Bernardo González Solano

A la postre, todos los acontecimientos políticos importantes crean su propia simbología. Es el caso de las últimas elecciones en la Unión Europea el pasado domingo 25 de mayo. La palabra clave de la histórica consulta popular del Viejo Continente es terremoto, seísmo, sismo, o séisme (como se dice en francés).

La traducción de esta palabra a la concepción democrática es más que clara: los problemas menudean en los 28 integrantes de la organización que sufre embates en casi todos los aspectos de su convivencia sociopolítica. ¿Qué transmitieron los europeos a sus líderes? Dos caricaturas periodísticas aclaran el mensaje: El Roto, del periódico español El País, presentó a una mujer (curiosamente muy parecida a Marine Le Pen la dirigente del derechista Frente Nacional de Francia) con una guitarra que tiene escrita “15-M”, que pregunta: ¿Os cantamos otra?” y el caricaturista Chappatte en  The New York Times presenta otra en la que un grupo de manifestantes sostiene una pancarta que dice: “descontentos”, mientras que uno de ellos grita hacia una urna utilizando un micrófono. Más claro ni el agua.

No obstante, muchos analistas aseguran que muchos de los dirigentes europeos “oyen” pero “no escuchan” a sus electores. Esto sucede no solo en Europa sino en muchas otras partes. México: ¿escuchas?

Bien cuenta Timothy Garton Ash, el catedrático de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, en su “La cuarta página” titulada “¿Conseguirá Europa despertarse?”: “El día en que el pueblo asaltó la Bastilla, en 1789, el rey Luis XVI escribió “rien” en su diario. No creo que los dirigentes europeos escribieran “nada” el domingo en sus tabletas, pero sí temo que no hagan nada frente al grito revolucionario que se ha oído en todo el continente.”

Señal de alarma: Francia

Lo cierto es que en Europa ha sonado la señal de alarma: el resultado de las elecciones ha sido una conmoción que abrió la puerta a una coalición de descontentos de todo color e ideología, sobre todo a partidos de extrema derecha, populistas, donde tienen cabida el arcoiris completo así como las ideologías (izquierdas mezcladas con derechas que producen un batiburrillo absurdo). Un buen ejemplo de que la solución a este nudo gordiano no está en las viejas formas de hacer política. El horizonte está plagado de muchos nubarrones.

De tal suerte, todos los diarios europeos y de otras partes del planeta destacaron el inesperado triunfo de Marine Le Pen en Francia y el auge de los partidos euroescépticos. Un día después de los comicios, el lunes 26 hubo consenso en la prensa internacional: el conteo de los votos presentó un “terremoto político”. Séisme es la palabra que abrió la primera plana del parisiense Le Figaro, junto a la fotografía de una muy sonriente (no era para menos) Marine Le Pen (née Marion Anne Perrine Le Pen, 5 de agosto de 1968 en Neully-sur-Seine), la presidenta del Frente Nacional, con un resumen que dice, “El Frente Nacional registra una victoria histórica en las elecciones europeas. En segundo lugar, la UMP entre en una zona de turbulencia. En tercero, el Partido Socialista sufre una nueva derrota”.

El mismo periódico (conservador) destaca también la “debacle” del partido socialista francés: “Para François Hollande, la espiral a la baja continúa”. “El avance de los euroescépticos sacude Europa”, remata el diario. “Los partidos euroescépticos también progresan en Reino Unido, en Italia, en Francia e incluso en Alemania, cambiando la situación en el Parlamento Europeo”, dice el periódico galo.

Asimismo, el Frankfurter Allgemeine Zeitung también destacó el “terremoto político” por la victoria de Le Pen, como la mayoría de los periódicos alemanes. “Esto tendrá consecuencias importantes”, sostiene el rotativo. Por su parte,el tabloide Bild —el periódico germano más  leído— habló de la “conmoción electoral de Francia”. Y, Die Welt, otro periódico conservador de Alemania escribe: “Para el presidente Hollande es un desastre… (este) “terremoto político

Del otro lado del canal de la Mancha, el famoso The Times hizo hincapié en el triunfo del partidobritánico populista Ukip, el Partido por la Independencia del Reino Unido. “El United Kingdom Independence Party se regocija mientras Europa gira hacia a la derecha”, asegura, algo que el medio interpreta como una “humillación” para el primer ministro británico, David Cameron.

La Repubblica, el famoso periódico italiano, titula su edición del lunes 26 de mayo: “Triunfo de Renzi, fracaso de Grillo, Terremoto Le Pen en Francia”, mientras que la radio portuguesa, RR, subrayó la llegada del “Parlamento europeo menos europeísta” de su historia; por su parte, el periódico austriaco Kurier consideró que “el golpe de timón hacia la derecha ha sido menos espectacular de lo anunciado”. Como ejemplo puso el fracaso del partido de derecha SNS en la vecina Eslovaquia, con  el cual contaban sus pares europeos para constituir un grupo de esta tendencia en Estrasburgo.

Es mi culpa: Pérez Rubalcaba

Y, en España, el pagano fue el líder de la oposición Alfredo Pérez Rubalcaba, del PSOE, que no tuvo más remedio que decir: “La responsabilidad del muy mal resultado electoral es mía, mía y mía y así asumo mi responsabilidad. Con un resultado como éste, algo no hemos hecho bien. Aquí hay un problema de responsabilidad política de un resultado malo sin paliativos; una responsabilidad que hay que asumir. Y esa responsabilidad la asume la dirección y la asumo yo”. Confesión plena en conferencia de prensa. Sin justificaciones, con autocrítica digna de alabanza y en un ambiente de desolación entre los dirigentes y militantes del PSOE.

El pésimo resultado electoral del domingo 25 de mayo que sufrió el PSOE, se llevó por delante a Rubalcaba y a todo su equipo, con lo que se abre un proceso difícil de sucesión dentro de este partido que no ve la suya desde la salida de José Luis Rodríguez Zapatero del gobierno español. El asunto va para largo.

Salvados los comicios y con el avance de los radicales de derecha en varias partes de Europa (amén de la caída del bipartidismo), el nuevo panorama causa inquietud en las estructuras de la UE, metidas en una batalla que se espera larga y desgastante por la presidencia de la Comisión Europea. Pero el asunto no se puede posponer indefinidamente.

El martes 27 de mayo, en una cumbre informal en Bruselas, el presidente Hollande y el primer ministro David Cameron reclamaron una reacción fulminante de la UE para abortar la tendencia del ascenso de los extremistas de derecha del continente. Italia se unió a los galos y a los británicos, enfrentándose al diktat de la canciller de Alemania, Ángela Merkel, que, por cierto, por novena ocasión en diez años, volvió a ser elegida por la revista Forbes como la “mujer más poderosa del mundo”. La austeridad ha sido la pauta dictada por la poderosa dama que en los últimos meses se sometió a un “severo” régimen alimenticio de tipo vegetariano para reducir los muchos kilos que le sobraban, para ser congruente con su dicho.

Así las cosas, al hilo de los resultados electorales se vuelve a escuchar el redoble de tambores contra la austeridad alemana que ha dominado la gestión de las crisis económica de la UE en los últimos tiempos, en favor de las políticas de crecimiento y de una relajación de las reglas fiscales. Los comicios trajeron nuevos vientos reformistas a la UE; una transición no muy bien definida, pero que permita frenar a los extremistas.

Hollande levantó la voz en esa cumbre informal, algo inusitado en él, desdibujado tras dos años y medio por sus problemas internos. Emplazó a una ambiciosa agenda reformista: “Europa se ha vuelto ilegible, distante, básicamente incomprensible, incluso para los gobiernos. Eso no puede seguir así. El proyecto europeo tiene que ser simple y claro y debe retirarse de donde no sea necesario”. En clara alusión al primer ministro italiano, Matteo Renzi, el frívolo Hollande agregó: “Es mi deber reformar Francia y reenfocar Europa”.

Cameron fue al grano, a la manera británica: “La Unión no puede ignorar estos resultados y seguir como antes. Necesitamos un cambio. Europa debe concentrarse en lo que importa, en el crecimiento y en el empleo, y no intentar hacer tanto en tantos otros ámbitos. Bruselas se ha vuelto demasiado grande, demasiado autoritaria, demasiado entrometida”.

Como sea, estos y otros líderes de la UE lanzaron mensajes directos para Merkel que tiene en sus manos las llaves de casi todo, incluido el controvertido nombramiento del próximo presidente de la Comisión Europea que sustituya al portugués José Manuel Durao Barroso, tal vez el cargo fundamental en el entramado institucional de Bruselas.