Negociación política: acuerdos y tiempos

 

Cuando estires la cuerda, procura que no se rompa.

Refrán popular

 

Alejandro Zapata Perogordo

El comienzo del actual sexenio fue determinante para imprimirle un sello reformista, al suscribir el Pacto por México, documento donde cada parte introdujo su agenda y la disposición para sacarla adelante, incluso con método —actualmente agotado— y tiempos, adoptando el gobierno el compromiso de cumplir.

En términos generales, nadie chistó sobre el asunto, las resistencias se ubicaron en las formas y los mecanismos para arribar a concretar los acuerdos, mas no en el fondo, donde prácticamente hubo coincidencia.

A partir de ahí, comenzó un periodo de negociación política tripartita, tanto con los líderes de los principales partidos como en el Congreso con los legisladores, evidentemente no ha sido fácil, se trata de un proceso de gran complejidad, sin embargo, sus resultados iniciales son positivos y las negociaciones transparentes, cuestión prácticamente inédita en este país, esa sola circunstancia debía abonar a la confianza y credibilidad ante la sociedad, lo que no necesariamente ocurre.

Las posturas encontradas y divergentes han dado pie para el debate, también los puntos de entendimiento y la capacidad de superar diferencias han sido aplaudidas y permitido avances sustanciales.

No obstante, ahora que debe darse atención a construir las leyes secundarias, las posiciones encontradas, particularmente en el Senado de la República, donde se localizan las principales iniciativas, distan de entendimientos. En realidad, era de esperarse, pues si bien existen rubros donde las coincidencias son amplias, como en el caso de competencia, la reforma financiera o la transparencia, otros tienen un estatus complicado y nadie quiere ceder.

El PAN, a través de sus bancadas, estableció prioridades, que fueron aceptadas, a efecto de tratar antes de telecomunicaciones y energía lo concerniente a las reglas electorales, ya que definen éstas la convivencia política y, dada la injerencia de los gobiernos locales en las competencias electorales, considero necesario agotar este tema, que además tiene plazos fatales.

Al PRI y al gobierno les cuesta trabajo abordar y transitar sobre el modelo aprobado en la Constitución en esta materia, su única motivación se localiza en obtener una reforma energética; haciendo cálculos de ambas entre el costo-beneficio, decidieron darle largas, utilizando un discurso maniqueo, distribuyendo culpas y jugando con los tiempos hasta prácticamente agotarlos, entiendo, con el objetivo de presionar a los legisladores de oposición y obligarlos a aceptar una reforma electoral limitada.

Las presiones son fuertes y particularmente el Revolucionario Institucional tiene enormes dificultades, en especial, con el grupo de gobernadores, quienes con la reforma ven reducido el margen de maniobra utilizado en las elecciones y por lo tanto están irritados, se oponen rotundamente a los cambios operando en el interior del instituto político para que no se den.