CNTE, okupas, SME, vagoneros

Félix Fuentes Medina

Los maestros de la CNTE cumplieron diez meses de plantón en el Distrito Federal y llegan a 13 años los vagos que se apoderaron del auditorio Justo Sierra de la UNAM. Y de seis mil vagoneros o ambulantes del Metro, una parte de ellos recibe el novedoso apoyo quincenal de mil pesos.

Son lacras que lastiman a un pueblo anhelante de la aplicación de justicia a  quienes abusan de la libertad de expresión y la tolerancia. No confundir pobreza con vagancia y chantaje.

Los anarquistas fincan su modus operandi en el caos, los vividores de la desaparecida Luz y Fuerza del Centro exigen más dinero y se complace al detestable Frente Popular Francisco Villa y al mexiquense Antorcha Campesina. Son el cáncer de México.

De los holgazanes de la CNTE se ha dicho que recibieron 115 millones de pesos de la Secretaría de Gobernación, pero quizá han logrado otras sumas. ¿O cómo se entiende su permanencia en el Monumento a la Revolución tras iniciar su plantón el 8 de mayo de 2013 en el Zócalo?

Nadie, ni quienes se dicen liberales y de mente avanzada, entienden porqué el gobierno capitalino y el federal contemplan a los vándalos que no educan por ser ignorantes y exigen  sueldos por dormitar en el asfalto.

Los presuntos profesores causan daños a dueños de hoteles, restaurantes y otros negocios del Centro Histórico y la Plaza de la República, sin que tal conmueva  a alguna autoridad.

¿POR QUÉ —así con mayúsculas— es permitida esa anarquía y son ignorados los daños a terceros en tanto tiempo?

A tan sonora pregunta no hay respuesta, y los falsos educadores prolongan su holgazanería, como ha sucedido en el auditorio Justo Sierra, que tras la huelga de 1999 en la UNAM, fue ocupado por individuos del Consejo General de Huelga y falsos campesinos socialistas.

En 2003, a dicho auditorio le fue impuesto el nombre de Okupación Che Guevara. Y los okupantes acabaron con el sonido, las butacas y las alfombras.

Hoy, una parte del auditorio es ocupado por la juventud comunista y otra por los anarquistas. Nadie, ni el rector José Narro, emprende la limpia de bandoleros. ¿En cuál región del mundo quedan comunistas si Rusia, China y Cuba los olvidan?

Con 40 años de uso, el Metro capitalino es de los más viejos del mundo. De la nueva línea 12 se puede hacer una telenovela en vista de sus vías chuecas, los hundimientos y las goteras. Los asambleístas del PRD no llamarán a cuentas a Marcelo Ebrard.

El Metro es un paraíso de carteristas y, en los apretujones hasta la asfixia, son manoseadas las mujeres. En manos de los perredistas, a ese sistema de transporte se permitió el ingreso de vendedores, hasta con equipos de sonido.

Son los vagoneros, a los cuales hoy pretende desplazar el director del Metro, Joel Ortega, mediante la  práctica de gobierno de estos días, de regalar dinero. Ninguno se va ir a la buena y ya lo dijeron en sus marchas.

Falta algo: que los funcionarios se postren y pidan perdón por las veces que los importunaron.