La consideración de asignar un día especial para crear conciencia de los problemas mundiales es un culto que busca hacer festivo un ambiente lleno de desinterés. Hay fechas que conmemoran aspectos preocupantes de la humanidad como son las enfermedades, los problemas ambientales, las acciones históricas, otros se refieren a hechos memoriales que nos hacen puntualizar la atención en las hazañas del pasado. Hay otras que buscan promover alguna solución o, simplemente, considerar la magnitud de la problemática que afecta a las comunidades. El caso del Día de la Tierra es como la suma de todos los demás días memorables o de importancia internacional que se hayan decretado, porque es el que se refiere al lugar donde ocurren todos esos acontecimientos que impactan en su diario acontecer.

Esta conmemoración es atribuida a un senador estadounidense, quien tuvo la idea de celebrar la importancia de nuestro planeta como una forma de concientizar a los líderes mundiales sobre la magnitud de los problemas ambientales que aquejan a la Tierra. El 22 de abril de 1970, Gavlord Nelson logró una importante capacidad de convocatoria para apoyar esta iniciativa, mediante el respaldo de miles de universidades, escuelas, organizaciones y comunidades. Esto impulsó al gobierno norteamericano a crear una agencia especial para la evaluación ambiental. La ONU lo festeja el 21 de marzo, una fecha que coincide con el primer equinoccio del año.

Ambas celebraciones están dirigidas básicamente a un trasfondo en el cuidado del medio ambiente, al combate a la contaminación, a la protección a las especies animales, al uso racional de recursos naturales como los mantos acuíferos, bosques, entornos ambientales, etcétera. Sin embargo se deja de lado los problemas sociales que aquejan al bienestar o la sana convivencia del ser humano que habita el planeta. Tal vez se dirá que hay días especiales para crear conciencia de esos factores como la erradicación de la discriminación, de la pobreza, de las enfermedades, de la inequidad, del trabajo, de la promoción del género, etcétera, cuando en realidad son parte de los problemas que inciden en los factores medioambientales.

Un diseño global

El Día de la Tierra podría ser más bien el Día de la Humanidad, al monumento biológico que habita este planeta, el cual reúne las condiciones para permitir la vida. Una visión global como esa permitiría enfocar las características del planeta en relación con los seres vivos, principalmente los humanos, que han encontrado una forma de subsistir y garantizar su derecho a la historia, a dejar un registro de su existencia y presencia física y cultural. La imaginación humana ha visualizado su destino en un tipo de federación interplanetaria, es decir más allá de la Tierra. Programas y películas tales como Viaje a las estrellas, que presentan a un grupo de humanos futuristas con capacidad de viajar por los confines del universo, hacen pensar que la vanidad humana pueda tener una perspectiva extraterrestre. Sin embargo, puede decirse que esa situación se está viviendo metafóricamente, es decir, basta sólo con visitar otro país para darse cuenta de que se está en otro mundo; en un planeta diferente, sin haber abandonado la Tierra. Esto significa que hemos hecho del planeta un universo local con mundos creados a escala humana.

Estandartes planetarios

Esta tendencia a ver más allá de la Tierra ha impulsado la necesidad de crear  un concepto, por así decirlo, fuera de nuestro planeta y para ello, se han diseñado banderas y estandartes de la Tierra, como si se viviera bajo un supuesto sistema confederativo espacial. Algunos de estos, como la creada por el español Luis Alfonso Salvador en 1994, muestran a un planeta en azul aludiendo a la abundancia acuática con una luna y una estrella que simboliza el sol. En 2008, Manuel Quesada López, propuso otro diseño que representa en trazos proporcionales la predominancia de las tres cuartas partes de agua, seguida por otras que parecen aludir a la corteza terrestre y otros elementos.

Si se pudiera hacer una radiografía de la Tierra, ésta nos mostraría los lugares donde el cuidado del medio ambiente tiene una mayor importancia que en otros. Esa radiografía existe, es la que nos muestra el grado de desarrollo de una civilización, de un país que ha logrado una cultura superior en el cuidado de su entorno y crear las condiciones favorables para el desarrollo de la vida de sus habitantes. De otros, que permanecen en un cinturón de pobreza y carentes de perspectivas sustentables. ¿Una Tierra para todos o para diferentes civilizaciones?