CHARLAS DE CAFÉ

 

Charla con Paco Ignacio Taibo II/Autor de Yaquis, historia de una guerra popular

 

Eve Gil

En medio de un mal endémico producto del llevado y traído —y hoy olvidadísimo— Bicentenario, en que brotaron como viruela “historiadores” espontáneos y oportunistas que pretendieron modificar la historia de México al gusto del régimen del momento, Paco Ignacio Taibo II, afamado novelista que debutó exitosamente como ensayista con su biografía del Che Guevara, exploró esta veta donde la consigna parece ser —¡y qué bueno!— desenmascarar a quienes decidieron que los antihéroes “humanizados” pasarían a ocupar el pedestal y viceversa.

El más reciente libro de Taibo II, Yaquis, historia de una guerra popular y de un genocidio en México (Planeta, México, 2013), ensayo que le llevó siete años entre investigación y escritura,no solo desmitifica a muchos de esos nuevos héroes patrios sacados de la manga, sino que aborda ampliamente uno de los episodios históricos más incómodos para los políticos de este país, y los próceres que les sirven de estandarte.

Historia del libro

“Mencionar los triunfos indígenas los lleva a correr riesgos —explica el autor respecto al empeño de la mayoría de los historiadores (con y sin comillas) por exhibir a los indígenas como los perpetuos derrotados y ocultar sus momentos épicos y gloriosos—. La insurrección chiapaneca se encuentra retratada en los yaquis de una cierta manera. El indigenismo rebelde no interesa al sistema, le interesa el folclórico. En este país se ha divulgado más la danza del venado que la resistencia del Indio Cajeme (Mariano Leyva, su verdadero nombre); ¿por qué la portavoz del pasado en Amalia Hernández y no en Cajeme?”.

Quienes siguen el trabajo de este notable autor mexicano, saben que basta que algo despierte su curiosidad para que surja un libro (novela o ensayo, por lo general) respecto a una investigación que será, invariablemente, exhaustiva, apasionada y hasta las últimas consecuencias, más detective que historiador (él no se asume como tal).

“Hace como seis o siete años —recuerda—, la curiosidad en torno a las hazañas de los yaquis se me disparó. Me pregunté por qué esta historia no se conocía; por qué la única fuente es un conjunto de partes militares, la visión del ejército. Qué tan prolongada fue esta guerra y cómo conecta con el genocidio. ¿Hubo genocidio?”.

“Inicié —agrega— una investigación, aprovechando mis viajes a Sonora. Cuando estuve en la Biblioteca Pública de Nueva York me puse a ver qué encontraba por ahí, y fui creando un archivo. Ya en mi último viaje a Sonora, con mentalidad de escribir algo al respecto, recorrí las ocho comunidades, cada uno de los pueblos, y la inequívoca sensación de «esta historia hay que contarla» era cada vez más grande, pues además se trata de una de las guerras populares más largas en la historia de América Latina, heroica desde cualquier punto de vista; protagonizada por una etnia indígena pacífica que nunca atacó fuera de su territorio, con una fuerte impronta religiosa, cultural y agrícola. Una guerra de expolio, primero, de exterminio, después. Y la clara sensación de que te encuentras ante un genocidio a la mexicana. Hablamos de los genocidios contra judíos y gitanos, pero nunca del que hubo contra los yaquis en 1909”.

Pueblo sin memoria

Sin embargo, Taibo II se encontró con un problema: había que contar la historia a partir de lo que denomina “pedacería” pues no existe memoria escrita ni oral por parte de los yaquis.

“Mantienen su costumbre, su folklor, sus iglesias, pero no su memoria. Es muy poca la memoria que hay porque se solapó lo sucedido en 1909 con la crónica de la Revolución. Entonces, la memoria de la rebelión está muy perdida. No tuvimos al gran periodista o los grandes antropólogos que hicieran este registro. Sí, llegas ahí y hay un museo, y ahí está Cajeme, y un grupo de yaquis que te llevan a poner tu piedrita en la tumba de Tetabiate, pero la memoria, las anécdotas, la historia, están disueltas. Yo quiero que este libro sea útil también para que los yaquis recobren su memoria”.

Uno de los episodios más ominosos pormenorizados en Yaquis, historia de una guerra popular y de un genocidio en México es el despojo de la nacionalidad de la que son objeto los indígenas por parte del estado de Sonora.

“¡Era más mexicano un banquero que un yaqui! —exclama el autor, exaltado como siempre que recuerda—. ¡Qué desvergüenza! Reordené la investigación para hacerle entender al lector cómo el porfirismo le vendió a la nación la idea de «vamos a exterminar a los indios salvajes», ¡cuando los únicos salvajes eran los federales que iban asesinando por las comunidades!”.

“El libro —agrega este singular escritor siempre comprometido con las causas sociales— tiene tres patitas: la historia de la rebelión yaqui, rescatada en la medida de lo posible; la historia de los barones de Sonora y la presión continua que ejercen sobre los yaquis para apoderarse del río y las historias secundarias como la de Teresa Urrea o «la santa de Cabora» (que inspirara la novela Tomóchic, de Heriberto Frías). Trato, con todo este material, realizar un fresco de la época, y entro en conflicto con historiadores tradicionales que están en la lógica de blanquear el porfirismo; de devolverle sus galas y sus virtudes y tienen una idea de progreso muy envenenada, la del «progreso cueste lo que cueste», y eso incluye el costo humano, y me peleo con este concepto de progreso y le doy hasta con la cubeta a cualquier historiador que lo defienda”.

 

Soy mexicano gracias a los yaquis

Para finalizar, pregunto a Taibo II qué cualidad admira más en los yaquis, y responde que “su increíble capacidad de resistencia. Encontré un documento que son confesiones de torturados yaquis por el ejército, y uno de ellos cuenta que trabajó en una hacienda durante dos meses, fuera de la zona yaqui, y con el dinero que había ahorrado se fue a Tucson y compró cinco balas. Regresó y se metió a la guerrilla. ¿Cómo no admirarlos? ¿Cómo no decir «soy mexicano gracias a este tipo de gente»?”.