En cambio, estridencia en torno a Paz

Mireille Roccatti

Este año conmemoramos el centenario de varios distinguidos mexicanos, entre ellos, Efraín Huerta, Cocodrilo, Octavio Paz y José Revueltas, el luchador social Salvador Nava y la actriz María Félix. Los homenajes y festejos al poeta y ensayista, además nuestro único Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, han opacado las celebraciones de Efraín Huerta, poeta inigualable, reconocido por el difícil género del poemínimo.

Los excesos declarativos en torno a Paz han generado controversias en la República de las Letras, coincidiendo la mayoría en su inmensidad como poeta, pero cuestionando su faceta de ensayista y desde luego su cercanía al Príncipe. Ha molestado a un importante sector de la intelectualidad la hipérbole en el elogio, el exceso en la palabra, la sobrevaloración desmedida de su obra, pero principalmente el que sus palafreneros, trastocados en modernos alquimistas, pretendan presentar como revolucionario y de izquierda al campeón intelectual de la derecha, el cual ofició de anticomunista por décadas.

Respecto de El Cocodrilo, sobre quien pudiera escribirse mucho, sólo resaltaré que se requiere en este centenario darle mayor difusión a su obra, en especial entre las nuevas generaciones, como su primer poemario publicado en 1935, Absoluto amor, y además de su poesía completa que tiene contemplado editar el FCE, debe editarse su obra epistolar.

Y sobre José Revueltas (1914-1976) es lamentable que la estridencia en torno a Paz genere indirectamente una sombra de silencio sobre la trascendencia de su obra literaria y, sobre todo, política. José Revueltas se distinguió como novelista, cuentista, ensayista, pero en especial, dejó un gran legado como político comprometido con las mejores causas del pueblo de México.

Más allá de su militancia política, como comunista y espartaquista, legó una lección de congruencia ideológica. Se podrá compartir o no sus ideas, pero su entrega y compromiso con lo que creía constituye en sí misma, una lección de vida. José Revueltas perteneció a una estirpe artística duranguense, en la que sobresalieron sus hermanos, Fermín, pintor; Silvestre, músico, y Rosaura, actriz.

José Revueltas inició su activismo político siendo casi un niño, lo cual le costó muchas estancias y mucho tiempo en la cárcel, la primera de ellas a la edad de 14 años en las entonces temibles Islas Marías. Su posterior participación en el movimiento de los ferrocarrileros en 1958 y en el movimiento estudiantil una década después le ocasionó también ir a presidio.

En su extensa obra literaria (novela y cuento) destacan las muy conocidas: El apando, Los muros de agua, Los días terrenales, El luto humano, Los errores y otras más, como Dios en la tierra, Dormir en tierra, En algún valle de lágrimas, Los motivos de Caín, La palabra sagrada y otras más.

En su faceta de ensayista, destacan sus ensayos: Cuestionamientos e intenciones; el muy difundido Ensayo sobre un proletariado sin cabeza; México: una democracia bárbara; México 68: juventud y revolución; Escritos políticos I, II, III y muchos ensayos más. Y también incursionó en el guion cinematográfico, como: Tierra y libertad o Zapata, amén de otros.

Y guardo la esperanza de que en ocasión de esta conmemoración se difunda y se lea la obra de este gran gigante intelectual y comprometido luchador político al que debemos, por su sacrificio y congruencia de años, haber abierto el amplio horizonte de la democratización en nuestro país.