Suárez fue un inteligente de la negociación política

 Nora Rodríguez Aceves

El historiador Alfredo Ávila asegura que el principal punto que se debe resaltar respecto a Adolfo Suárez y su papel en la transición española “es esa inteligencia en la negociación, que eso es la vocación del político. Por supuesto, después muchos sectores lo criticarían, asegurarían que cedió mucho, que no consiguió impulsar más medidas o mantuvo demasiadas cosas del orden antiguo, pero es muy difícil imaginarse la historia de España de finales del siglo XX, como la conocemos, si al frente de la transición hubieran estado grupos más conservadores o más radicales. Definitivamente las transiciones tienen que ser así, tienen que ser pactadas, negociadas, y en las negociaciones sabemos que hay que ceder a las demandas de otros grupos políticos. Ése es el respeto a la pluralidad que me parece que es la principal lección que dejó Adolfo Suárez para la política española y para todos aquellos regímenes que han entrado en transición posteriormente”.

Por eso, la España de hoy sigue conservando estos valores instalados en el régimen democrático por Adolfo Suárez, los podemos seguir viendo, “particularmente el del reconocimiento a la pluralidad de posiciones políticas. Hoy mismo sabemos que España está muy polarizada, la España de hoy tiene muchos problemas económicos. Por cierto, muchas veces se nos escapa que la época de la transición estuvo acompañada por una profunda crisis económica. España estaba sumida en una crisis económica y hay que decir que Suárez no hizo en realidad grandes aportaciones para solucionar aquellos problemas; la solución se presentaría más adelante.

Su aportación fue fundamentalmente política y me parece que eso es algo que España conserva bien, el reconocimiento a la multitud de fuerzas políticas y el respeto a todas estas fuerzas políticas que aceptan el juego democrático. Por supuesto, las que no lo aceptan pues no entran en la negociación, pero las que aceptan el juego democrático pueden negociar, pueden participar y, lo más importante de todo, pueden existir, es decir, no tienen que estar en la clandestinidad”.

El desenlace

De acuerdo con la prensa internacional, Adolfo Suárez González falleció a las 15:03 del domingo 23 de marzo de 2014, en la clínica Centro de Madrid, donde permanecía ingresado a consecuencias de una neumonía reciente y como desenlace de la enfermedad degenerativa contra la que luchaba desde hacía once años.

En este sentido, Alfredo Ávila lamenta la muerte del político español, y señala que el padre de la transición democrática española llevaba más de una década con serios problemas de salud, con esta enfermedad degenerativa llamada Alzheimer que había hecho que olvidara no sólo a su familia sino que olvidara su propia vida. Hoy todos recuerdan a Adolfo Suárez como el presidente de la transición, pero él no recordaba eso, él no lo sabía. Esta parte de su vida personal que, la verdad, ha sido también triste y no sólo ahora por su muerte sino desde hace muchos años”.

Alfredo Ávila, profesor-investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México; Doctor por la Faculta de Filosofía y Letreas de la UNAM; especialista en historia de la cultura política y del pensamiento político hispanoamericano del siglo XIX, y Premio Francisco Xavier Clavijero del Instituto Nacional de Antropología e Historia, comenta a   algunos aspectos sobre la trayectoria política de Adolfo Suárez: No tengo duda de que es uno de los políticos más inteligentes que ha tenido España en la segunda mitad del siglo XX, aunque no hay que descartar, no hay que minimizar, que se trataba de un político con orígenes franquistas, de un político hecho bajo el régimen, a la sombra del caudillo, y que de no haber sido por la natural muerte de Francisco Franco muy probablemente hubiera hecho carrera como tantos y tantos políticos y burócratas franquistas lo hicieron a mediados del siglo XX español”.

“Lo que sucede con Suárez es que desde un inicio se percató que el final de la dictadura estaba cerca, y también se dio cuenta de que había que poner en lugar de la dictadura un régimen que ya no podía ser el mismo, sino uno que tenía que ser abierto, un régimen plural, un régimen democrático, y un poco entre convicción, pero también necesidad, fue sin duda el hombre idóneo para llevar a cabo esta transición.”

El historiador señaló que “otro ilustre español, José Ortega y Gasset, insistía en que el hombre es uno y su circunstancia, no es únicamente la personalidad, no es únicamente la persona sino la circunstancia que le toca vivir. Parece que en el caso de Adolfo Suárez esta definición de humanidad que da Ortega y Gasset es perfecta. Adolfo Suárez no se entiende sin lo que estaba sucediendo en la España de finales del régimen de Franco, no se entiende sin la llegada al trono de Juan Carlos de Borbón e, incluso, sin la aparición de los grupos terroristas en España, particularmente ETA, que unos cuantos años antes de la transición había asestado algunos golpes durísimos al régimen de Franco, entre ellos el asesinato de Luis Carrero Blanco, quien fuera presidente del Gobierno de la dictadura de Franco”, lo que impidió la continuidad del sector más duro del franquismo.

Tránsito pausado hacia la democracia

Entonces, “de verdad que se trató de una situación muy convulsa para España, y Adolfo Suárez tuvo la capacidad de negociar con todas las fuerzas. Actualmente los analistas de izquierda acusan a Suárez de haber mantenido buena parte del grupo político franquista y muchas instituciones franquistas. Esto es cierto, pero la verdad es que si él hubiera intentado suprimir de tajo todo lo que había representado el franquismo, muy probablemente no hubiera podido conseguir su empeño de transitar pausadamente a la democracia”.

Además, explica Ávila Rueda, “la idea no es propiamente de Adolfo Suárez, la idea es de Torcuato Fernández Miranda, quien fuera muy cercano a Juan Carlos I, de hecho fue su profesor de Derecho Constitucional y sin duda uno de los consejeros más leales que tuvo. Torcuato Fernández Miranda acuñó aquella idea de “De la ley a la ley a través de la ley”. ¿Qué quiere decir esto?, que habría que pasar de las leyes, de las instituciones y la normatividad del franquismo a una nueva normatividad y a unas nuevas leyes democráticas, pero hacerlo a través de los propios mecanismos legales que había. No romper sino aprovechar los mecanismos legales de la España de la dictadura para que, a partir de ahí, a partir de la posibilidad de transformar algunas leyes, de abrir puertas, de abrir caminos, trasladarlos a un régimen democrático; y me parece que esta idea la entendió muy bien Adolfo Suárez y supo llevarla a cabo de manera extraordinaria como lo vemos hoy”.

“Sin duda, la transición española ha sido ejemplar, muchos otros países han tratado de mirarla como un modelo que se puede seguir. Hay que decir también que en la mayoría de los casos esto no ha sido así, pero esto habla de la enorme transformación que sufrió España en la década de los setenta y comienzos de los ochenta bajo la presidencia de Adolfo Suárez.”

Fue un político ambicioso

Alfredo Ávila advierte que hay que señalar otro aspecto importante: “un aspecto que a veces cuando hablamos de Adolfo Suárez —que tuvo una trascendencia tan enorme, que sin duda es en muchos sentidos padre de la democracia española actual— se nos olvida: Adolfo Suárez era un político, y un político ambicioso. Suárez estaba planeando convertir su partido político, el Centro Democrático y Social, en la primera fuerza política española, y conseguir que ese partido se mantuviera en el poder el mayor tiempo posible; lo que sucede es que al mismo tiempo que Suárez supo negociar con las fuerzas del franquismo, supo negociar con las fuerzas de izquierda, supo incluso dividir a las fuerzas de izquierda”.

 “Todo el mundo recuerda, por ejemplo, la legalización del Partido Comunista Español, que fue sin duda un golpe muy duro para el sector más conservador del franquismo, particularmente para los militares, y sin embargo, la legalización del Partido Comunista Español también representó un golpe para el Partido Socialista Obrero Español porque de esta manera Adolfo Suárez estaba consiguiendo dividir la oposición de izquierda, y eso es algo que a veces pasamos por alto. ¿Qué quiero decir con esto?, que se trataba de un político ambicioso —como, por lo demás, creo que todos los políticos son o deberían serlo—, pero a diferencia de muchos políticos, desgraciadamente, la ambición de Adolfo Suárez iba encaminada a conseguir sus objetivos de poder bajo un régimen plural y democrático, que fue algo que los sectores más tradicionales del franquismo no consiguieron.”

Por lo tanto, “lo que tenemos en la España de los años setenta del siglo XX es una transformación enorme, trascendente, pero también tenemos la transformación a nivel personal de ése que fue franquista alguna vez, Adolfo Suárez, y que terminó transitando no sólo al centro, sino que terminó transitando sobre todo a la aceptación y a la tolerancia de la pluralidad en una sociedad democrática”.

En cuanto a la relación de Adolfo Suárez con el rey Juan Carlos I, ya que fue el rey en 1976 y quien lo eligió para que fuera el líder del cambio, Alfredo Ávila explica: “y además en términos personales sabemos muy bien que la relación de Suárez con el rey fue muy cercana. Si en un inicio no hubo una relación de amistad seguramente terminó habiéndola de manera muy estrecha. Ahora mismo, cuando vemos las escenas del sepelio de Estado que se le ha hecho a Adolfo Suárez, particularmente aquéllas en las que está el rey presente, se nota que el monarca tiene una gran emoción por la pérdida de Adolfo Suárez”.

“La amistad que llegaron a cultivar es muy cercana y, sin embargo, el propio rey tuvo diferencias con Suárez en algunos momentos, particularmente, cuando Suárez ya no las tenía consigo en las Cortes, hubo algunas fricciones, pero esto nos vuelve al punto con el que comencé esta entrevista: en realidad estas obras no son obras de una sola persona, por más importante que ésta sea”.

“En realidad, se trata de un periodo en el que el contexto histórico es muy importante, y todos los actores políticos juegan un papel muy importante. Yo me quedo por supuesto con Adolfo Suárez en el primerísimo lugar de la transición, pero no puedo descartar tampoco al rey, no puedo descartar tampoco, incluso, a los sectores políticos que en aquel entonces no tenían tanta visibilidad, o actores políticos que después no triunfaron, estoy pensando en el Partido Comunista; Santiago Carrillo, el líder histórico del Partido Comunista —que fue una figura clave también para conseguir la transición—, y los grupos de obreros, las famosas Comisiones Obreras que sufrieron tanto especialmente en la última etapa de la dictadura, grupos organizados desde el extranjero. Es decir, hay una enorme cantidad de actores políticos que están apuntando en una dirección, que tienen diferencias entre ellos, pero que aceptan un objetivo común: primero la democracia, y ya en democracia dirimir las diferencias que tienen, y no hacerlo al revés, que eso es muchas veces la tentación cuando se está en un momento de transición. La tentación de los grupos políticos suele ser imponer sus demandas y luego abrir la democracia, creo que los actores políticos españoles encabezados por Suárez entendieron que primero había que llegar a la democracia y luego, con las reglas democráticas, dirimir las diferencias entre ellos.”