A 85 años de su fundación

La esencia de la vida es ir hacia adelante, pues la

 vida, en realidad, es una calle de sentido único.

                                               Blaise Pascal

 

José Fonseca

Esta semana celebró el PRI el 85 aniversario de su fundación con un evento encabezado por el presidente de la república, ante lo cual algunos politólogos expresaron sorpresa, pero, sobre todo, expresaron su preocupación por lo que han llamado “regreso al pasado”.

En realidad, la celebración priista encierra una experiencia que debieran aprovechar otros partidos políticos.

Quienes recelan por lo que Manlio Fabio Beltrones ha llamado la segunda alternancia, parecen olvidar de dónde provino el triunfo del partido en las elecciones presidenciales de 2012.

Cuando el PRI perdió la Presidencia de la República en las elecciones de 2000, hubo circunstancias que explican esa derrota.

La mayoría de los votantes de 2000 estaban desilusionados e irritados por la devastadora crisis de 1995. Más allá de las divisiones internas, los electores le cobraron al PRI el costo de esa crisis.

La pérdida de la Presidencia dejó al priismo sin la piedra fundamental que les daba cohesión, que mantenía la disciplina y perdió al árbitro que resolvía los conflictos internos que, pese a las leyendas urbanas, siempre hubo en el seno del partido.

No bastó el sexenio de Vicente Fox para que los priistas se recuperaran del shock. Algunos liderazgos, como el magisterial, se aliaron con el PAN y provocaron una división que al momento de seleccionar un candidato presidencial para 2006 dejó debilitado el partido.

A muchos se les ha olvidado que en las elecciones de 2006 el PRI, dividido y fracturado, quedó en el tercer lugar de la votación nacional.

Esa derrota fue el catalizador de un ánimo distinto. Con los gobernadores como capital político, los priistas iniciaron la difícil tarea de buscar la recuperación de la Presidencia de la República.

Resolvieron sus diferencias y aceptaron el liderazgo de Enrique Peña Nieto, cuya candidatura les devolvió la Presidencia.

La lección que aprendieron con dos derrotas consecutivas en elecciones presidenciales es que la división interna es igual a derrota segura.

La otra lección fue que ya nada es igual que hace seis, doce o veinte años, que el país ha cambiado, y con él han cambiado los mexicanos. Esa circunstancia por sí misma hace imposible que el PRI intente gobernar México con las mismas prácticas del pasado.

Los priistas ya aceptaron que la democracia es una realidad, que la transición ya se dio. Y que en la democracia todo es doblemente difícil. Que el desorden innato de las democracias exige talento, astucia política, habilidad negociadora y visión de Estado para gobernar un país de casi 115 millones de habitantes, con toda su compleja realidad contradictoria.

 

                                                                                  jfonseca@cafepolitico.com