RETRATO HABLADO
Carlos Fuentes-Arnaldo Orfila
Roberto García Bonilla
Los epistolarios son documentos que pertenecen a un corpus testimonial que oscila entre lo privado y lo público, aunque existen cartas que en su origen pueden ser íntimas —individuales y en conjunto— y que por coyuntura y relevancia de sus remitentes adquieren su circunstancia pública.
Los epistolarios forman parte de la historiografía, en particular, de gremios de los cuales proceden. Ya Karl Weintraub precisó la importancia de la primera persona, cuya testimonialidad contiene la “conciencia histórica”: hombres y mujeres y sociedad en su conjunto.
Oscuro periodo
En México, uno de los periodos más oscuros de nuestra historia reciente transcurrió entre los años sesenta y setenta del siglo XX. El sistema político mexicano había llegado a un momento culminante de estatismo que, conjuntamente con el cambio generacional en distintas latitudes, gestó una inconformidad en las sociedades.
En nuestro país el partido-Estado sufrió el anquilosamiento total; después de medio siglo la Revolución Mexicana, se comprobó, no había consumado sus principios e ideales, y el repudio de distintos gremios se evidenció en los conflictos sindicales del magisterio (1958), la huelga de ferrocarrileros (1959) y la creación de organizaciones sindicales de médicos (1964).
Adolfo López Mateos gobernó (1958-1964) con un carisma personal que contrastaba con decisiones represivas. Lo cierto es que él delegó no pocas de la acciones más enérgicas de su gobierno al secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz, quien fue su candidato para sucederlo en la primera magistratura entre 1964 y 1970 y fue en este sexenio que ocurrió la masacre del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco; antes el 8 de octubre de 1966 el Eército ocupó de manera violenta la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y siete meses después ocurrió lo mismo en la Universidad de Sonora.
En noviembre de 1965 sucedió un hecho sintomático en contra de la vida democrática del país: la libertad de expresión se mancilló y se cometió una de las mayores afrentas al gremio intelectual, realizada por el gobierno, quien exigió la renuncia del editor argentino Arnaldo Orfila Reynal (1897-1997) director del Fondo de Cultura Económica de 1948 a 1965, y que llegó a México en 1921.
El motivo de la destitución fue una represalia del gobierno por la publicación en el FCE de Escucha, Yanqui. La revolución en Cuba (1961) de C. Wrigth Mills y, sobre todo, la aparición de la segunda edición de Los hijos de Sánchez. Autobiografía de una familia mexicana (1965), ensayo antropológico que narra las circunstancias y la vida de una familia depauperada —conformada por Jesús Sánchez y sus cuatro hijos, entre los treinta y dos y los veinticinco años— que residen en la ciudad de México en una habitación.
La primera edición (1961) pasó inadvertida por el gobierno, pero en 1965 el libro de Lewis provocó un escándalo. El editor Martí Soler recuerda que se publicaron más de cinco centenares de artículos y más de quinientos intelectuales defendieron la libertad de expresión y la probidad intelectual del Orfila, a quien el gobierno de Díaz Ordaz no podía pedir la renuncia por publicar libros de izquierda, aunque se pretextó que era un extranjero que publicaba libros que denigraban la imagen del país.
Orfila fue considerado un “argentino subversivo”. La versión y el dictamen oficial de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y Luis Cataño —su presidente— fue que Los hijos de Sánchez (del cual el FCE publicó una edición conmemorativa en 2011) era obsceno por su lenguaje. Antes, la misma editorial le publicó Antropología de la pobreza. Cinco familias (1961).
Un fragmento de nuestra historia
Ese agravio del gobierno al mundo cultural derivó, sin embargo, en uno de los proyectos editoriales más importantes en Hispanoamérica: Siglo XXI Editores, que está por cumplir medio siglo y que posee un catálogo excepcional en ciencias sociales y psicología en lengua española.
La de Orfila es una de las aportaciones más significativas en nuestra cultura provenientes del exilio. Fue cercano a personajes tan influyentes como Rómulo Gallegos, Salvador Allende, Fidel Castro, y entre sus amigos escritores se contaban Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, Octavio Paz, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Julio Cortázar y Alejo Carpentier.
Carlos Fuentes, Arnaldo Orfila: cartas cruzadas, 1965-1979 es el testimonio de una amistad y un fragmento de nuestra historia cultural y editorial a lo largo de tres complejos lustros en la procelosa historia patria; de la efervescencia de las letras latinoamericanas, uno de cuyos promotores más inquietos fue el autor de Aura, quien fue una suerte de natural embajador cultural de México en el exterior y sólido vínculo entre intelectuales mexicanos y extranjeros; una de las pocas voces mexicanas que creaban opinión pública en el exterior.
Lo político, lo social, lo económico y el pulso de nuestra cultura se respira en la correspondencia —setenta y tres misivas— que mantuvo regularidad entre 1965 y 1972 y reaparece, ya escasa, entre 1976 y 1979. En primer plano está presente la Generación de Medio Siglo así como difusor —desde La Cultura en México de Siempre!— Fernando Benítez.
Con naturalidad se imbrican los asuntos, en rigor, editoriales administrativos. Amistad y crítica; crónica y confidencia; actualidad editorial y postales de cortesía se funden. Son los años del anticomunismo rampante y del progresismo valiente (que en algunos casos de asimilaría al statu quo); de la contracultura, de los jóvenes acompañados por un alter ego revolucionario.
Y en los sesenta, entre los reaccionarios literalmente furibundos presentes en la prensa escrita televisiva, circulaba un personaje como Roberto Blanco Moheno, quien escribiera sobre Posdata (publicado en Siglo XXI) de Octavio Paz un texto pleno en su abyección censora —e incluido en estas Cartas cruzadas— sobre quien es acusado de escribir contra su país, “estando en el extranjero, para que los mexicanos anoten un tanto más en la cuenta negra de los rojos. De los odiadores del sistema. De los asesinos cobardes”.
Luego de estas líneas se afirma, a pesar de todo, la democracia en México ha avanzado en los últimos cuarenta años.
Este epistolario se enriquece significativamente con el prólogo y las notas de Ignacio Padilla; los pies de página aquí sitúan, alumbran y entrelíneas las misivas; precisan la intensidad de la polémica de dos intelectuales cuya pujanza fue incesante.
El polemista Fuentes y el sabio Orfila de incontables batallas cruzan diálogos ente la vida cotidiana y la decantación de las letras.
Carlos Fuentes escribió poco después de la muerte de su amigo argentino: “Orfila no sólo vivió un siglo. Lo llenó. Lo llenó de valentía editorial, de coraje político, de calor humano”.
rgabo@yahoo.com
Carlos Fuentes, Arnaldo Orfila. Cartas cruzadas, 1965-1979. Siglo XXI Editores, México, 2013.