Partidos políticos

Teodoro Barajas Rodríguez

Los partidos políticos tienen una gula por el poder que jamás ocultan, se muestran mermados ideológicamente y entre todos le han propinado una verdadera paliza a la ética. Evidentemente la política es un asunto terrenal, de hombres y no dioses, sólo que los desfiguros se multiplican para que tengamos élites onerosas, opacas como decadentes.

Durante varias décadas del siglo XX las ideologías, no desprovistas de un conjunto de dogmas, marcaban las diferencias entre las opciones políticas, derecha e izquierda, las cuales se potenciaron una vez concluida la Segunda Guerra Mundial con la victoria de los aliados.

A raíz de ello se perfiló la denominada guerra fría, a través de la cual las potencias turgentes del momento: Estados Unidos y la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas pretendieron repartirse la mitad el mundo para importar sus paradigmas, casi lo consiguieron.

Estados Unidos coordinaba los golpes de Estado en tierras sudamericanas, los rusos financiaban movimientos guerrilleros; todo definido, los bagajes ideológicos fueron las banderas. En la actualidad nuestros partidos políticos navegan en la nada del pensamiento político, un día son aliados de ocasión al filo del más incomprensible pragmatismo, después se cuestionan y parece que su única misión es ganar poder al más típico estilo maquiavélico, como sea, “haiga sido como haiga sido” diría un clásico.

En estos tiempos, los cuadros de los diferentes partidos políticos exhiben sin pudor alguno su grado superlativo de ignorancia, los debates se anulan, las ideas palidecen ante la lluvia de exabruptos lanzados por doquier como sistema. La política como tal es ciencia, arte, teóricamente; es algo muy distinto a lo que ocurre en la práctica, en donde prevalece la condición humana que tiene mucho de miserable. No hay referentes intelectuales importantes, la formación de cuadros se posterga y por ello vemos las mismas caras, idénticos estilos, así hasta el hastío.

Las ideologías están al borde la extinción porque muchas la suplantan a través de su catarsis, por pragmatismo rampante.

Ni el PRI, PAN y PRD tienen una ideología bien definida en la práctica, no discuto que cuentan con sus documentos básicos, declaración de principios, doctrina y reglamentos; letra muerta, pues en la praxis solo vuelcan sus afanes en el cortoplacismo electoral, lo inmediato del poder es lo único importante.

El PAN concluyó su proceso interno en el que se reeligió a Gustavo Madero, el grupo de Felipe Calderón confirmó su declive, pero se trató de una campaña en que no hubo confrontación de ideas, solo acusaciones, calumnias.

El PRD se distanció de sus orígenes vinculados con los movimientos de corte social, en la actualidad sólo fija sus prioridades en las siguientes elecciones. El PRI no registra transformaciones porque parece retornar al viejo molde del presidencialismo.

En suma, las ideologías lucen inexistentes, la lógica del poder inmediato marca otros rumbos.