Toda la información acerca de Rusia se ha concentrado en la situación de Ucrania. Ha provocado una guerra mediática. Los medios de comunicación rusos controlados por el gobierno, anuncian la inadmisibilidad de la situación en Crimea, su desestabilización, la necesidad de proteger a la población rusa que vive en Ucrania de las acciones realizadas por los nacionalistas. La intervención de las fuerzas occidentales en los asuntos internos de Ucrania se ha propagado ampliamente y Rusia, a su vez, actúa como defensor de las facciones radicales. Por cierto, Rusia tiene un “as bajo la manga”, se trata de Víctor Yanukovich, el único presidente ucraniano que ha sido elegido democráticamente y quien actualmente se encuentra en territorio de Rusia.
Por si fuera poco, el mayor proveedor de Internet y televisión por cable Ucrania dejó de transmitir tres canales de televisión rusos en Kiev. El sitio web del proveedor afirma que RTR-Planeta, Primer Canal, Net Worldwide y NTV Mundial “violan la legislación de Ucrania por la propaganda agresiva, por sus llamados a tomar las armas y por propagar el odio y la enemistad”.
Cabe recordar que el sábado primero de marzo, el Consejo de la Federación autorizó al presidente ruso Vladirmir Putin a desplegar tropas en Crimea. Sin embargo, estas se retiraron y el 4 de marzo, en su primera conferencia de prensa sobre la cuestión de Crimea, Putin declaró que él no ve razón para efectuar operaciones militares, pero señaló que las tropas podrían ser usadas en Crimea en un “caso extremo”, es decir, si los ciudadanos necesitan ser protegidos.
Despliegue de fuerzas
¿Cómo entender la provocación de guerra y el repliegue de las tropas del territorio de Ucrania? En primer lugar, bajo el hecho de que el país no tenga otra opción que el uso de la fuerza. Segundo, posicionarse como un actor global de gran peso, capaz de provocar que el público reaccione neutralizando las decisiones asumidas en la crisis. No hay que olvidar que la comunidad internacional ya ha mostrado su disposición a apoyar económicamente a Ucrania, en respuesta a los riesgos de una intervención rusa y su expansión en la parte oriental del país.
¿Qué gana Putin con todo esto? Sólo un golpe político -a fin de disminuir el ambiente económico después de los Juegos Olímpicos, Putin demuestra el poder y la importancia de elevar el espíritu público y de jugar con un sentimiento antioccidental.
En esta situación, la fórmula “unirse contra alguien” resulta más conveniente cuando la sociedad se encuentra ideológicamente dividida y con sentimientos patrióticos como trasfondo de la crisis Rusia-Occidente, lo cual resulta más adecuado que unir a la sociedad.
Sin embargo, la situación ha empezado a complicar la posición de otros países ex integrantes de la Unión Soviética. Kazajstán, por ejemplo, ha expresado su desacuerdo con las operaciones militares en el territorio ucraniano. La posición rusa respecto a defender a los ciudadanos rusoparlantes parece ser convincente -en muchos estados ex soviéticos, el éxodo de población rusa se lleva a cabo y no se han tomado medidas para tal propósito. Por otra parte, a los políticos les preocupa el hecho de que las sanciones impuestas por la comunidad internacional causen en efecto negativo en la economía de los demás países ex soviéticos.
¿Un país desarrollado o un imperio con una economía deshecha?
Según la última encuesta realizada por el Instituto Levada-Center, la mayor parte de la población de Rusia (43%) cree que la gente empezó las protestas en favor de Kiev, precisamente, por influencia de Occidente; el 31% cree que los sentimientos nacionalistas provocaron la revolución y sólo un 17% piensa que los ciudadanos de Ucrania se indignaron con el régimen de Yanukovich. Según sociólogos del Instituto Internacional de Kiev, gran parte de los ucranianos (43%) estaban descontentos con el actual gobierno.
Investigaciones sociológicas demuestran que la revocación de Putin tiene como objetivo eliminar temas difíciles de la agenda y desviar la atención a la oposición entre Rusia y Occidente; algo que Putin maneja muy bien.
Sin embargo, la cuestión de Crimea aún no concluye y la situación sigue siendo tensa. El proyecto sólo puede tener éxito si los rusos no se sienten afectados por repercusiones económicas graves. Aunque la posición de Putin en Crimea refleja más una tendencia política, los costos económicos ya empiezan a ser evidentes. En los primeros días de marzo, el rublo se depreció de manera alarmante ante el Euro. La cotización frente a la moneda europea alcanzó un tope récord de 50 rublos por Euro.
La autoafirmación política trae enormes costos económicos. Cuando las instituciones políticas y sociales de Rusia se desarrollan mal, en medio de un alto nivel de corrupción, con una clase media sin oportunidades, sin un ambiente propicio para las pequeñas y medianas empresas y con un rublo cerca de la depreciación, ¿es tiempo de consolidar el régimen político a costa de las pérdidas económicas del país?
Es difícil para el pueblo ruso elegir lo que tiene que hacer: ¿En qué tipo de país quieren vivir? civilizado, desarrollado, un bloque con una economía fuerte o en un país pobre con ambiciones imperiales y poder militar.
*La autora es periodista y analista política de Rusia. Es egresada de la Altai State University.