Con Arroyo o con Cordero, todos perdemos
Yazmín Alessandrini
Cualquiera con dos dedos de frente sabe que los panistas convirtieron la docena de años de los gobieros federales de Vicente Fox y Felipe Calderón en la gran pachanga blanquiazul, donde prácticamente todos se especializaron en el finísimo arte de despelucar para beneficio propio los presupuestos de todos los despachos que ocuparon: secretarías de Estado, dependencias de los tres niveles de gobierno, gubernaturas, alcaldías… el etcétera es kilométrico.
El escándalo más recientemente puesto en descubierto por los panistas y sus cuates, el de la empresa Oceanografía, pone en evidencia, por enésima ocasión, la enorme corrupción que fomentaron, impulsaron, solaparon y protegieron las administraciones foxista y calderonista. Hacia donde uno voltee la cabeza ahí encontraremos nuevos y rozagantes millonarios (de nombre y cara conocidos o de ilustres desconocidos) que proliferaron al amparo de la llamada docena trágica.
Y los hay de todos tamaños, sabores y colores. Desde las toallas de 500 dólares y las sábanas de mil 500 dólares de don Vicente Fox y su esposa Martita a las gangas inmobiliarias de Polanco de Cesarito Nava (mis respetos, no cualquiera consigue un depa de 335 m2 con valor de 25 millones de pesos en 7 millones); sin olvidarnos de los tremendos y groseros dispendios de la Estela de Luz y los festejos del Bicentenario, de los que Alonso Lujambio ya no nos dijo nada porque el mieloma se lo llevó, o de los múltiples legisladores blanquiazules se que se hincharon los bolsillos exigiendo diezmo o moche a cuanto incauto se dejó…
¿Qué dirían los Manueles” (Gómez Morín y Clouthier del Rincón), pilares del buen panismo, si estuvieran vivos y tuvieran la oportundiad de presenciar todos estos escándalos?
Todo lo anterior viene a colación porque el venidero 18 de mayo tendrá verificativo la elección interna del PAN, proceso que arrojará a quien será el próximo presidente de este depauperado instituto político. Y ya nada más quedan dos contendientes: Gustavo Enrique Madero Muñoz (quien busca ser reelecto al cargo) y Ernesto Javier Cordero Arroyo, dos alternativas que irremediablemente nos hacen recordar el póster promocional de la película de ciencia ficción Alien vs. Depredador: Gane quien gane… todos perdemos.
La verdad es que con Arroyo o con Cordero no sólo perderá el panismo, que gracias a estos dos personajes está más enlodado y debilitado que nunca, también perderá México. Y perderá porque en una democracia sana y funcional deben existir corrientes sólidas de todo tipo (de izquierda, de derecha, de centro, conservadoras, liberales, etcétera), porque eso al final del día es lo que nos permite contar con instituciones solventes y sólidas. Lamentablemente, en estos momentos el PAN no es más que una pálida sombra de lo que solía ser, y con Gustavo o Ernesto seguirán en esa línea durante varios años más.
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