El escritor francés Julio Verne siempre será recordado como un visionario que imaginó en sus novelas algunos inventos y tecnologías que años después se hicieron realidad, gracias al trabajo de científicos e ingenieros que lograron revolucionar el mundo.

A comienzos de los años 30, uno de esos hombres similar a Verne, que ansiaba con pasar a la historia era Johannes Christian Bischoffallá, un inventor e ingeniero alemán que,  ideó un sistema de transporte que, a su juicio, podría haber cambiado para siempre la forma en la que viajaba el ser humano. Se trataba de un impresionante barco capaz de recorrer las arenas de los mayores desiertos del planeta llevando en su interior a cientos de personas rodeadas de todo tipo de comodidades.

Las características principales características de dicho navío las cuales desvela el blog “tecnología obsoleta”, era una especie de híbrido entre ferrocarril y barco; poseía una longitud de 60 metros, 12 de anchura y era movido por cuatro ruedas de 15 metros de diámetro, que le permitirían superar toda clase de obstáculos.

Poséia un casco bindado similar al de un acorazado y, según los cálculos de su inventor, podría transportar hasta 200 toneladas de carga, gracias al empuje proporcionado por un motor de 200 caballos de potencia. Su velocidad de crucero oscilaría entre 12 y 30 kilómetros por hora, en función de las características del terreno que atravesase. Su autonomía debía alcanzar los 5.000 kilómetros.

Este ambicioso buque jamás llegó a construirse. Posiblemente, pensaron que se trataba de un vehículo demasiado grande y poco práctico. Con el paso del tiempo, la mejora en otros medios de transporte, como la popularización de la aviación, acabaron por enterrar el proyecto de Bischoff en el olvido. Si no hubiese ocurrido así, quién sabe si atravesar el Sahara en inmensos barcos con ruedas no sería hoy un reclamo turístico al que pocos se podrían resistir.