1995 el 30.5% se destinaba a servicios, 23.9% a actividades primarias, 23.2% a la industria manufacturera y el resto a los demás sectores económicos; al cierre de 2013, el 47.0% fue destinado a la construcción, 20.2% a los servicios, 17.6% a las manufacturas, 8.2% al consumo y el resto a otros sectores económicos.

En el caso de la industria manufacturera, la banca de desarrollo, a partir de año 2003, redujo fuertemente su cartera, a razón de 2.6% mensual, pasando de montos superiores a 50 mil millones de 2010 a menos de 8 mil millones mensuales en octubre de 2008. No obstante, durante los momentos más álgidos de la crisis de 2009, la banca de desarrollo retomó su papel como una fuente de financiamiento segura y confiable y finalmente como un motor del sector industrial mexicano.

Entre noviembre de 2008 y el cierre de 2013, la cartera del sector industrial ha pasado de 13 mil 334 millones de pesos de 2010 mensuales, a más 34 mil millones de pesos. Esto es, la banca de desarrollo entendió el problema, inyectó la liquidez necesaria a través de diferentes instrumentos financieros y permitió que la transición y recuperación de la economía fuera rápida.

La banca de desarrollo ha sido parte no sólo de la recuperación sino del mantenimiento de diferentes empresas e industrias. Sin embargo, es importante que encuentre nuevos esquemas y productos hacia diferentes mercados, que garantice el acceso al financiamiento a tasas preferenciales y competitivas, en especial para las pymes, porque en estas empresas se desencadena el crecimiento y desarrollo económicos de este país. Son la fuente de empleo y por tanto de ingreso y consumo privado de una buena parte de la población.

Debe destacarse, el futuro de la banca de desarrollo mexicana tiene buenos augurios, su cartera e impactos en la economía serán crecientes en los próximos años.