Sin consideración de fueros o colores partidistas

 

 

La salud del pueblo está en

la supremacía de la ley.

Cicerón

 

Carlos Alberto Pérez Cuevas

De mal en peor va la imagen de los políticos mexicanos, si no son escándalos personales por conductas sexuales y trata de personas, lo son por corrupción, nepotismo, tráfico de influencias, enriquecimientos ilícitos, violencia intrafamiliar y hasta vínculos con la delincuencia organizada y un sinfín de acciones y hechos que ponen en entredicho una de las labores más nobles que pueden ejercer las personas: la política, la búsqueda del bien común, del servicio y de la entrega a los demás. Y no estoy hablando de utopías o sueños guajiros o irreales, ni tampoco de una visión rosa de la acción política, la que por otra parte al ser desempeñada por personas no está exenta de las fallas y los errores de la naturaleza humana.

Sin embargo, la acción política desde la antigüedad está establecida como el espacio de servicio a las personas; las raíces latinas y griegas de la política se refieren al ordenamiento de la polis, la ciudad, y también al ordenamiento de las personas, lo que se refiere sin duda a la práctica de virtudes y servicio en bien de la colectividad y la generalidad.

Por la conducta de unos cuantos se ha estigmatizado esta noble labor y se le ha colgado el sambenito de que es corrupta y corruptora y, en consecuencia, todos los que se dedican a la política lo hacen con intereses malsanos e inconfesables sólo por ostentar el poder y enriquecerse a costa de los ciudadanos. Esto sin duda sucede, la política está hecha por personas y no por ángeles, pero justo es dejar en claro que la acción de la política por sí misma no genera corrupción ni corruptos, son las prácticas personales de unos cuantos las que han logrado mermar la confianza en esta noble actividad.

Casos de corruptos y malos políticos hay muchos, desafortunadamente la opinión pública se detiene más en las malas conductas de unos cuantos y deja de lado el gran universo mayoritario de personas que indistintamente de su filiación partidista o corriente de pensamiento han hecho una gran labor en el servicio público.

Casos como el de José de Jesús Reyna, exsecretario general de Gobierno del Estado de Michoacán, detenido por vínculos con la delincuencia organizada o de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre por su red de prostitución y trata de personas; o del exdiputado federal Julio Cesar Godoy Toscano que tomó protesta del cargo cuando se habían probado nexos delincuenciales, o los de El señor de las ligas, o los moches, y muchísimos más casos que no cabrían en publicaciones completas, no deben ser tomados como el todo en las acciones y hechos de la política.

En acciones de corrupción o violación de la ley, ésta debe hacerse cumplir con todo el rigor y el peso de las instituciones del Estado mexicano, sin consideraciones de fueros, colores partidistas, condiciones sociales o económicas.

 

@PerezCuevasMx

carlospereznz@gmail.com