Identificados y definidos los retos inmediatos
Yazmín Alessandrini
Y como dice el refrán: “no hay plazo que no se cumpla”. Seis meses después de que el presidente Enrique Peña Nieto promulgó las leyes del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación y la General del Servicio Profesional, así como las modificaciones a la Ley General de Educación, un total de 28 de las 31 entidades federativas ya entraron a la dinámica de modificar sus legislaciones locales para ajustarse a ésta, considerada la primera reforma de gran calado de la administración peñista.
Lo que estaremos viendo en las próximas semanas,, con excepción de Baja California Sur, Oaxaca y Sinaloa (cuyos gobernadores pertenecen a la oposición: Marcos Covarrubias, Gabino Cué y Mario López, respectivamente), los prietitos en el arroz, es cómo las secretarías de Educación estatales emprenden una valiosísima cruzada que las llevará a cumplir con el marco normativo constitucional y con las leyes generales.
No ha sido una tarea fácil. Las inercias, los vicios y el burocratismo al que durante décadas se han acostumbrado los docentes son los principales obstáculos a los que deberán enfrentarse los gobiernos federal y estatales para que en un futuro inmediato nuestros niños y jóvenes sean instruidos académicamente en un marco que les permita enquistarse en un mundo cada vez más competitivo.
Y para eso, Emilio Chuayffet Chemor, de manera por demás atingente, ha logrado construir valiosísimos puentes de diálogo con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación e incluso con los intransigentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, quienes poco a poco se han ido dando cuenta de que el retrogradismo y la intransigencia no son vía para llenar a nada.
El presidente Peña Nieto ha sido más que enfático desde el inicio de su gestión en diciembre de 2012: hay que transformar realmente cada escuela y cada aula, porque ése es el primer paso hacia una institución educativa capaz de sintonizar con las aspiraciones de los estudiantes y las expectativas del conjunto social. Y para hacer tangible este deseo, los principales aliados del gobierno son los maestros.
Los retos inmediatos ya están identificados y definidos: hay que impulsar a niños y jóvenes mexicanos para que la escolaridad en México pase de nueve a 12 años, y que los menores de 15 años ya no deserten por la dificultad que implica asistir a la escuela. Para eso, programas de planteles de tiempo completo, dotar de computadoras y tablets a los chicos, entregar unidades de transporte a quienes invierten mucho tiempo en cubrir las distancias entre casa y escuela, foros referentes a la reforma educativa… son medidas que abonan en un mejor futuro para nuestros escolapios.
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