Slim y Televisa no están cruzados de brazos

Félix Fuentes Medina

Retrasos y discusiones en el Congreso constituyen veneno puro para las reformas estructurales. Fue necesario un período extraordinario en el Congreso para legislar la político-electoral y no se tiene certeza sobre el futuro de la energética.

En algunos momentos, las bancadas de izquierda han estropeado el ritmo de las propuestas enviadas por el presidente Enrique Peña Nieto, pero la del PAN en la Cámara de Senadores ha socavado los proyectos de ley.

Después de la educativa, el principal tropiezo del gobierno priista es la reforma de telecomunicaciones, a causa de intereses mayúsculos conectados con telefonía, televisión, radio e Internet.

El régimen peñista cimbró las empresas del poderoso millonario Carlos Slim y las de Televisa, al declararlas preponderantes, lo cual significa que deben reducir sus servicios al 50%, bajar tarifas de interconexión y facilitar sus estructuras a los competidores.

Obvio, los afectados no están cruzados de brazos y hacen cuando está a su alcance en defensa de sus negocios. Para empezar rechazan la cesión de equipos a adversarios de la electrónica.

En tan cruentas disputas, en las cuales están en juego recursos iguales o mayores que los de instituciones bancarias, se distingue el grupo del calderonista Ernesto Cordero, siempre dispuesto a bloquear las reformas priistas.

Trasciende que Cordero y sus incondicionales están a las órdenes de interesados en enredar, retardar y frustrar la reforma telecom.

Se condiciona, igualmente, la aprobación de la energética a que en la telecom prevalezcan las reglas actuales. O sea, que la calificación preponderante, dictada por el Instituto Federal de Telecomunicaciones pierda validez o funcione a medias.

De ser así, en esa guerra se enfrentan el poder del Estado y la autoridad misma, ante la fuerza del dinero y los intereses creados.

Esto explica por qué el gobierno peñista ha urgido la aprobación de las reformas pendientes, tanto para definir el rumbo de los medios electrónicos en favor de la población, como para demostrar ante las naciones del primer mundo que, en efecto, se quiere transformar México y sacarlo del marasmo actual.

El coordinador de los diputados del PRI, Manlio Fabio Beltrones, es el eficaz operador del Congreso. Destrabó en la Cámara de San Lázaro y, por extensión en el Senado, las iniciativas encajonadas por las fracciones de izquierda y de Acción Nacional.

Beltrones aseguró el domingo pasado que, al término del primer semestre de este año, van a ser aprobadas las reformas político-electoral, telecom y energética.

Milagros tendrá que hacer el sonorense para lograr esos tres propósitos, advertidas las maniobras subterráneas para postergar dichas reformas.

Ciertamente, Beltrones ejerce influencia en las fracciones parlamentarias de la Cámara de Diputados, lo cual no sucede en el Senado, donde al coordinador priista, Emilio Gamboa, le desbaratan en cuestión de horas los acuerdos pactados con legisladores de su ámbito cameral.

Debido a las interminables disputas, las reformas cruciales están en el viento.