Entrevista a Mario Torrico Terán/Politólogo e investigador de la Flacso

 

Irma Ortiz

Mientras el debate de los especialistas se centra en si México ya entró de lleno en la recesión y la Secretaría de Hacienda hace múltiples esfuerzos para convencernos de que aunque hay problemas en sectores como la construcción, la vivienda y el mercado interno, la situación dista mucho de ser recesión.

Lo cierto es que en la calle los precios de la canasta básica aumentan día con día, la pobreza aumenta, la quincena alcanza cada vez menos para cubrir necesidades básicas, las tiendas departamentales ofrecen más mensualidades para adquirir los productos y las pequeñas de plano han bajado sus cortinas.

Algunos aseveran que esta situación podría ser el preludio de los errores económicos de otras administraciones y otros más aseguran que las tensiones sociales se agudizan con pronósticos reservados.

¿Puede la crisis económica generar una crisis de gobernabilidad?, se le preguntó a Mario Torrico Terán, profesor e investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, economista y politólogo, especialista en políticas públicas, conflicto e inestabilidad política.

No hay escenario de crisis económica

Normalmente —responde— las situaciones de aprietos económicos generan problemas políticos, ¿en qué tipos de países se generan más crisis políticas?, no en los países más pobres, sino en los países en vías de mayor desarrollo, pero tampoco en todas las condiciones.

No es en automático la transmisión de problemas económicos a políticos, se necesita una serie de condiciones para que eso se active. En primer lugar, que una gran masa de la población no esté empobrecida por una razón simple, en los países con gran estrechez económica no hay muchos problemas políticos porque los pobres no tienen recursos para organizarse. Otro requisito para que se activen los problemas es que haya niveles de desigualdad económica relativamente amplios, y el tercero, que haya cierto marco al respeto de libertades importante que permita la expresión del descontento.

Estas condiciones se cumplen en el caso de México, un país con pobreza, sí, pero no con los niveles más altos en el continente, como Bolivia, Perú, Ecuador o Paraguay. México tiene problemas de desigualdad económica importante, y es un país con cierto marco de respeto a las libertades políticas, a derechos civiles que permiten la expresión del descontento, de la protesta.

En ese marco, una crisis económica sí podría generar problemas políticos pero necesitamos primero estimar si es que va ocurrir una crisis económica y en caso de que así suceda, estimar su impacto. Por ejemplo, en México la economía decreció luego de la llamada “crisis tequila” de 1994; la economía también decreció en 2008 como efecto contagio de la crisis financiera estadounidense, sin embargo, no hemos tenido grandes crisis políticas, al año siguiente hubo elecciones.

En este momento, no veo en México un escenario de crisis económica, a no ser que haya otro problema internacional, pero actualmente no es que la economía sea muy dinámica, más bien tiene avances lentos, pero no es una economía en crisis. Ahí están las reformas que pretende el gobierno que dinamicen la economía. Habrá que ver si lo logra y si el resultado es el deseado.

Mi punto es que puede haber crisis política independientemente de los problemas económicos, y esto ocurre cuando hay polarización política, cuando no hay acuerdos, cuando las élites están peleando o cuando hay sectores muy organizados que no quieren ceder en sus beneficios o intereses. Si esos actores estuvieran siendo amenazados por algún cambio, en esos casos puede haber conflicto político, sin necesidad de crisis económica.

La relación entre crisis económica y política es muy compleja y las crisis políticas no solo se originan en lo económico, tienen también dinámicas políticas o sociales. Por ejemplo en 1994, cuando hay la crisis económica surge el EZLN, pero éste hubiera surgido independientemente de la crisis económica, hasta ese momento a la economía le estaba yendo muy bien.

Cuando hablamos de la primavera árabe, ¿cuáles son los países que han depuesto a los dictadores?: Túnez, Egipto, países con mayor éxito económico durante varios años, donde las expectativas de la gente crecen, eso también ocurre, muchas veces el conflicto no se da a raíz de un fracaso económico, sino que se puede dar a raíz de su éxito, lo que hace que la gente multiplique sus expectativas.

En Brasil, con los programas que lanzó Lula Da Silva, millones de personas salieron de la pobreza, el programa Bolsa Familia —que se inspiró en el programa Oportunidades de México— lo mejoraron y ha sido muy exitoso, pero semanas antes del inicio del Mundial de Futbol, vemos que hay muchos problemas y eso se debe a que la gente que salió de la pobreza, que recibió educación, que tiene otras expectativas, ya no se conforma con el mismo empleo, pero la economía todavía no puede cumplirlas.

 

Sudamérica en los ochentas

¿Ejemplos en América Latina donde la situación económica haya desencadenado ingobernabilidad?

En Sudamérica en los años ochenta, todos los países tuvieron que convivir con inflaciones, con crisis terribles que generaron problemas políticos. El gobierno de Hernán Siles Suazo, de Bolivia, fue acortado un año, hicieron elecciones anticipadas porque tenían miedo de que los militares volvieran a tomar el poder. En Argentina, el gobierno de Raúl Alfonsín tuvo que acortarse, en Brasil lo mismo con Fernando Collor de Mello.

En Argentina, en 2001, la economía se cae, luego de casi una década de estabilidad, tenían la paridad del dólar con el peso argentino, se cae la paridad y genera una crisis de dimensiones muy importantes, Fernando de la Rúa realmente escapa de la Casa Rosada, hay manifestaciones muy importantes de varias semanas, con muertos; pero también hay conflicto político sin crisis económica, es el caso de Bolivia, en 2003, Gonzalo Sánchez de Lozada escapa del país por la acumulación de tensiones sociales, la activación de la agenda indígena.

¿En qué termina la crisis política?

Si la variable dependiente es crisis política, hay un coctel de variables independientes que la afectan. El asunto es cómo se combina ese coctel, dónde está el crecimiento, la distribución económica, la pobreza; dónde está el régimen político, si es una democracia con apertura de libertades o un gobierno autoritario que restringe las libertades; está el componente de diversidad social, si es un país heterogéneo a nivel étnico, la cosa se puede exacerbar.

No falta el tema de las divisiones regionales, tener partidos regionales como ocurre en Sudamérica o en países de Europa; España tiene divisiones regionales muy importantes, el norte muy próspero, que no quiere saber nada del sur, y éste jalando recursos de la federación, y la federación jalando recursos del norte, ahí se tienen tensiones regionales.

Independientemente de qué origina una crisis política, ¿ésta en que termina? Un poco la experiencia y lo que he investigado lo que muestran es que cuando la crisis política se da en un contexto democrático, el desenlace es hacia reformas, digamos, amigables con la democracia. Las protestas, la ocupación de calles genera en el mediano y largo plazo reformas hacia una mayor democracia.

Sin embargo, si la crisis política deriva en expresiones violentas, grupos armados o intentos de desestabilización a través de intentos de golpe de Estado, la salida es al contrario. Las reformas que en el mediano y largo plazo se generan son más bien antidemocráticas, ¿qué quiero decir?, al parecer la democracia puede lidiar con la expresión del descontento por medios pacíficos, con protestas, marchas, manifestaciones, huelgas; es más, éstas son necesarias para una mayor democracia. Pero la democracia no puede lidiar con la expresión del descontento por medios violentos.

Pensando en México, ¿qué tipo de inestabilidad política tendríamos? Sería la del primer tipo, expresión del descontento por medios pacíficos, mucha protesta, manifestación, bloqueo de calles, lo que dice la experiencia es que en el mediano plazo genera resultados positivos pero en el corto plazo es bastante molesta.

En el mediano y largo plazo México va a transitar hacia reformas más democráticas que abrirán más el espacio democrático a otros actores, por ejemplo la última reforma política donde se abren las candidaturas independientes, se abren formas de participación como el referéndum, nos muestran eso, pero no es un camino pavimentado, tiene muchos obstáculos, muchos actores no lo quieren, los partidos políticos no quieren perder el monopolio de la representación política y es por eso que cuando se aprueba la reelección de legisladores los partidos le ponen un candadito, siempre y cuando sea por el mismo partido.

 

Reforma fiscal descafeinada

¿Y con la reforma fiscal?

En México, la primera propuesta de reforma fiscal que presentó Peña Nieto tenía elementos de progresividad, pero se los quitó ya en la discusión legislativa, el aumento a las colegiaturas de escuelas privadas, impuestos para alimentos de mascotas, son elementos de progresividad, pero se los quitaron.

La reforma fiscal fue muy descafeinada, no alteró casi nada en términos de recaudación de impuestos, tan es así que el gobierno no ha podido pensar en otros programas de ayuda a la pobreza, ni nada por el estilo, realmente aumentarían los ingresos en menos del uno por ciento, es una reforma que no tendrá efectos relevantes. Lo paradójico es que la reforma fue echada abajo tanto por la derecha como por la izquierda, que coincidieron en que era un ataque a las clases medias; creo que éstas a nivel general no tienen el nivel de ingresos que se pretendía gravar.

No se tendrán mejores ingresos, no se van a tener mejores servicios públicos y muchas cosas seguirán igual, con tasas de crecimiento muy mediocres, del 2 por ciento, siendo muy optimistas el 3 por ciento, a no ser que la economía americana despegue y empiece a crecer a tasas del 5, 6 por ciento, México tendría que crecer junto con ellos, porque tenemos más del 90 por ciento de sus exportaciones a Estados Unidos.

Sin embargo, a la Unión Americana le está costando mucho despegar y nada muestra que vaya a hacerlo de manera importante, entonces el escenario para los próximos 5 años no es de crisis política, pero sí de tensión, donde las reformas que se vayan haciendo no van a ser negativas, pero sí mediocremente positivas y va a haber descontento en la calle, pero no va a amenazar el régimen democrático, la estabilidad del gobierno, pero sí va a ser muy incómodo.