Mireille Roccatti
La captura del mediático Chapo Guzmán, que ocupó durante toda la semana las páginas de toda la prensa escrita y los espacios radiofónicos y televisivos de todo el país y aun de la prensa internacional, ha venido a clarificar varias cosas para el régimen del presidente Peña Nieto, para la oposición doméstica, para la comentocracia y en general para la sociedad en su conjunto. Aun más para los mexicanólogos estadounidenses y para un sector del gobierno norteamericano.
La recaptura de este importante capo sinaloense del narcotráfico, en buena medida sobredimensionado, dado que el verdadero jefe del cartel de Sinaloa siempre ha sido el Mayo Zambada, demostró la falsedad de que los priistas negociarían con los narcos y evidenció la canallada originada en Estados Unidos a mitad de la contienda electoral del 2012, de que el Chapo apoyaba la campaña del PRI, utilizada arteramente como arma de propaganda electoral.
La ocasión también ha permitido recordar que fueron gobiernos priistas los que lo capturaron, y escapó y estuvo prófugo con los gobiernos panistas, lo que generó, asimismo, afirmaciones facilonas de complicidades con éstos, mismas presunciones que existe oportunidad de aclarar y sustentar con pruebas, o quedarán como muchas afirmaciones: en trascendidos sin sustento que se convierten en verdades irrebatibles en amplios sectores de la sociedad.
Asimismo, por el simple hecho de ocurrir la detención en el lugar y en las condiciones que conocemos, demostró que los cambios introducidos en la estrategia y tácticas para atacar el narcotráfico son los correctos. Sería necio o de zafios desconocer el intercambio de información de inteligencia entre las agencias norteamericanas y la de nuestro país.
El dilema por aclarar sería si las delaciones utilizadas como metodología por la DEA fueron lo principal para dar con el paradero del Chapo o si sólo fueron complementarias para verificar la recopilación de información de inteligencia y su intercambio entre las aéreas de inteligencia de Sedena, Semar, PF, PGR y el CISEN. El caso es que hoy se observa una coordinación y cooperación entre las agencias mexicanas de inteligencia, y que la Segob es la ventanilla única para tratar con las norteamericanas.
Aunado a lo anterior, se comprobó fehacientemente que resulta mejor la utilización de grupos selectos de élite para realizar este tipo de operaciones y olvidarse de la realización de operativos con grandes despliegues de tropas con multiplicidad de mandos que propician la fuga de información.
Cabe mencionar que una vez más se evidenció la mezquindad de algunos opositores de derecha e izquierda que regatearon y pretendieron minimizar la importancia de la detención y, peor aún, alguno de ellos llegó a la vileza de asegurar sin prueba alguna de que se trataba de una suplantación. Finalmente, que con la aprehensión no se soluciona el problema del narcotráfico, pero genera la confianza de que vamos por el camino correcto y habrá que estar atento a la reconfiguración delincuencial que habrá de producirse.