Problema mayúsculo para empresas circenses
Humberto Musacchio
La Asamblea Legislativa del Distrito Federal, por iniciativa del llamado Partido Verde, acordó prohibir el uso de animales en los circos que se presenten en la ciudad de México. Se debe reconocer que con frecuencia las bestias que participan en las funciones son animales mal alimentados, enfermos o de mal aspecto, lo que indicaría descuido de sus dueños, pero para el caso hubiera bastado con exigir los necesarios cuidados con las bestias.
Nada mal está legislar para que se respete la vida animal y evitar el maltrato de seres generalmente indefensos, pero es ciertamente un exceso prohibir la presencia de seres que alimentan la imaginación infantil y le dan diversión sana a las familias.
Por supuesto, el Partido Verde Ecologista de México, S.A. pretende pararse el cuello con la decisión de la ALDF, pero al respecto cabe hacer algunas precisiones. Para empezar, el Verde no es propiamente un partido, pues en lugar de militantes tiene gerentes y empleados. Los primeros se han enriquecido hasta el escándalo con el dinero que reciben del IFE, ahora INE, y para muestra está la lista de propiedades del Niño Verde, verdolagón que ya no es un niño, pues hace pocas semanas celebró con enorme derroche su boda con 800 invitados que se trasladaron hasta Baja California Sur.
El Verde aboga por la pena de muerte, lo que es incompatible con la Internacional Verde y los partidos que la componen, los cuales rompieron relaciones con el negocito de la familia González. Lo sorprendente es que otros partidos, destacadamente el PRD, hayan votado con estos magos de la farsa y el sablazo.
Al prohibir los espectáculos con animales, los legisladores capitalinos han creado un problema mayúsculo para las empresas circenses y, sobre todo, han puesto a muchos profesionales de este ramo en riesgo de caer en el desempleo, con el consiguiente daño para sus familias.
Es más grave el espectáculo taurino, donde deliberadamente se tortura a un animal antes de matarlo, pero sobre eso la ALDF guarda silencio. Al paso que vamos, al rato los asambleístas capitalinos van a prohibir el uso de trampas para ratones, pues los perversos seres humanos emplean una materia tan noble como el queso para engañar a los roedores y al atraparlos causan dolor a tan simpáticos animalitos. Sabemos también de legisladores defeños que están pensando en prohibir los insecticidas, pues se priva de la vida a moscas, mosquitos y a las amadas cucarachas. En fin, que los diputados del Distrito Federal, tan dados a la ociosidad, ahora optaron por hacer circo.